l. OPCIÓN FUNDAMENTAL Y PERSONA HUMANA.
1.‑ El hombre no es una esencia abstracta, sino un ser personal, que vive en relación con el otro. Se autoposee .
No es ni cuerpo, ni Espíritu, sino una unidad en el cuerpo y en el espíritu, que hace que sea persona.
2.‑Es un ser que está en el tiempo.
Tiene una estructura psicobiológica: Órganos, ojos, instintos, emociones etc.
Esta estructura, con los diversos elementos que la integran, forma la totalidad compleja, integrada, nuclear, y única de la persona.
Aquí radica nuestra capacidad de autocomprendernos, de ser libres, de dar un sentido global a nuestra existencia.
Vivimos inmersos en el tiempo: El pasado, el presente y el futuro. La dimensión temporal de nuestra existencia nos marca.
Vivimos en el espacio: Una calle, una torre, un sol, una montaña, un terruño nos acompañan y nos sellan. Somos y estamos en el mundo. Nacimos a la sombra de un campanario y allí están y estarán nuestras raíces.
3.‑El hombre es un ser que está en relación.
No es una isla, sino que ha nacido para vivir en comunión y en relación con el otro. El yo y el otro son inseparables.
El hombre es un ser social. La intersubjetividad le enriquece y perfecciona.
Su ser está orientado hacia el otro: El prójimo y Dios.
4.‑Lo natural y lo sobrenatural.
Esta relación podemos plantearla desde distintos ángulos:
a.‑Subordinación de lo natural a lo sobrenatural.
b.‑Son ámbitos distintos y separados. Sólo nos interesa lo humano. Secularismo sectario.
c.‑Lo natural desaparece ante lo sobrenatural.
La única realidad válida es Dios y Cristo. Lo natural tiene sentido en la medida que participa de lo sobrenatural (Kart Barth).
d.‑Lo natural y lo sobrenatural son ámbitos distintos, pero no separables. Dios es creador y redentor. El orden de la creación y de la gracia se perfeccionan. Lo humano y lo cristiano son realidades inseparables (Postura católica).
5.‑Dios y el hombre.
El hombre no se explica sin Dios. Sin Dios, está en el vacío. Por esto la existencia cristiana no se concibe sin vivir en Cristo, como categoría fundamental.
6 .‑Dimensión escatológica del hombre.
La esperanza es una categoría cristiana. El hombre es un ser peregrino, que tiene su meta puesta en Dios. En su caminar sus ojos están puestos en Dios.
2.‑ DEFINICIÓN DE LA OPCIÓN FUNDAMENTAL
La opción fundamental es: La actitud humana primordial en la que la persona asume consciente, libre, y progresivamente la realidad total de su propio ser, constituyendo y configurando así su propia personalidad humano‑moral, confiriendo al conjunto de su existencia una orientación básica, e insertándose de modo efectivo en un contexto socio‑cultural y en la evolución histórica consiguiente [1].
Los elementos que integran esta opción son estos:
1.‑Desde un punto de vista humano: La percepción globalizada, desde una libertad básica, de una orientación profunda y dinámica de nuestra vida.
No habría una decisión seria, si no precediera un conocimiento profundo o convicción de un ideal, que se nos presente claro y determinante. Esta decisión debe ir acompañada de una libertad básica de tal suerte que la decisión se tome en lo más íntimo de la persona, sin interferencias de ningún tipo.
Cualquier decisión de la vida, como ser médico, sacerdote, maestro, artista, si no se hace por una verdadera vocación e ideal no es profunda.
La opción fundamental da un sentido de unidad y orientación a la vida, ya que en ella se unifican todos los valores..
La opción fundamental necesita consolidarse y supone un esfuerzo, atención y ascesis continua.
Por esto la virtud no es indiferencia estoica, ni hábito mecánico; es fuerza espiritual en perfeccionamiento gozoso. Tampoco es virtuosismo superficial. La virtud es posible cuando existe auténtica captación del valor.
Max Schiller ha demostrado con brillantez que la equivocada interpretación de la virtud como hábito o respuesta a deberes impuestos privaría a la virtud de toda creatividad. [2]
Con frecuencia nuestras acciones son periféricas y superficiales.
2.‑Percibir y aceptar a Dios en la raíz de nuestro ser y de nuestra existencia.
Decir sí a Dios en Cristo. Dios habla y el hombre responde. Dios es el absoluto, el que da sentido a la vida.
Esta relación con Dios, me lleva a descubrir al otro, como persona e hijo de Dios.
Esta fe confiere un sentido global a la vida y un dinamismo a través del cuál se explican nuestras actitudes.
Dios se presenta al hombre como el horizonte infinito de su felicidad. El hombre tiene que renunciar a ser Dios o adorar a otros ídolos para situarse en una actitud de apertura, diálogo y respuesta.
Esta donación plena y confiada a Dios, verificada en la fe, le hace poder decir: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi.
Somos de Dios y afirmamos rotundamente que Jesús es el Señor, pues Cristo llena la dimensión más profunda del hombre, muy por delante de otras categorías y valores.
Jesús es la norma, el evangelio viviente. Creer en Jesús, es amarle y creer en el hermano para amarle como Hijo de Dios y hermano nuestro.
3.‑ OPCIONES FUNDAMENTALES INFRUCTUOSAS.
1.‑El individualismo.
Nadie podrá alcanzar su propia salvación, su libertad, dignidad y amistad final con Dios si no se preocupa de la salvación de todos. [3]
Somos más felices cuando damos que cuando recibimos.
2.‑Interpretación estática de la opción fundamental.
Se busca la seguridad en lo religioso.
4.‑ OPCIÓN FUNDAMENTAL Y PECADO.
Cuando el hombre deja de orientarse hacía Dios, se rompe la estructura de su mismo ser.
El hombre es el centro, el fin, el criterio normativo de su obrar.
Esta ruptura con relación al fin, puede ser parcial y temporal (por pasión, por debilidad etc), progresiva y definitiva y permanente (pérdida de la fe).
Por esto no todo pecado rompe la opción fundamental, aunque la puede debilitar y terminar, por la reiteración, en una pérdida de ella. Ello no quiere decir que un solo pecado mortal no pueda romper la acción fundamental.
Por este motivo, aunque una opción fundamental debe ser estable, no tiene la misma firmeza y fuerza en todos los individuos.
5.‑ OPCIÓN FUNDAMENTAL Y SACRAMENTOS
1.‑ En el bautismo de adultos, el bautismo es el inicio de su relación con Cristo.
La confirmación es un compromiso personal con Cristo y la Iglesia.
La eucaristía nos debe ayudar a profundizar nuestra alianza con Cristo y con la Iglesia.
El sacramento de la penitencia no será de alguna forma inútil si nuestra opción fundamental no está fortalecida por un firme propósito que nos ayude a trasladarlo a una dimensión de nuestro camino interior y a una más completa planificación de nuestro futuro, como manifestación de nuestra reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con toda la creación.
Nuestro examen de conciencia, preparatorio para un acto de profundo arrepentimiento y propósito, especialmente en el sacramento de la penitencia, debería mirar no sólo a los pecados individuales, sino intentar también discernir cómo se debieron a condiciones previamente decididas, a elecciones y deseos equivocados, y a la carencia de una decisión global firme. En cada una de las celebraciones sacramentales debería hacerse más vital, profundo, y concreto nuestro propósito esencial de amar a Dios por encima de todas las cosas y de amar, en él y con él, a todas sus criaturas. [4]
La percepción de esta vivencia se percibe en el fondo del ser, como una experiencia interior y vital, aún sin un conocimiento explícito.
6.‑NACIMIENTO DE LA OPCIÓN FUNDAMENTAL.
1.‑Es progresiva.
Está sometida en su hacerse a las leyes del desarrollo y por este motivo sometida a la evolución natural y paulatina de la persona. Poco a poco la persona va descubriendo los dinamismos que la sustentan, verificando sus aspiraciones más hondas, asumiendo o recusando sus propias capacidades y asimilando lo valores positivos o negativos que le circundan.
La opción fundamental toma consistencia, por consiguiente, a lo largo de una pausada maduración, más o menos consciente, que forma parte de la evolución total del hombre.
Es indispensable el conocimiento y la profundización, aunque el cambio de orientación puede empezar a surgir por motivos afectivos, emocionales e intimístas.( Nihil volitum quin praecognitum).. Debe haber una libertad básica y total, de lo contrario todo es periférico y banal. Libertad y responsabilidad están en el fondo de este proceso..
l.‑Relación entre opción fundamental y actitudes.
La actitud es parcial y polariza una zona de nuestra existencia, dentro de la opción fundamental. En su opción fundamental por Cristo, Francisco de Asís vive la pobreza, y San Juan de Dios, el amor a los enfermos.
Esta es la zona de las virtudes y de los carismas.
En esta clave tenemos que hablar de las virtudes, dentro de la primacía que tiene la caridad.
2.‑ Relación entre opción fundamental y actos.
El hecho de que la totalidad de la persona esté implicada en una opción fundamental, y, junto con esto, el que la dimensión histórica sea uno de los factores que configuran su existencia, ha de llevar consigo de manera necesaria a que esa opción se vaya manifestando y concretando a través de las distintas acciones que componen el tejido de la vida humana.
Entre la opción fundamental y los actos concretos existe una implicación y dependencia recíprocas.
Estos actos son las mediaciones necesarias de aquella decisión nuclear.
La opción fundamental vivifica, penetra y unifica los actos, enmarcándolos en la unidad de la persona.
La opción fundamental abarca y penetra todos los actos, transcendiéndolos.
La opción fundamental es distinta del hábito, que al trasformarse en acto, puede perder el sentido de referencia al centro de la persona, porque es puramente mecánico.
Los actos, contrarios a la opción fundamental, pueden llevar al hombre a vivir de una manera dispersa y a destruir poco a poco su opción fundamental.
Desde un punto de vista cristiano la opción fundamental nos lleva a aceptar a Cristo como el fundamento de nuestro existir, adhiriéndonos a sus mandamientos, concretados básicamente en el amor (Jo. 14, 15).
3.‑La opción fundamental, aunque puede tener un origen en el tiempo, necesita un período de maduración para que sea nuclear y básica.
Antes de la adolescencia no es posible una opción fundamental profunda y seria. La psicología nos dice que es necesaria una maduración.
4.‑La permanencia en la opción fundamental.
Se trata de determinar el grado de estabilidad y consistencia que posee en su realización la vivencia de la persona en opción fundamental.
La opción fundamental, una vez que la persona ha madurado, tiende a ser definitiva e irrevocable en lo sustantivo.
Puede romperse, debilitarse y atenuarse (El cántaro al ir una y otra vez a la fuente, termina rompiéndose).
Necesita alimentarse. El mejor alimento es la oración.
[1] F.Herráez, La Opción Fundamental (1978‑Sígueme) p. 136.
[2] B. Häring, Libertad y fidelidad en Cristo, Herder, 1980. p. 210.
[3] B. Häring, Libertad y fidelidad en Cristo, Herder (198O) p. 222.
[4] B. Häring, l. c. p. 2O5.
1.‑ El hombre no es una esencia abstracta, sino un ser personal, que vive en relación con el otro. Se autoposee .
No es ni cuerpo, ni Espíritu, sino una unidad en el cuerpo y en el espíritu, que hace que sea persona.
2.‑Es un ser que está en el tiempo.
Tiene una estructura psicobiológica: Órganos, ojos, instintos, emociones etc.
Esta estructura, con los diversos elementos que la integran, forma la totalidad compleja, integrada, nuclear, y única de la persona.
Aquí radica nuestra capacidad de autocomprendernos, de ser libres, de dar un sentido global a nuestra existencia.
Vivimos inmersos en el tiempo: El pasado, el presente y el futuro. La dimensión temporal de nuestra existencia nos marca.
Vivimos en el espacio: Una calle, una torre, un sol, una montaña, un terruño nos acompañan y nos sellan. Somos y estamos en el mundo. Nacimos a la sombra de un campanario y allí están y estarán nuestras raíces.
3.‑El hombre es un ser que está en relación.
No es una isla, sino que ha nacido para vivir en comunión y en relación con el otro. El yo y el otro son inseparables.
El hombre es un ser social. La intersubjetividad le enriquece y perfecciona.
Su ser está orientado hacia el otro: El prójimo y Dios.
4.‑Lo natural y lo sobrenatural.
Esta relación podemos plantearla desde distintos ángulos:
a.‑Subordinación de lo natural a lo sobrenatural.
b.‑Son ámbitos distintos y separados. Sólo nos interesa lo humano. Secularismo sectario.
c.‑Lo natural desaparece ante lo sobrenatural.
La única realidad válida es Dios y Cristo. Lo natural tiene sentido en la medida que participa de lo sobrenatural (Kart Barth).
d.‑Lo natural y lo sobrenatural son ámbitos distintos, pero no separables. Dios es creador y redentor. El orden de la creación y de la gracia se perfeccionan. Lo humano y lo cristiano son realidades inseparables (Postura católica).
5.‑Dios y el hombre.
El hombre no se explica sin Dios. Sin Dios, está en el vacío. Por esto la existencia cristiana no se concibe sin vivir en Cristo, como categoría fundamental.
6 .‑Dimensión escatológica del hombre.
La esperanza es una categoría cristiana. El hombre es un ser peregrino, que tiene su meta puesta en Dios. En su caminar sus ojos están puestos en Dios.
2.‑ DEFINICIÓN DE LA OPCIÓN FUNDAMENTAL
La opción fundamental es: La actitud humana primordial en la que la persona asume consciente, libre, y progresivamente la realidad total de su propio ser, constituyendo y configurando así su propia personalidad humano‑moral, confiriendo al conjunto de su existencia una orientación básica, e insertándose de modo efectivo en un contexto socio‑cultural y en la evolución histórica consiguiente [1].
Los elementos que integran esta opción son estos:
1.‑Desde un punto de vista humano: La percepción globalizada, desde una libertad básica, de una orientación profunda y dinámica de nuestra vida.
No habría una decisión seria, si no precediera un conocimiento profundo o convicción de un ideal, que se nos presente claro y determinante. Esta decisión debe ir acompañada de una libertad básica de tal suerte que la decisión se tome en lo más íntimo de la persona, sin interferencias de ningún tipo.
Cualquier decisión de la vida, como ser médico, sacerdote, maestro, artista, si no se hace por una verdadera vocación e ideal no es profunda.
La opción fundamental da un sentido de unidad y orientación a la vida, ya que en ella se unifican todos los valores..
La opción fundamental necesita consolidarse y supone un esfuerzo, atención y ascesis continua.
Por esto la virtud no es indiferencia estoica, ni hábito mecánico; es fuerza espiritual en perfeccionamiento gozoso. Tampoco es virtuosismo superficial. La virtud es posible cuando existe auténtica captación del valor.
Max Schiller ha demostrado con brillantez que la equivocada interpretación de la virtud como hábito o respuesta a deberes impuestos privaría a la virtud de toda creatividad. [2]
Con frecuencia nuestras acciones son periféricas y superficiales.
2.‑Percibir y aceptar a Dios en la raíz de nuestro ser y de nuestra existencia.
Decir sí a Dios en Cristo. Dios habla y el hombre responde. Dios es el absoluto, el que da sentido a la vida.
Esta relación con Dios, me lleva a descubrir al otro, como persona e hijo de Dios.
Esta fe confiere un sentido global a la vida y un dinamismo a través del cuál se explican nuestras actitudes.
Dios se presenta al hombre como el horizonte infinito de su felicidad. El hombre tiene que renunciar a ser Dios o adorar a otros ídolos para situarse en una actitud de apertura, diálogo y respuesta.
Esta donación plena y confiada a Dios, verificada en la fe, le hace poder decir: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi.
Somos de Dios y afirmamos rotundamente que Jesús es el Señor, pues Cristo llena la dimensión más profunda del hombre, muy por delante de otras categorías y valores.
Jesús es la norma, el evangelio viviente. Creer en Jesús, es amarle y creer en el hermano para amarle como Hijo de Dios y hermano nuestro.
3.‑ OPCIONES FUNDAMENTALES INFRUCTUOSAS.
1.‑El individualismo.
Nadie podrá alcanzar su propia salvación, su libertad, dignidad y amistad final con Dios si no se preocupa de la salvación de todos. [3]
Somos más felices cuando damos que cuando recibimos.
2.‑Interpretación estática de la opción fundamental.
Se busca la seguridad en lo religioso.
4.‑ OPCIÓN FUNDAMENTAL Y PECADO.
Cuando el hombre deja de orientarse hacía Dios, se rompe la estructura de su mismo ser.
El hombre es el centro, el fin, el criterio normativo de su obrar.
Esta ruptura con relación al fin, puede ser parcial y temporal (por pasión, por debilidad etc), progresiva y definitiva y permanente (pérdida de la fe).
Por esto no todo pecado rompe la opción fundamental, aunque la puede debilitar y terminar, por la reiteración, en una pérdida de ella. Ello no quiere decir que un solo pecado mortal no pueda romper la acción fundamental.
Por este motivo, aunque una opción fundamental debe ser estable, no tiene la misma firmeza y fuerza en todos los individuos.
5.‑ OPCIÓN FUNDAMENTAL Y SACRAMENTOS
1.‑ En el bautismo de adultos, el bautismo es el inicio de su relación con Cristo.
La confirmación es un compromiso personal con Cristo y la Iglesia.
La eucaristía nos debe ayudar a profundizar nuestra alianza con Cristo y con la Iglesia.
El sacramento de la penitencia no será de alguna forma inútil si nuestra opción fundamental no está fortalecida por un firme propósito que nos ayude a trasladarlo a una dimensión de nuestro camino interior y a una más completa planificación de nuestro futuro, como manifestación de nuestra reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con toda la creación.
Nuestro examen de conciencia, preparatorio para un acto de profundo arrepentimiento y propósito, especialmente en el sacramento de la penitencia, debería mirar no sólo a los pecados individuales, sino intentar también discernir cómo se debieron a condiciones previamente decididas, a elecciones y deseos equivocados, y a la carencia de una decisión global firme. En cada una de las celebraciones sacramentales debería hacerse más vital, profundo, y concreto nuestro propósito esencial de amar a Dios por encima de todas las cosas y de amar, en él y con él, a todas sus criaturas. [4]
La percepción de esta vivencia se percibe en el fondo del ser, como una experiencia interior y vital, aún sin un conocimiento explícito.
6.‑NACIMIENTO DE LA OPCIÓN FUNDAMENTAL.
1.‑Es progresiva.
Está sometida en su hacerse a las leyes del desarrollo y por este motivo sometida a la evolución natural y paulatina de la persona. Poco a poco la persona va descubriendo los dinamismos que la sustentan, verificando sus aspiraciones más hondas, asumiendo o recusando sus propias capacidades y asimilando lo valores positivos o negativos que le circundan.
La opción fundamental toma consistencia, por consiguiente, a lo largo de una pausada maduración, más o menos consciente, que forma parte de la evolución total del hombre.
Es indispensable el conocimiento y la profundización, aunque el cambio de orientación puede empezar a surgir por motivos afectivos, emocionales e intimístas.( Nihil volitum quin praecognitum).. Debe haber una libertad básica y total, de lo contrario todo es periférico y banal. Libertad y responsabilidad están en el fondo de este proceso..
l.‑Relación entre opción fundamental y actitudes.
La actitud es parcial y polariza una zona de nuestra existencia, dentro de la opción fundamental. En su opción fundamental por Cristo, Francisco de Asís vive la pobreza, y San Juan de Dios, el amor a los enfermos.
Esta es la zona de las virtudes y de los carismas.
En esta clave tenemos que hablar de las virtudes, dentro de la primacía que tiene la caridad.
2.‑ Relación entre opción fundamental y actos.
El hecho de que la totalidad de la persona esté implicada en una opción fundamental, y, junto con esto, el que la dimensión histórica sea uno de los factores que configuran su existencia, ha de llevar consigo de manera necesaria a que esa opción se vaya manifestando y concretando a través de las distintas acciones que componen el tejido de la vida humana.
Entre la opción fundamental y los actos concretos existe una implicación y dependencia recíprocas.
Estos actos son las mediaciones necesarias de aquella decisión nuclear.
La opción fundamental vivifica, penetra y unifica los actos, enmarcándolos en la unidad de la persona.
La opción fundamental abarca y penetra todos los actos, transcendiéndolos.
La opción fundamental es distinta del hábito, que al trasformarse en acto, puede perder el sentido de referencia al centro de la persona, porque es puramente mecánico.
Los actos, contrarios a la opción fundamental, pueden llevar al hombre a vivir de una manera dispersa y a destruir poco a poco su opción fundamental.
Desde un punto de vista cristiano la opción fundamental nos lleva a aceptar a Cristo como el fundamento de nuestro existir, adhiriéndonos a sus mandamientos, concretados básicamente en el amor (Jo. 14, 15).
3.‑La opción fundamental, aunque puede tener un origen en el tiempo, necesita un período de maduración para que sea nuclear y básica.
Antes de la adolescencia no es posible una opción fundamental profunda y seria. La psicología nos dice que es necesaria una maduración.
4.‑La permanencia en la opción fundamental.
Se trata de determinar el grado de estabilidad y consistencia que posee en su realización la vivencia de la persona en opción fundamental.
La opción fundamental, una vez que la persona ha madurado, tiende a ser definitiva e irrevocable en lo sustantivo.
Puede romperse, debilitarse y atenuarse (El cántaro al ir una y otra vez a la fuente, termina rompiéndose).
Necesita alimentarse. El mejor alimento es la oración.
[1] F.Herráez, La Opción Fundamental (1978‑Sígueme) p. 136.
[2] B. Häring, Libertad y fidelidad en Cristo, Herder, 1980. p. 210.
[3] B. Häring, Libertad y fidelidad en Cristo, Herder (198O) p. 222.
[4] B. Häring, l. c. p. 2O5.