viernes, 26 de junio de 2009

LA LAICIDAD EN ESPAÑA



CONCEPTO DE LAICIDAD

En esta ciudad secular nace el concepto de laicidad con distintas caras, esto es, se puede entender de muchas maneras, según sea la relación, que el Estado tiene con la religión. Podemos hacer el siguiente esquema que nos ayudará a comprender mucho mejor el problema.
Las relaciones entre la religión y los gobiernos, de una manera global podemos resumirlas en este esquema, que desarrollaremos posteriormente punto por punto.

1. La laicidad en Rusia. Se trata de un laicismo ateo, con una dictadura, que quiere suprimir la religión.
2. La laicidad en el nacismo. Es un laicismo ateo, cuyo Dios y religión es la raza aria. Es un totalitarismo en el que no cabe la libertad religiosa.
3. La laicidad en Inglaterra y en Suecia: Estado confesional con libertad religiosa. Hay un gran respeto a todas las religiones.
4. En Arabia Saudi: Teocracia fundamentalista. Confesionalidad religiosa, sin libertad religiosa. Estado totalitario.
5. En Francia, laicismo, con libertad religiosa, cuyo concepto en la actualidad está evolucionando.
6. En España, Italia, Alemania, Portugal etc.: Estado aconfesional, con libertad religiosa.. Estado democrático, con tendencias en algunos de ellos a un laicismo más o menos radical.

Etimología
Vamos a intentar desarrollar este esquema, teniendo en cuenta la doctrina de la iglesia y especialmente la opinión de Benedicto XVI..
La palabra laico era lo opuesto a clérigo en el antiguo derecho canónico.
Posteriormente, cuando los Estados, se separaron de la Iglesia, se empezaron a llamar laicos, confesionales o aconfesionales.
La palabra griega, laos, es la que ha dado origen a una serie de palabras, que han ido perdiendo su sentido originario, y en el decurso del tiempo han adquirido unos matices distintos. Durante la exposición, los iremos matizando.
Laico, en latín laicus, que es el término de donde derivan directamente estas palabras.
Laicidad, en latín laicitas
Laicismo, laicismus en latín
Aconfesional (sin confesión religiosa) es el estado que no profesa ninguna religión
También, aunque con significados distintos se habla de secular, secularismo, secularización, secularidad. Aunque sus significados son distintos hay una cierta unidad ideológica con los anteriores.
La palabra laicismo proviene originariamente de laicos, derivado de laos, que significa pueblo. En el derecho canónico es lo opuesto a clérigo. Laico era el que estaba en el siglo (secular) frente a clérigo que vivía en el ámbito de lo religioso. El significado evoluciona, por influjo de la Ilustración, y se entiende como opuesto a lo religioso, o, lo que es lo mismo, hay dos mundos, el laico (la sociedad civil) y el religioso, separados, cada uno con una dinámica propia y distinta. Con lo cual se supera la teocracia del antiguo régimen, donde el altar y el trono estaban íntimamente unidos. El concepto primario que define la laicidad es la separación entre ambos poderes, con la libertad religiosa y de cultos como trasfondo. A ello hay que añadir otros aspectos de la libertad y la tolerancia,
Significado en el tiempo

El laico o el simple fiel en la iglesia, no perteneciente ni al clero ni al estado religioso. Es un peón a pie, que vive el siglo sin haber recibido ninguna orden sagrada ni hecho una profesión en una Orden o Congregación religiosa. En los tiempos modernos, por influjo de liberalismo, la iglesia y el estado se separaron y a partir de la Revolución Francesa. El laicismo empieza a tener carta pública en Francia.
Empezó a tener un carácter negativo, esto es exclusión de la religión y de sus símbolos de la vida pública mediante su confinamiento al ámbito de lo privado y a la conciencia individual. Así ha sucedido que al término laicidad, aunque se ha usado con el mismo concepto de laicismo, en el momento presente se le está dando un significado distinto. Ahora se habla de laicidad positiva frente a laicidad negativa (laicismo) (Unión de juristas católicos italianos 9 dic. 2006).

Concepto
La laicidad es una consecuencia de la separación de la Iglesia y el Estado, de la proclamación de la libertad religiosa y de la libertad de cultos. Estos son los tres principios, que definen la laicidad, con otros conceptos de los que hablaremos posteriormente.


Estado laicista.
Francia fue un Estado laicista, como hemos visto en el trabajo sobre el laicismo en Francia. El laicismo es ateo o agnóstico con diversos matices, según se trate del laicismo proveniente de la revolución francesa, o tenga influencias de la masonería o del socialismo-marxista o fascista. Su ideología es como una nueva religión, que se intenta imponer a la sociedad. Es intolerante e irrespetuoso, tanto con lo religioso como con otras ideologías discrepantes. Tiene sus dogmas, sus principios y su liturgia. El laicismo persigue a la Iglesia. Para el laicismo la fe es irracional, y no debe entrar en el debate público.
Los Obispos Franceses, que tanto han sufrido el envite de este laicismo, ya en 1945 decían a este propósito: Si por estas palabras se entiende proclamar la soberana autonomía del Estado en su dominio del orden temporal, su derecho a regir sólo toda la organización política, judicial, administrativa, fiscal, militar etc. declaramos netamente que esta doctrina es plenamente conforme con la doctrina de la Iglesia. La laicidad del Estado puede ser entendida en el sentido de que, en un país dividido por las creencias, el Estado debe dejar a cada ciudadano practicar libremente su religión. En este sentido también es conforme al pensamiento de la Iglesia
En Rusia
En Rusia, con el marxismo, se implanta un estado laicista ateo, que quiere exterminar y ahogar lo religioso, ya que la religión es el opio del pueblo. Sólo existe lo público, ya que la persona no cuenta en el sistema La enseñanza religiosa se barre de las escuelas públicas En el estado solo existe la ideología marxista. La religión es perseguida y los cristianos encarcelados. Se llevó por delante millones de vidas. Este laicismo evidentemente es distinto del de las democracias liberales, al ser más radical por estar suprimidos todos los derechos fundamentales.
Aunque quiso ahogar a lo religioso, de sus cenizas y de las catacumbas ha salido el mundo ortodoxo ruso con más fuerza que antes..
Para el marxismo el fin justifica los medios. La moral no existe. De lo cual se deduce un laicismo arrollador.
Fundamentalismo teocrático
En Arabia Saudí y en los países árabes los Estados son confesionales. No existe la libertad religiosa. Los estados son totalitarios, aunque sean repúblicas. El Islán llena la vida tanto política como religiosa de sus ciudadanos. La persecución de la Iglesia es mayor o menor, según el país, pero en todas ellas sólo puede existir en el ámbito de lo privado. La religión domina todos ámbitos civiles y religiosos

El laicismo en las democracias occidentales
Francia ha sido el modelo que ha intentado imponer en muchos países occidentales. Con diferencias esenciales de unos a otros, especialmente el modelo de 1905.
Las líneas siguen siendo las mismas. Un laicismo, que acepta la religión sólo como hecho privado, como una secta en el mercado de los sentimientos religiosos, o como una vaga y genérica mística. Las tres modalidades niegan a la religión una dimensión pública.
Este laicismo radical es ateo, agnóstico y dogmático, y quiere imponer a la sociedad sus dogmas. Odia a las religiones, especialmente a la Iglesia Católica. No lucha abiertamente contra lo religioso por razones estratégicas, pero quiere recluir la religión a la intimidad de las conciencias y al recinto de sus templos. Le molesta que lo religioso tenga incidencia en lo público, y se oponga a su cosmovisión. Te respetan la vida y no te matan, pero te amordazan en la medida que pueden hacerlo, reduciendo al opositor al silencio. Les molesta que la sociedad sea religiosa y prometen, que si siguen en el poder, cambiarán radicalmente a la sociedad, Invaden la sociedad con su ideología laicista y quieren transformar el mundo.
Esta concepción laicista y dogmática no ha querido admitir en la nueva constitución las raíces cristianas de Europa, como hecho histórico, entre otras razones, porque para ellos las únicas raíces hay que ponerlas en un laicismo sin Dios, en la razón. Esta sociedad laica, determina sus dogmas y obliga a que todos los ciudadanos se dobleguen ante ellos. Admiran el matrimonio entre los homosexuales, como un nuevo derecho. Con una estrategia medida al milímetro, de sensibilización de lo social, orquestada por los medios de comunicación. Incluso, hablan de un derecho de la mujer al aborto, cuando lo que se están haciendo es segar el derecho a la vida.
No admiten, de hecho, la libertad de opinión ni la discrepancia, aunque la tienen continuamente en sus labios, Te permiten que hables en un ámbito íntimo, pero si lo haces en público, todos se echarán encima. Con lo cual se desprecia la libertad de opinión y la objeción de conciencia, a la que todo ciudadano tiene derecho en una democracia. Si dices que están en contra del matrimonio homosexual, todos los radicalistas te gritarán. En una democracia hay que respetar todas las opiniones.
La religión tiene que encerrarse en la esfera de lo privado. Lo cual no está reñido con que por su arraigo y hoy también por razones estratégicas, se celebren en determinadas fechas procesiones y otras manifestaciones religiosas populares. No se trata de actos religiosos, dicen, sino culturales.
Para los defensores de este laicismo, la religión es un obstáculo para la emancipación de la mujer. Para ellos no hay normas morales, ya que todo es relativo y cambiable. Dios no existe, sólo el hombre es el señor y dueño del mundo. S Dios existe, el hombre no puede sentirse feliz. El monoteísmo nos lleva al fundamentalismo religioso. No existen normas absolutas. Han dado un paso a los revolucionarios del XIX, que admitían una moral universal, y posteriormente una ética civil.
En España
Estado aconfesional
El artículo 16 de la Constitución se dice, entre otras cosas, tras proclamar que "ninguna confesión tendrá carácter estatal": Que "Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones".
En un Estado aconfesional nada impide que se establezcan una línea de colaboración entre ambas potestades por medio de Concordatos o Acuerdos. La laicidad justa es la libertad de religión. El Estado no impone una religión, sino que deja espacio libre a las religiones con una responsabilidad hacia la sociedad civil, y, por tanto permite a estas religiones, que sean factores en la construcción de la sociedad civil.
Muchos Estados democráticos admitieron la libertad de conciencia y de cultos a ciertas minorías religiosas, con el fin de evitar disturbios. A partir de este momento la unidad del Estado no se afianza en la unidad de la fe, como había sucedido en el antiguo régimen. El Estado se llama aconfesional y define sus principios de acción en conformidad con los principios de lo que llamaban la recta razón. Ello postula la incompetencia y no injerencia del Estado en la acción de las Iglesias.
Esta democracia laica-aconfesional es respetuosa con todas las religiones y se limita a articular las diversas confesiones religiosas en orden al bien común. No invade la sociedad ni es impositiva. Debe tener en cuenta las características de la sociedad, aunque admita un pluralismo y multiculturalismo Es respetuosa con los diversos estratos sociales tanto religiosos como profanos. Su actitud es neutral, ya que no apuesta por ninguna de ellas. Su fin es articular la variedad social, defender la práctica de todos los derechos humanos sin distinción. Los diversos grupos deben ser tolerantes y romper cualquier tipo de fanatismo. Este Estado aconfesional es el que existe en España, según la Constitución. También este modelo existe en Portugal, Italia, Bélgica, Alemania etc
Posteriormente se promulgó la ley orgánica sobre la libertad religiosa, de 3 de julio de 1980._
En el artículo primero reafirma en el párrafo primero este derecho de esta forma: El Estado garantiza el derecho fundamental a la libertad religiosa y de culto, reconocida en la Constitución. Las creencias religiosas no constituirán motivo de desigualdad o discriminación ante la ley. No podrán alegarse motivos religiosos para impedir a nadie el ejercicio de cualquier trabajo o actividad o el desempleo de cargos o funciones públicas. Ninguna confesión tendrá carácter oficial.
El artículo 2 explica el ámbito de esta libertad.
A. Profesar las creencias religiosas, que libremente elija o no profesar ninguna, cambiar de confesión o abandonar la que tenía, manifestar libremente sus propias creencias religiosas o la ausencia de las mismas o abstenerse de declarar sobre ellas.
B. Practicar los actos de culto y recibir asistencia religiosa de su propia confesión, conmemorar sus festividades y celebrar sus ritos matrimoniales, recibir sepultura digna, sin discriminación por motivos religiosos y no ser obligado a practicar actos de culto o a recibir asistencia religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
C. Recibir e impartir enseñanza e información religiosa de toda índole, ya sea oralmente, por escrito o por cualquier otro procedimiento, elegir para sí, y para los menores no emancipados e incapacitados, bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
D. Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse para desarrollar comunitariamente sus actividades religiosas de conformidad con el ordenamiento jurídico general y lo establecido en la presente Ley Orgánica.
En el párrafo segundo afirma el derecho, que en virtud de la libertad religiosa, tienen las Iglesias, Confesiones y Comunidades religiosas a establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos, a designar y formar a sus ministros, a divulgar o propagar su propio credo y a mantener relaciones con sus propias organizaciones o con otras confesiones religiosas sea en territorio nacional o en el extranjero.
En el mismo artículo 2, en el apartado dos se dice: Asimismo comprende el derecho de las Iglesias, las Confesiones y Comunidades religiosas a establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos, a designar y formar sus ministros, a divulgar y propagar sus propio creo y a mantener relaciones con sus propias organizaciones o con otras confesiones religiosas, sea en territorio nacional o en el extranjero.
En el mismo artículo 2 tres se dice: Para la aplicación real y efectiva de estos derechos los poderes públicos adoptarán las medidas necesarias para facilitar la asistencia religiosa en los establecimientos públicos, militares, hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y otros bajo se dependencia, así como la formación religiosa en centros docentes públicos.
Se crea una comisión gestora.
Disposición transitoria primera:
El Estado reconoce la personalidad jurídica y la plena capacidad de obrar de las entidades religiosas, que gozan de ella en l fecha de entrada en vigor de la presente ley. Transcurridos tres años, sólo podrán justificar su personalidad jurídica, mediante la certificación de la inscripción en el Registro a que esta ley se refiere.
Disposición transitoria segunda:
Las Asociaciones Religiosas que al solicitar su reconocimiento legal, de conformidad con lo establecido en la ley 44-1967, de 28 de junio, hubieran hecho expresa declaración de ser propietarios de bienes inmuebles o de otra clase, sujetos a registro público, para la plena eficacia de su transmisión, cuya titularidad dominical aparezca a nombre de terceros, y aquellos que habiendo ya formulado ante la administración esta declaración patrimonial solicitan inscripción legal con arreglo a lo prevenido en la presente ley, podrán en el plazo de un año, regularizar su situación patrimonial, otorgando los documentos en que se reconozca la propiedad a favor de los mismos, de aquellos bienes que figuran a nombre de personas interpuestas o utilizando cualquier otro procedimiento legal para justificar adecuadamente su dominio, hasta obtener la inscripción a los títulos en el Registro de la Propiedad con la exención de toda clase de impuestos, tasas y arbitrios que con tal motivo se originen. Julio 1980. A. Suarez. El Rey.
El Gobierno de Zapatero quiere cambiar esta ley, que está muy bien reestructurada, en conformidad con los principios que en la actualidad están vigentes en Europa. En el presente están en el candelero los siguientes temas.
Supresión de los signos Religiosos
La ley de la la libertad religiosa está suscitando en el momento presente algunas críticas a la presencia de signos religiosos en la sociedad civil. Vamos a ver algunos ejemplos.
El crucifijo
La Asociación Cultural Laica de Valladolid, cuyo Presidente es Carlos Parrado, después de tres años de pleitos, ha conseguido del juez del contencioso administrativo n. 2 de Valladolid, Alejando Valentín, una sentencia (14-nov-07), en la que el juez establece que los directores del colegio tienen la obligación de retirar los símbolos religiosos de las aulas y espacios comunes. El crucifijo tiene una connotación religiosa, aunque también otras, dice el juez.
La argumentación del juez es ésta..La presencia de estos símbolos en las zonas comunes del centro educativo público, en el que reciben educación menores de edad, en plena fase de formación de su voluntad e intelecto, puede provocar en estos el sentimiento de que el Estado está más cercano a la confesión, con la que guardan relación los símbolos presentes en el centro público, que a otras confesiones respecto de las que no está presente ningún símbolo.
Para el juez la decisión del Consejo Escolar vulnera los derechos fundamentales reconocidos en los artículos 14 y 16, 1-3, de la Constitución Española, que garantiza los derechos fundamentales como la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y comunidades. Alude a continuación a la laicidad y neutralidad del Estado.
El Estado español es aconfesional y debe tener en cuenta a la mayoría católica, ya nadie debe escandalizarse de ello. Es lo que ha dicho el Consejo Escolar, que representa a la mayoría de los alumnos.
El juez no ha tenido en cuenta que la mayor parte de los padres de los alumnos estaban en contra de su decisión y que la Junta estaba siguiendo el criterio de que son los consejos escolares de cada centro los competentes para mantener o retirar los símbolos religiosos, tal como se deduce de la ley orgánica de educación.
Con esta postura radical en busca de la confrontación estos grupos están erosionando al mismo partido socialista, que debe defender la tolerancia de todos en bien de una convivencia pacífica. No perciben que nuestra tradición tiene raíces cristianas. El crucifijo no se puede ocultar a los niños, porque nuestras torres, nuestra Semana Santa nos muestra en la calle estos símbolos, que tanto les molestan. Nuestro arte religioso tanto pictórico como escultural, no se puede entender sin esos Cristos crucificados y sin esas cruces, que la mayor parte de las mujeres llevan en su pecho. La cruz no es sólo un elemento religioso, sino cultural, ya que no pueden conocer el sentido de nuestra obras de arte, si no saben que el cristianismo hubo un Cristo que murió en la cruz y eso es lo que significan esas pinturas. Las Cruces, que tiene una resonancia religiosa, nos están hablando de esfuerzo, de sacrificio y de servicio, que es lo que simboliza la cruz. Sería absurdo, que en aras de la neutralidad, el gobierno tirara todo ello a la basura. Lo que sucede es que la neutralidad se está trasformando en una nueva diosa, que quiere solucionarlo todo.
La sentencia no tiene valor, ya que va ser recurrida.
Por otra parte la existencia de un crucifijo en una clase, no va contra la neutralidad del Estado, como quieren hacer ver algunos grupos apuntados al relativismo radical, por el odium fidei. En Italia, que se planteó el problema, en órganos superiores, en un estado también laico, el problema se resolvió de otra manera distinta. El Consejo de Estado dijo: que el crucifijo expresa el elevado fundamento de nuestros valores civiles: Precisamente los valores que configuran la laicidad del ordenamiento del Estado…Estos valores son la Igualdad, la paz, la separación entre la Iglesia y el Estado se fundan históricamente en el cristianismo y de ahí que el crucifijo tenga un valor educativo. El magistrado de la Audiencia Nacional D. Luis Requero se preguntó: Hasta qué punto es conveniente que España, a través de este tipo de hechos, vaya desprendiéndose de su identidad y de los aspectos de su cultura, que le han dado sentido y que la caracterizan como nación.
La postura del Juez es una postura laicista, porque quiere imponer a los padres su postura radical de lo no religioso.
El crucifijo muy pronto intentará quitarse también no solo de las escuelas, sino de otros ámbitos públicos estatales.
Construcción de mezquitas
En España, en la actualidad hay 100 mezquitas, aunque no todas están regularizadas. La mayoría no tienen imanes autorizados. Hay un millón de musulmanes en España. Según Mohamed Karchich, secretario de la Federación Islámica en España, muchas de las mezquitas clandestinas son un foco de yihadismo, donde se forman y se reclutan a muyahidines para luchar en Irak y Afganistán. Muchos imanes no suficientemente preparados son nombrados por los países, que construyeron las mezquitas. Para evitar esto en Francia el Estado controla la formación de los imanes, ya que estos centros tienen además otros fines sociales. Pueden ayudar a constituir ghetos sociales en los suburbios, que impidan la integración, como ha sucedido en Francia. Putín ha denegado el permiso a Arabia Saudí para construir una mezquita en Rusia, sino no le admite edificar iglesias ortodoxas en Arabia en virtud del principio de reciprocidad.
En este momento en Italia, ha salido a la luz un proyecto de ley con el fin de regular la edificación de las mezquitas. En una entrevista, que hacen a Roberto Cota, presentador del proyecto, hace estas afirmaciones: No se trata de racismo, sino de mejorar una situación que se ha vuelto insostenible, porque no hay reglas y estos centros carecen de control. Para conceder la autorización necesitan: Autorización por parte de la región, un referéndum en cada lugar en que se va a construir, saber de donde vendrá la financiación, que se alejen a más de un kilometro de otras construcciones religiosas, el idioma de las mezquitas debe ser el italiano. A otros aspectos del problema responde de esta manera: Quede claro que no somos un partido católico, pero los principios católicos son propios de nuestra comunidad. No puede estar al mismo nivel el Crucifico y el Corán. Lo más sorprendente es que ellos defienden sus tradiciones y nosotros no. Vamos, que en muchos países islámicos no nos dejan levantar una iglesia y nosotros les tenemos que dejar hacer de todo. Lo que no pueden pretender es que sus reglas se conviertan en nuestras.. Para él estos centros no tiene carácter exclusivamente religioso: No son centros de culto, se convierten en centros políticos, y ahí está el peligro como se ha demostrado. Le entrevista la termina de esta manera; Vivimos un periodo histórico particular…o nos rendimos y dejamos de alguna forma que nos dominen, cancelando nuestra identidad o ponemos nosotros las reglas.
La navidad
Los Belenes están desapareciendo del ámbito público. Parece ser que la conmemoración de estas fiestas, con signos públicos religiosos, molestan. Temen herir la sensibilidad de los musulmanes y agnósticos. La sociedad española no les importa. ¿Son tan tolerantes los islamistas? Al margen de cualquier creencia religiosa, la Belenes, con todos los valores culturales que encierra el nacimiento de Cristo, son signo de nuestra identidad histórico-religiosa. Francisco de Asís que fue el primer belenista, se admiraba de que Jesús había elegido para nacer una cueva y no un palacio, la pobreza de un pesebre y no una cuna de flores. El cántico de los Ángeles respiraba paz: Gloria a Dios en la tierra y paz a los hombres de buena voluntad Allí descubría a un carpintero, a una sencilla campesina israelí y en ese marco a un niño recién nacido e indefenso, que era Dios. En este marco se había producido el misterio más grande de la humanidad, que Dios se hiciera hombre y se quedara a vivir entre nosotros. Nuestros niños no deben perder esta referencia en esta sociedad de la opulencia, en la que tanto tenemos que compartir.
Los juramentos
Paso a paso se intentará suprimir los signos religiosos en los juramentos de los servidores del Estado, cuando lo mejor sería que cada cual jure como quiera. Esto estaría de acuerdo con las creencias de cada uno. Buscar la uniformidad, es querer a asociarnos a todos a su laicismo totalizante. No por ello el Estado deja de ser laico.
Los funerales de Estado
Algunos enfatizan en que no se deben organizar funerales de Estado. Estos funerales los organizan los familiares de los difuntos, que se profesan católicos y desean despedir a sus difuntos con una misa. A estas misas pueden asistir quienes quieran: Autoridades civiles, ateos, o de cualquiera otras creencias. Nadie, en un estado democrático, se puede obligar a que se monte un entierro civil a un creyente, ya que se deben respetar las creencias de casa uno. A mi no me molesta asistir a una boda civil o ir a una capilla protestante, si se entierra un amigo. Si un difunto se profesa agnóstico o perteneciente a otra confesión religiosa, debe hacerse, según el criterio de la familia, o un entierro civil o un entierro de acuerdo con el rito de su confesión. En esto consiste la libertad religiosa. Con lo fácil que es, que si uno es cristiano se organice un acto religioso o si no es creyente un acto civil y si es mahometano, un servicio islámico.. Creo que en esto está la auténtica laicidad y libertad. En la laica Francia puede asistir el Presidente de la República al entierro de Mitterrand en Nostre Dame de París o al funeral por Juan Pablo y nosotros nos escandalizamos de ello. Queremos de nuevo resucitar la guerra de los muertos de la II república. La asistencia a un funeral tiene dos vertientes, rogar a Dios por el difunto y acompañar a los familiares en su dolor. Un no creyente puede asistir por el segundo motivo y de hecho hay muchos que así lo hacen. Al acto se pueden unir voluntariamente los que quieran. A un entierro civil, pueden asistir libremente los que quieran, incluso los católicos. Al entierro organizado por otras iglesias cristianas, pueden asistir los católicos, no creyentes etc. Estamos haciendo problema de lo que no es problema y crear tensiones sin necesidad. En el fondo es el laicismo, que quiere imponer su laicismo impositivo a todos. En esta sociedad plural, tiene más sentido la tolerancia y el respeto.
Las autoridades civiles en las procesiones
Después del Concilio han existido distintos posicionamientos en las diócesis sobre la asistencia de las autoridades civiles a las procesiones, celebraciones patronales, romerías y otros actos de la religiosidad popular. En una primera etapa, pareció bien a los sacerdotes, que las autoridades no asistieran a las procesiones, ya que entonces se quería que hubiera una purificación de la religiosidad popular en este campo. Las autoridades civiles, especialmente las de izquierda, aunque no eran partidarias de la asistencia a ellas, empezaron a asistir, sobre todo en aquellas procesiones, que tenían, una base popular. Fueron conscientes de que el no asistir, les restaba votos, aduciendo que asistía a un acto cultural. En el momento presente no se plantea ningún problema, ya suelen asistir todos los grupos políticos. Recuerdo que el antiguo alcalde de Madrid, Tierno Galván, con su medalla de San Isidro al cuello, asistía a las procesiones de esta fiesta, aunque se profesaba agnóstico. Lo justificaba diciendo que como alcalde tenía la obligación de acompañar a su pueblo en estos momentos festivos y religiosos. Un político, decía, tiene que ser respetuoso con las creencias de todos. No creo que conculcara la laicidad, ni que escandalizara a nadie, ya que todos conocíamos su postura religiosa. Claro que si no asistía no pasaba nada. Había comprendido un hecho sociológico muy importante: Lo profunda que es esta religiosidad popular, que llega a definir la identidad de un pueblo e incluso de una nación. Los Obispos en la actualidad se han acercado también más a esta religiosidad popular. Los elementos histórico-culturales, que tienen estas tradiciones religiosas, tienen siglos a sus espaldas. Pensad en el Corpus de Toledo, Granada y Sevilla o en las procesiones de Semana Santa. Un alcalde, aunque no se católico, que suprima la Cabalgata de Reyes o el Belén de nuestra tradición es un insensato. No obstante merece mi respeto, si no quiere asistir. Nadie debe criticarle. Si un no creyente asiste a la procesión del Corpus de Toledo, yo no lo censuro, aunque no tenga fe, con tal que lo haga con respeto.
Otro tema distinto es el de la asistencia obligatoria de los militares a las procesiones. Estos pueden acogerse a la objeción de conciencia. Los superiores no deben obligarles a asistir. El Tribunal Constitucional admitió su objeción en Valencia. La .asistencia de la tropa, si la autoridad militar no se decide suprimirla, debe ser libre y voluntaria.
Radicalismo naciente en España
En España, aunque nuestra Constitución es aconfesional, algunos grupos radicalizados de la izquierda, quieren imponer un laicismo radical. Postura que no es compartida por muchos socialistas.
El Presidente del Gobierno anunciaba que iba a promover Leyes, progresistas, laicas y modernas. Posteriormente en la Asamblea Francesa dirá: La tarea de la política no es la búsqueda de la verdad, sino del acuerdo sobre la realización y actuación de sus valores. Cuando el Presidente dijo estas palabras, no terminé de entenderlas, pues creí que les daba una interpretación no correcta.
Leyendo un artículo de Gregorio Peces Barba lo entendí mejor. Éste decía: El Papa se tiene que enterar que la moralidad que aplica el Estado Español en un sistema democrático es la ética pública, cuyo principio fundamental es el de las mayorías y la soberanía popular.
El Presidente viene a decir lo mismo que Peces Barba, con la diferencia, que éste lo dice más claro. Sólo hay una ética pública que es la del Estado, que a su vez se determina por la mayoría de votos en el parlamento sin tener en cuenta ningún otro presupuesto, ni histórico, ni cultural, ni religioso, ni racional.
La conclusión a que se llega es que no es necesario buscar la verdad, sino el consenso. Es decir se trata de una democracia deliberativa, que busca estratégica y pragmáticamente el acuerdo, que es la base del obrar. Se confunde la moral con el derecho, o mejor la moral queda reducida al derecho de la soberanía, o la ética pública.
Dicho de otra manera más clara, sin tergiversar su pensamiento, sólo hay una moral pública, que es la que se establece por el consenso de las mayorías y la soberanía popular en el parlamento. La historia del pensamiento europeo, los valores conseguidos en este largo proceso histórico, sus raíces greco-romanas, sus orígenes cristianos, sus costumbres y celebraciones, sus símbolos hay que echarlos al basurero.
En toda nuestra tradición los maestros salmantinos fundaban la teoría del ius gentium en el derecho y la ley natural, inscrita por Dios en el ser personal y social del hombre, y reconocible objetivamente por éste en el sagrario de la conciencia como una exigencia ética primordial.
El positivismo y el relativismo
Con ello podemos caer en un positivismo jurídico como una única fuente de la convivencia, ya que no existen principios previos a lo aprobado por el parlamento, que es el reflejo de la soberanía popular. Lo cual lleva a una confusión entre la moral y el derecho y nos hace caer en un relativismo moral y jurídico. El positivismo jurídico de Kelsen, defendido en Italia por Bobbio, es o debe ser el criterio definitivo del obrar, ya que sólo existe la ley positiva. Los derechos se fundan en ello y no en la dignidad de la persona humana.
Este relativismo ha sido defendido por el filósofo americano Rorty: En nuestros días el tiempo ha huido. Ahora todo es evento, si es que hay evento alguno, ya que todo es opinable. Atrás quedó la era de la fe y la era de la razón. Hoy vivimos la era de la interpretación, donde nada es lo que parece, porque todo se ha vuelto irreconocible, incognoscible. Las cosas ya no existen en la realidad y de ninguna manera cabe disputar acerca de contenidos cognoscitivos. Es preciso empezar a acostumbrarse a no sorprenderse de nada.
Su ideología es como una religión que se intenta imponer a la sociedad. Es intolerante e irrespetuoso, tanto con lo religioso como contra otras ideologías discrepantes, aunque esa oposición la haga con buenas palabras y según unas estrategias definidas. Esta postura termina dañando a la misma democracia, porque se queda vacía de valores
La postura de nuestro Presidente ha sido muy criticada por el historiador Stanley G- Payne en estos términos.
[1]: “Zapatero introdujo una novedosa forma de izquierdismo en España que ni se parece al antiguo revolucionarismo ni a la socialdemocracia constructiva de Felipe González. Se trata de un nuevo izquierdismo basado en la corrección política internacional y en unas extrañas ideas de multiculturidad, atomización de la cultura y la sociedad y reconstrucción de España en interés de una especie de ilusorio y renacido frente popular con el que consolidar su poder político..El frente popular está en Cataluña. La ilusión de Zapatero es una alianza multipartidista contra la derecha…Su política nacional está destinada a la caza de aliados. En la presentación de su libro “40 preguntas sobre la guerra civil española, publicado en la Esfera de los libros, en una entrevista que le hacen en ABC, el 22 del 11 de 2006,

Dios se destierra de la sociedad. La única razón del vivir es la satisfacción y el hedonismo. El sexo es el ídolo, colocado en el pedestal de la Historia. A la familia tradicional, portadora de los valores tradicionales, hay que destruirla. El hombre moderno entra en un vacío moral, cuyas consecuencias de futuro son impredecibles.
No obstante es ilógico el defender que si Dios no existe, todo está permitido. Este laicismo relativista no admite principios absolutos, ni ningún otro criterio objetivo al que tenga que someterse, salvo aquello a lo que se haya llegado por el consenso.
El hombre lleva grabado en lo más profundo de su corazón lo que debe hacer y obrar.
[2]
En esta concepción relativista no hay lugar para Dios, y para unos valores absolutos.[3] En la sociedad no hay mensajes éticos, las raíces de nuestra cultura se olvidan, los signos religiosos son mitologías que hay que olvidar.
El concepto neutralidad, se identifica en ocasiones como una ideología que corta la libertad de los otros por medio de la política. ¿Por qué razón, en aras de la neutralidad del Estado, se puede imponer llevar el velo en la escuela? ¿Es que es la única expresión de la racionalidad?
El entonces Cardenal Ratzinger, con su autoridad, explica este proceso:
[4] El laicismo ya no es aquel elemento de neutralidad que abre espacios de libertad a todos. Comienza a trasformase en una ideología que se impone a través de la política y no concede espacio público a la vida católica y cristiana, que corre el riesgo de convertirse en algo puramente privado y en el fondo mutilado.
En este sentido existe una lucha, y debemos defender la libertad religiosa contra la imposición de una ideología que se presenta como si fuese la única voz de la racionalidad, cuando es expresión de un cierto racionalismo.
El Cardenal Gerlier lo condenaba claramente en 1945: Si la laicidad del Estado es una doctrina filosófica, que contiene toda una concepción materialista y atea de la vida humana y de la sociedad, si estas palabras quieren definir un sistema de gobierno político que impone esta concepción a los funcionarios hasta en su vida privada, a las escuelas del Estado, a toda la nación, nos alzamos con todas nuestras fuerzas contra esta doctrina, la condenamos en nombre de la verdadera misión del Estado y de la misión de la Iglesia.
En fin si la laicidad del Estado significa la voluntad del Estado de no someterse a ninguna moral superior y no reconocer más que su interés como regla de su acción, afirmamos que esta tesis es extremadamente peligrosa, retrógrada y falsa.
Peligrosa porque justifica todos los excesos del despotismo y conduce directamente a la dictadura.
Retrógrada porque nos vuelve a una concepción del Estado pagano del que fuimos liberados por el cristianismo.
Falsa en fin, porque nada puede prevalecer sobre la moral y el derecho, porque la simple legalidad no es, por si misma, el derecho.

Consecuencias:
Está demostrado, que una democracia, no puede subsistir, a no ser que no quiere caer en el vacío, si no admite unos valores, basados en el mismo hombre y no en meras normas temporales, hechas al compás de las conveniencias o por puras estrategias políticas en busca del voto. Si ya no hay más moral y más derecho, que el que emiten los parlamentos, termina desapareciendo la responsabilidad moral y sólo queda el poder coercitivo del Estado. ¿Qué queda de la conciencia? ¿Qué queda de la responsabilidad del hombre ante sí mismo? ¿Qué queda de los valores y de los elementos culturales nacidos en los tiempos a partir de nuestras raíces? ¿Qué queda del esfuerzo, del trabajo, del respeto, de la autoridad de los padres, de la honradez etc ¿

El hombre queda frente a si solo, como hacedor de su historia. Sólo el decide lo que es bueno y lo que es malo. Y decidir lo que se debe hacer. Las consecuencias para la humanidad fueron trágicas con el nacimiento del nazismo y el marxismo, que, al tirar por la borda todos los valores de nuestra civilización, hicieron que corrieran ríos de sangre por los campos del mundo.
Martín Heidegger, el filósofo del existencialismo, tenía que reconocer al final de su vida, en 1976: Sólo Dios puede todavía salvarnos.

BENEDICTO XVI Y LA LAICIDAD

La palabra laicidad la usa por primera vez Pio XII, hablando de una laicidad del Estado sana y legítima (A.A.S., 1958, 220).
La Congregación para la doctrina de la fe (24-11-2002) dijo: La laicidad entendida como autonomía de la esfera civil y política de la esfera religiosa y eclesiástica-nunca de la esfera moral-es un valor adquirido y reconocido por la Iglesia y pertenece al patrimonio de la civilización alcanzado. En consecuencia, la laicidad es también la actitud autónoma de quien respeta las verdades del conocimiento natural del hombre sin prescindir de la enseñanza moral y social de la Iglesia.
Juan Pablo II en una carta dirigida al Episcopado francés (11-2-05) dice: La laicidad pertenece a la doctrina social de la Iglesia, en cuanto que responde a una justa separación de poderes, implica la aconfesionalidad del Estado, está en consonancia con la autonomía temporal, hace posible la cooperación y permite la actuación de los cristianos en la vida pública.
No ha escrito Benedicto XVI una síntesis articulada de la laicidad. Ha tratado el tema de una manera esporádica en diversos artículos y entrevistas.
Para él la sana laicidad consiste en que tanto las religiones como el estado se rijan por sus propias normas. Estas normas del Estado no deben olvidar las instancias éticas fundamentales, derivadas de la misma naturaleza humana.
En el siguiente texto aclara de una manera global el sentido de esta palabra: Es necesario el establecimiento en Europa de una laicidad sana, para construir una sociedad en la que convivan pacíficamente tradiciones, culturas y religiones diferentes. Separar la vida pública de todo valor de las tradiciones significaría meterse en un camino cerrado y sin salida. La sana laicidad comporta que cada realidad temporal se rija por sus propias normas, las cuales, sin embargo, no deben olvidar las instancias éticas fundamentales, cuyo fundamento reside en la misma naturaleza humana. Cuando la Iglesia católica, a través de sus legítimos pastores, apela al valor de estos principios fundamentales, enraizados en la herencia cristiana de Europa, se mueve únicamente por el deseo de garantizar y promover la dignidad inviolable de la persona y el auténtico bien de la sociedad,
El laicismo, dentro de las diversas vertientes, se caracteriza fundamentalmente , porque no admite a Dios en la sociedad.. Excluye a la religión y a sus símbolos de la vida pública: oficinas, escuelas, tribunales, hospitales, cárceles. En las escuelas públicas están de más el crucifijo, los Belenes, el rezar etc.
Para esta concepción sólo hay una moral laica, una conciencia laica, una política laica. No hay una moral absoluta. No admite ninguna relevancia política ni cultural a la religión. Nuestro pasado con sus raíces cristina hay que dejarlo en el cajón, porque ya no me sirve
La religión queda reducida el ámbito de lo privado La laicidad es un concepto nuevo, que en el presente se está modelando.
Este laicismo agresivo el Papa lo describe de esta forma: Existe una agresividad ideológica secular, que puede ser preocupante. En Suecia, un pastor protestante, que había hablado sobre la homosexualidad, basándose en un pasaje de la sagrada escritura ha pasado un mes en la cárcel. El laicismo ya no es aquel elemento de neutralidad, que abre espacios a la libertad de todos. Comienza a transformarse en una ideología que se impone a través de la política y no concede espacio público en la visión católica y cristiana, que corre el riesgo de convertirse, en algo puramente privado y en el fondo mutilado. En este sentido existe una lucha y debemos defender la libertad religiosa contra la imposición de una ideología, que se presenta como si fuera la única voz de la racionalidad (Entrevista de a Benedicto XVI en la República, 19-Nov.2004).
En la misma entrevista, cuando este laicismo se identifica con un Estado, lo condena de esta manera: El laicismo, dado que se ha de considerar una doctrina más, sería ilegítimo por parte del Estado su promoción indiscriminada…No puede el Estado asumir la defensa del laicismo.
Este tipo de laicismo se trasforma en una nueva doctrina o nueva religión, que el Estado no debe imponer a la sociedad.
A esta laicidad el Papa la venía llamando laicidad sana y abierta. Últimamente la llama positiva.
El Concilio ha tratado el tema de la autonomía de la sociedad civil en la GS. N. 36: Las cosas creadas y las sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aplicar y ordenar paulatinamente (GS.36).

La laicidad es positiva, porque es una llamada al diálogo, a la tolerancia, al respeto, a la apertura y a la cooperación mutua.
Como consecuencia el Papa distingue dos campos. Uno político y otro religioso. Ambos son distintos, ya que la función de la iglesia no está en el campo político, ni la del el Estado en lo religioso: Lo Argumenta de esta manera: El cristianismo era desde el principio una religión universal; por tanto no se identificaba con el Estado y estaba presente en todos los Estados.
Es verdad que hubo momentos históricos en que el trono y altar estuvieron unidos, pero ya Jesús había dicho: Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
La libertad religiosa
El Papa tiene en cuenta la doctrina del Concilio sobre la libertad religiosa. Una declaración compleja, que muchos no han leído.
Sin entrar a hacer un estudio exhaustivo del concepto de libertad religiosa, que está en el trasfondo de este estudio, me limito a sacar a la luz en síntesis lo que establece la Declaración universal de los derechos humanos de las Naciones Unidas de 1948. El Concilio tuvo muy presente esta declaración al elaborar la DH.
En el artículo 2.1 establece que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamadas sin distinción alguna (…) de religión.
El articulo 18 indica también que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Este derecho incluye la libertad de cambiar de religión y creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
El límite que ponen todas las constituciones es el orden público.
La Iglesia católica en la Declaración Dignitatis humanae define la libertad religiosa de esta manera: El Concilio Vaticano II declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de ser inmunes de coacción, sea por parte de personas particulares, como por grupos sociales, y de cualquier potestad humana y esto, de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe contra ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos.(2)
En las Constituciones actuales el límite sigue siendo el orden público. El límite lo sitúa el Concilio dentro de los límites debidos. Con la palabra deber se quiere evitar una arbitrariedad en el concepto de orden público, calibrado por sólo por el Estado, dada su ambigüedad.
Fue una de las Constituciones más polémicas en su elaboración, ya que el paso de la intolerancia religiosa ante el error a la aceptación de la libertad religiosa, implicaba la aceptación de un Estado aconfesional católico y el reconocimiento de otras sensibilidades religiosas con los mismos derechos civiles. Con ello se aceptaba su práctica en las sociedades democráticas y la Iglesia se reconciliaba con los principios del liberalismo. Dicho de otra manera, se superaba la doctrina tradicional, de la tesis y antítesis. Ello ha posibilitado un nuevo diálogo con las otras religiones inaugurado por Juan Pablo II y que la iglesia pueda pedir al mundo árabe la misma reciprocidad.
Este derecho está fundamentado en la misma naturaleza del hombre y no es una concesión gratuita del Estado: El derecho a la libertad religiosa está fundado en la dignidad misma de la persona humana tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón humana (2). Implica toda inmunidad de coacción en un doble sentido, ya que a nadie se le puede obligar a actuar contra su propia conciencia y a nadie se le puede impedir actuar conforme a ella tanto en privado como en público, dentro de los límites debidos.
El hombre en su libertad tiene la obligación de buscar la verdad: Todos los hombres conforme a su dignidad, por ser personas, e.d,, dotados de razón y de voluntad libre, y por tanto, enaltecidos con una responsabilidad personal, son impulsados por su propia naturaleza a buscar la verdad y además tienen obligación moral de buscarla, sobre todo lo que se refiere a la religión. Están obligados asimismo, a adherirse a la verdad conocida y a ordenar su vida según las exigencias de la vedad (2)
El hombre en esa búsqueda de la verdad deberá atenerse a lo que le dicte su conciencia, sin que nadie pueda impedírselo. La conciencia no es la norma, pero sí el imperativo naciente de esa búsqueda. El acto de fe, ayudado de la gracia de Dios, es libre.
De estas normas de ámbito universal se deduce que la libertad religiosa y el derecho a expresarse libremente en el plano individual y público es un derecho que sobrepasa la libertad de conciencia o la libertad de opinión. El hombre, por naturaleza es un ser trascendente y religioso, y no se le puede sustraer esa dimensión divina. La libertad religiosa es un derecho unido a la naturaleza humana de tal suerte que el Estado tiene el deber de reconocerla porque es anterior y superior a él. El estado no puede quedarse en una simple tolerancia o respeto, sino que tiene que defenderla, promoverla y preservarla de los ataques que puedan venirle de fuera. El Estado, mediante un diálogo con las religiones, tiene la obligación, no sólo de respetarlas, sino buscar campos de cooperación con ellas en orden al bien común.
Las religiones, no sólo se deben mover en el ámbito de lo privado, ya que deben tener un cometido específico en la dimensión pública de la sociedad. Las iglesias pueden colaborar, como de hecho están haciendo en el campo de la cultura, de enseñanza, de educación y de la beneficencia. La Iglesia desde su nacimiento ayudó siempre en el plano social. Hoy en día, en este campo, se abre un camino con ayuda de los Estados en la promoción del tercer el mundo y en radicar las muertes por hambre, que se están produciendo para vergüenza del mundo civilizado.
La laicidad y Dios
Para el Papa en una auténtica laicidad no se puede prescindir de Dios, ya que esta dimensión espiritual del hombre está sellada en su misma estructura de criatura: La auténtica laicidad no es prescindir de la dimensión espiritual del hombre; ésta es, radicalmente, garante de nuestra libertad y de la autonomía de las realidades terrenas, gracias a los dictámenes de la Sabiduría creadora, que la conciencia humana sabe acoger y realizar. No se puede olvidar la dimensión religiosa del hombre. Decía Alexis de Torqueville: Todos los que aman la libertad deberían apresurarse a llamar a la religión en su ayuda…porque debería saber que no se puede establecer el reino de la libertad sin las buenas costumbres, ni crear las buenas costumbres sin la fe.
La laicidad es garante de la libertad, ya que cuando se instala el laicismo disminuye la libertad. Es una constatación histórica. Es garante de las autonomías humanas, porque no permite la interferencia ajena en su devenir. En los totalitarismos tanto de izquierdas como de derechas es así.
La religión, por lo tanto, y la política, son distintos, pero los cristianos, que viven en la sociedad deben colaborar como cualquier otro ciudadano en la política. Tienen derecho a ello como personas y como grupo. Es de débiles mentales decir que la religión católica en España tiene la misma relevancia pública que una ONG.
Laicidad y tolerancia
Gracias a la laicidad es posible la convivencia de varios credos religiosos o ideologías, ya que la tolerancia, al respetar todas las creencias, no impide ninguna religión. La creencia puede enriquecer a la sociedad civil con sus actividades espirituales, culturales, y caritativas, que toda religión debe prestar: La laicidad comporta el respeto a todas las creencias por parte del Estado, que asegura el libre ejercicio de las actividades de culto, espirituales, culturales y caritativas de las comunidades de creyentes. La laicidad, según el Papa, es la clave para la multiculturalidad dentro del respeto.
El catolicismo en este campo puede aportar mucho, como dice en su Encíclica sobre la caridad. Dialogamos poco y escuchamos poco, ya que los oídos los tenemos cerrados. Falta esta aportación de lo religioso, ya que las discusiones se plantean en el debate público (radio o televisión). Un diálogo serio, tranquilo, pausado y razonable nos está faltando. Faltan las entidades intermedias. Da la impresión que a los políticos no les interesa esta debate público. En el parlamento no se discuten los programas, porque ya está determinado por los partidos en los despachos, lo que se debe hacer. Faltan discusiones públicas, serias, objetivas para buscar el bien común, no nuestro bien, o el del partido. En lugar del diálogo, usamos la increpación, la injuria, la mordacidad o el desprecio. No se quiere el diálogo público, ya que los medios de comunicación están acaparados.
Consenso ético y debate público
En la sana laicidad la religión no pertenece al ámbito de lo privado Sin embargo la Iglesia católica tiene estructuras visibles y debe tener presencia pública en la sociedad en una democracia. A un ciudadano, por el hecho de ser ciudadano, se le permite actuar en la vida ciudadana. En una sana laicidad la religión no puede quedar reducida al ámbito de lo privado como una ONG. La Iglesia que lleva presente en nuestra sociedad durante veinte siglos y ha aportado muchos de los valores actuales de las democracias, no se puede silenciar, ya que puede seguir aportando, en compañía de otras instituciones, grandes bienes al bien común. La Iglesia puede seguir cooperando con la sociedad civil en el campo social, en la cultura, en la educación moral de la juventud, en la caridad etc
A muchos molesta que la Iglesia tenga voz en la sociedad.. Una sana laicidad no puede prescindir de las instancias éticas fundamentales. Es necesario buscar un consenso ético de fondo con las otras religiones y con los no creyentes. Esta búsqueda de la verdad el hombre tiene que realizarla por medio de la racionalidad, que no puede quedar reducida a la lucha de mayorías aritméticas.
En este mundo multicultural se impone esta reflexión. No debe extrañar que la Iglesia entre en este debate público, especialmente cuando se juegan los derechos de la persona, de su dignidad y su destino.
Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a todas las conciencias para redescubrir en la ley natural el fundamento de la convivencia democrática y evitar así que el humor de la mayoría o de los más fuertes se conviertan en el criterio del bien o del mal.
La ley natural es, según explicó el Papa, esa «norma escrita por el Creador en el corazón del hombre» que le permite distinguir el bien del mal.
Ahora bien, reconoció, «en muchos pensadores parece dominar hoy una concepción positivista del derecho. Según ellos, la humanidad, o la sociedad, o de hecho la mayoría de los ciudadanos se convierte en la fuente última de la ley civil».
En este positivismo se encuentra el relativismo ético, ya que hay valores absolutos, sino relativos. Sólo es moral lo que nace del consenso. «La mayoría de un momento se convertiría en la última fuente del derecho».
«La historia, dice el Papa, demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse.. La verdadera racionalidad no queda garantizada por el consenso de una mayoría, sino sólo por la transparencia de la razón humana ante la Razón creadora y por la escucha de esta Fuente de nuestra racionalidad».
Cuando están en juego «las exigencias fundamentales de la dignidad de la persona humana, de su vida, de la institución familiar, de la justicia, del ordenamiento social, es decir, los derechos fundamentales del hombre, ninguna ley hecha por los hombres puede trastocar la norma escrita por el Creador en el corazón del hombre, sin que la sociedad quede golpeada dramáticamente en lo que constituye su fundamento irrenunciable», aclaró.
Para llegar a un acuerdo previo a cualquier legislación el hombre debe tener en cuenta que hay una le ley natural que se convierte en garantía para el respeto de la su dignidad humana, quedando al reparo de toda manipulación ideológica y de todo arbitrio o abuso del más fuerte».
Nadie puede sustraerse a esta exigencia –comentó el Papa. Si por un trágico oscurecimiento de la conciencia colectiva, el escepticismo y el relativismo ético llegaran a cancelar los principios fundamentales de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático quedaría radicalmente herido en sus fundamentos».
Para Marcello Pera, agnóstico, que fue Presidente del Senado Italiano, la sana laicidad consiste, no que el Estado gobierne sin tener en cuenta otros valores. Hay valores fundamentados en la dignidad de la persona, y previos al Estado, que un Estado no pude conculcar.

Consecuencia
A los cristianos nos corresponde mostrar que Dios es amor y quiere el bien y la felicidad de los hombres. Tenemos el deber de hacer comprender que la ley moral que nos ha dado, y que se nos manifiesta con la voz de la razón y de la conciencia, no tiene como finalidad oprimirnos, sino librarnos del mal y hacernos felices. . Se trata de mostrar que sin Dios el hombre está perdido y que excluir la religión de la vida social, en particular, la marginación del cristianismo, socava las bases mismas de la convivencia humana y de nuestra civilización, pues antes de ser de orden social y político, estas bases son de orden moral.

LA LIBERTAD HUMANA
La libertad está muy unida a este proceso, que estamos analizando. Es esta una de las palabras, que más se han repetido en estos dos últimos siglos. La libertad ha sido secuestrada por los totalitarismos marxistas y nazistas. Libertad es lo opuesto a esclavitud. La libertad es un anhelo, un fin y una meta de todos los hombres. Sin libertad el hombre es menos hombre. El hombre sin libertad no sería hombre Hay una libertad física, ausencia de trabas, propia de todos los seres vivientes. Un águila libremente recorre majestuosa el cielo azul y dirige su vuelo, a donde quiere y como quiere.
La auténtica libertad del hombre no es esa. El hombre es libre, pero al mismo tiempo es un ser pensante. Por eso no está atado al instinto, como los demás animales.
La verdadera libertad es la interior, por la que el hombre tiene la capacidad de decidirse por si mismo. El que está en la cárcel sin libertad física puede ser interiormente más libre. A Sancho, cuando lo iban a meter en la cárcel, el carcelero le dijo: ¡A dormir a la cárcel! Sancho respondió con mucha sabiduría: A la cárcel, si; pero dormir no; esto depende de mí.
Esta libertad psicológica o interior es la que define al hombre, como el ser más grande de creación. La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere o le da en gana..Es necesario que preceda un proceso de elección, en virtud del cual, antes de elegir sopese racionalmente lo que uno quiero, fundamentándola en motivos, razones, fines etc.. Los horizontes de la elección pueden ser muchos y variados.
Por esto, la libertad empieza desde el momento, en que me decido por alguna de las posibilidades, que se me presentan. Elección la hago mía, la acojo y me comprometo con ella y me obligo a realizarla. La elección la hago, sin que nadie me la susurre por debajo, como una decisión mía y personal. También podría haber rechazarla.
Cuando el hombre hace una elección arbitraria y caprichosa, su libertad queda nublada, porque ha perdido la racionalidad. Las elecciones hechas sin reflexión, por puro hedonismo y egoísmo, terminan destruyendo a la persona y le hacen voluble e inestable.
Por esto, cuando las elecciones son periféricas y no llegan a estar en las profundidades del ser personal u en su núcleo, la opción no es fundamental. El menor soplo de aire se la lleva.
En nuestra vida puede haber una opción fundamental, que de un sentido profundo a nuestra vida y la siga dirigiendo durante toda la vida.
Ella va alimentando los actos y las aptitudes de cada día. Estas elecciones se transforman en algo consustancial con el propio sujeto, porque son como una luz, que ilumina los senderos de nuestro existir. Un médico, que por vocación, de joven, decidió seguir este camino, está marcando, a partir de este momento, unos nuevos horizontes en su vida. Su existencia, a partir de este momento, ha seguido un nuevo rumbo.
Es verdad que esa opción se puede romper o se puede atenuar, si no va alimentada por las elecciones diarias que la siguen reforzando. Si un rosal no se abona y riega, no echa flores. Esta libertad profunda y radical los psicólogos la llaman esencial.
No obstante una opción o elección esencial tiene sus dificultades, o por falta de claridad o indecisión en la persona o porque el sujeto se resista a aceptarla, ya que le supondría muchos sacrificios en su vida. Pero, cuando se ve clara la elección, no hay vuelta atrás.
La elección tiene que estar fundamentada en un deber ser, en unos valores, que son los que dan sentido a la vida. Ahora esta elección, la contemplamos desde el deber moral. Hay valores, que se imponen al hombre: La verdad, la justicia, hacer el bien, la solidaridad, el amor, la compasión etc. Cuando la libertad se siente atada a estos valores, es más libertad. Estos son los hombres de grandes convicciones, que tanto nos admiran. Cuando elegimos el bien frente al mal, nuestra libertad es más libertad.
Cuando vivimos en la superficialidad, en lo periférico, en la trivialidad y todo nos parece bueno, el relativismo se apodera de nosotros, somos marionetas, que van de flor en flor.
Cuando somos capaces de dar sentido a nuestra vida, se produce una unidad existencial inamovible. Han sido capaces de asumir los grandes valores en su vida. Siempre he admirado a Francisco de Asís. Lo dejó todo por Jesucristo, hasta el vestido que le dejó su padre; rompió todas las ataduras y ha sido el hombre más libre de toda la historia humana.
La libertad, en su elección, tiene siempre un abanico de posibilidades muy legítimas. La libertad no está encerrada en una dirección. Los caminos, las llamadas o vocaciones, que se abren son casi infinitas. Cada uno un día recibirá una llamada, y de acuerdo con esa llamada, se bajará de su caballo, como hizo Pablo de Tarso, para seguirla en su libertad.
Es necesario conquistar cada día la libertad y dejar las cadenas que nos atan.
Es el problema del hombre actual, está tan instalado en el placer, en el hedonismo, en el bienestar. No se siente llamado a la aventura de elecciones solidarias, abnegadas y sacrificadas. Es el mundo de la fragilidad, de la filosofía débil, de la carcajada fácil, de no complicarse, o de las drogas evasivas. Los padres dejan que los hijos hagan lo quieran, sin hacerles ver en el diálogo, que el trabajo, el esfuerzo, el mérito, y el sacrificio los hará fuertes como una roca, que no se la lleva el viento. Con su actitud pasiva están favoreciendo la vaciedad de sus vidas, el nihilismo en sus ilusiones, la rebelión y la comodidad.
La libertad, que la revolución francesa puso en un altar y el liberalismo filosófico y político la trasformaron en una bandera de guerra. El cristianismo la defendió siempre, porque ella estuvo presente en nuestra cultura. Fue una pena, que se gritara esta palabra envuelta en un odio a lo religioso. A la libertad no se le puso límites, y todo estaba permitido.
Los límites de la libertad.
El hombre, en su paso por el mundo, encuentra muchos obstáculos o barreras, que limitan su libertad. Tiene miedo a perder el trabajo, miedo al poder, miedo a los padres, y miedo a ser perseguido etc.
El hombre se ve manejado. Los medios de comunicación lo manipulan, porque mienten, cambian, desfiguran, o matizan una noticia. Decía Ortega que el hombre masa, especialmente en el plano político, se ve expuesto a ser dirigido, cuando la radio, la televisión, y la prensa tienen una sola voz, ya que el que posea o controle todos los medios, controla los pensamientos de los ciudadanos.. Evidentemente la libertad de elección del voto, se va al traste.
La libertad, decía el jurisconsulto romano Ulpiano, es la más preciada de las cosas y no se pude comprar con dinero. En esta sociedad materializada, la libertad, se vende muchas veces por dinero. Estas son las grandes esclavitudes del hombre actual.
Las libertades políticas
El hombre moderno, gracias al liberalismo, ha hecho aflorar una serie de libertades políticas, que fueron recogidas en la Declaración Universal de los derechos humanos (1948):
Libertad y democracia
En los siglos XIX y XX, el liberalismo ha insistido sobre todo en el concepto de libertad. Todos los politógos y economistas, desde Adam Snith, han instalado la propiedad privada y la libertad en el centro del sistema democrático.
La han defendido a toda casta, ya que gracias a ella el hombre puede defender mejor su libertad. Quien tiene bienes, no está sujeto al capricho de los poderosos. Es más libre. Tambien lo decía León XIII en la Rerum Novarum. Hoy en día la cualificación técnica, que adquiere un hombre, es en cierto sentido una propiedad, que le libera de muchas esclavitudes y dependencias Me decía un viejo muy sabio, que quien controla el bolsillo, controla la libertad. Muchas veces me acuerdo de aquella película que se llamaba el silencio de los corderos. Aunque estemos en el siglo XXI, todavía existen estas esclavitudes.
Hay muchos silencios, muchas cobardías
Montesquieu terminó de perfilar la teoría de los tres poderes, precisamente buscando que en este mundo existiera más libertad. Percibió, que si el poder legislativo, ejecutivo y judicial estaban concentrados en la misma persona, como sucedía en el antiguo régimen, el poder se trasformaba en totalitarismo. Estando separados, los tres poderes se controlaban mutuamente, ya que el ejecutivo estaba sujeto al legislativo y judicial, y estos al legislativo. Con el presupuesto, de que todos son iguales ante la ley, la corrupción se hacía muy difícil. Un ministro corrupto podía ir a la cárcel y el ciudadano más humilde, tenía que ser juzgado de acuerdo con la ley, no según los caprichos de quien detecta el poder. No obstante, los partidos procuran ellos nombrar a los jueces y a los miembros del ejecutivo, burlando la norma de Montesquieu. Con lo cual hay menos libertad y menos democracia. El poder no quiere la libertad, porque el hombre libre dice la verdad y la verdad en ocasiones muerde.
Cuando el sujeto carece de los medios para ser feliz, cuando falta la igualdad de oportunidades, hay menos libertad política en el sujeto
La pobreza, la enfermedad, la necesidad hacen más precaria nuestra elección y por consiguiente la libertad. El dinero y la riqueza le hacen más dueño de su destino.
La pobreza extrema es un grave obstáculo para la libertad en todos los órdenes.
La libertad se vive más fácilmente en comunidad que en la soledad.
Para terminar quiero hacerlo con unas palabras de Alexis Torqueville en su viaje a Estados Unidos: Todos los que aman la libertad deberían apresurarse a llamar a la religión en su ayuda,…porque deberían saber que no se puede establecer el reino de la libertad sin las buenas costumbres, ni crear las buenas costumbres sin la fe
Por esto la laicidad de la que estamos hablando, teniendo como base nuestra apertura a los trascendente, nos situará en mundo de valores y en un mundo de hombres esencialmente libres, que será capaces de hacernos un mundo más feliz, más humano, más justo y menos manipulado..

TOLERANCIA
Otro de los valores de los que más se habla en el mundo actual es de la tolerancia y el respeto.
[5] De este tema ya habían hablado los filósofos griegos. Pero fueron los liberales los que de una manera sistemática trataron el tema. John Locke, en su carta sobre la tolerancia, ya decía en su tiempo, que el magistrado no debe tolerar ningún dogma adverso o contrario a las sociedad humana o a las buenas costumbres. Voltaire, a pesar de ser un intolerante, tiene un tratado sobre la tolerancia. La tolerancia se puede ver desde distintos prismas, bien sea político o religioso o bien entre la relación de unas personas y otras. La tolerancia mutua en las sociedades pluralistas o multiculturales es muy necesaria.
La tolerancia correcta no nos lleva al indiferentismo religioso y a que todo los dé igual en el plano moral.
La tolerancia en un mundo en que los hombres se odiaban, se perseguían, se mataban y torturaban, simplemente por opinar de manera distinta, fue una buena invención. Los cristianos olvidamos que Cristo fue tolerante con la mujer adultera frente a la intolerancia de los judíos, que querían apedrearla.
El concepto de tolerancia no deja de ser complejo. La tolerancia en su mínima acepción se confunde con lo permisible. Te permito esto o te soporto aquello, porque soy muy tolerante. También se puede confundir con la indiferencia, que mantengo de una manera pasiva a alguien, que discrepa de mí. Para otros la tolerancia es vulgarmente callar o guardar silencio por miedo a unas represalias..
En ocasiones se toleran las impertinencias o las agresiones del otro, porque no me encuentro con fuerzas para oponerme a sus intransigencias. La tolerancia en este caso, aunque no siempre, es cobardía, no deja de ser un chantaje o una rendición. A nadie se le puede pedir el martirio. No obstante el silencio del agredido, es muchas veces una bofetada para el impertinente. El silencio de los corderos reina en el mundo gracias a esta tolerancia zurcida por la cobardía.
En sentido especulativo más estricto respetar lo que otro piense, respetar sus derechos y obligaciones, admitir que el otro tenga un pensamiento político o religioso distinto al mío; tolerar una ideología y unos comportamientos morales distintos de los que yo profeso. En teoría es fácil entenderlo. En la práctica es más difícil practicarlo.
La tolerancia tiene sus límites.
No puedo ser tolerante con los que no cumplen las normas dadas legítimamente por la comunidad para la convivencia cívica. No puedo tolerar que se robe o mate. Con quienes pasan esa línea, la sociedad no puede ser tolerante. Santo Tomás se preguntaba, ¿Hasta donde se puede tolerar a un tirano o por el contrario estamos autorizados a levantarnos contra él?
La intransigencia y los fundamentalismos son lo contrario de la tolerancia. El nazismo, las dictaduras y el estalinismo amordazaron la tolerancia. Los totalitarismos y las teocracias fundamentalistas truncan la tolerancia. La tolerancia tiene una frontera, ya que hay valores, cuya conculcación no podemos permitir. ¿Puedo tolerar el mal?
En ocasiones la tolerancia puede llegar a ser tan laxa, que quiere justificarlo todo, ya que, al no haber valores absolutos, todo es lícito o bueno. Soy libre o estoy avocado a una libertad sin límite y los demás tienen que respetar mi libertad. Para ellos todas las culturas y cosmovisiones son buenas. Hay que admitirlas. La tolerancia en este caso es un absoluto. Sin embargo hay que ser tolerante con las leyes positivas, aunque tu conciencia te diga que no son justas.
Decía León Finkielkraut, en su libro La derrota del pensamiento, dice:
¿Que en una determinada cultura se infringen castigos corporales a los delincuentes, que la mujer estéril es repudiada y la mujer adultera condenada a muerte, el testimonio de un hombre vale como el de dos mujeres, la hermana sólo obtiene la mitad de los derechos sucesorios entregados a su hermano, se practica la escisión, los matrimonios mixtos están prohibidos y la poligamia autorizada? Pues bien, el amor al prójimo ordena expresamente el respeto de esas costumbres. Es la tolerancia como valor absoluto.
Con este principio habría que ser tolerantes con los que admiten la poligamia o matan a los niños deformes o a los viejos que ya no nos sirven. Dicho de otra manera hay que hablar con los intolerantes, porque la tolerancia es un valor absoluto, aunque de antemano sepamos que no se bajan de su postura o sigan matando. La línea que separa el bien del mal es tan difusa, que todo es bueno, siempre que sea producto de la libertad. Ya no existe la verdad, sino muchas verdades. Todo es relativo, todo cambiable. Debo ser tolerante, aunque en una democracia tengo el derecho a posicionarme.
El positivismo no admite normas previas, sólo existe una fuente de derecho, el consenso, según el adagio latino: Auctoritas, non veritas facit legem. Una actitud muy parecida es sostenida por Richard Rorty, como dijimos anteriormente. Para él en una sociedad democrática y liberal no pueden existir valores absolutos o principios incuestionables, ya que el valor representa un serio peligro para la libertad. Por este motivo democracia y relativismo deben estar íntimamente unidos, ya que de lo contrario no existe la laicidad. Es la mayoría la que señala el camino a seguir, constituyéndose de esta forma como criterio último de moralidad. En la filosofía no hay que cuestionarse la búsqueda de la verdad o del bien, ya que la metafísica ha muerto. Si Dios también ha muerto, podemos concluir que todo está permitido. Si no hay barreras o límites para la libertad, caemos en el nihilismo más absoluto. La justicia, el amor, la bondad, la belleza son inasequibles. En lugar de la razón da la impresión, que reina el absurdo. No se piensa que pueda haber arbitrariedad en esta postura. Para ellos la creencia en algo es intolerancia potencial.
Para el pensamiento débil defendido por Vattimo no hay certezas únicas ni verdades intocables, ya que para él se ha derrumbado lo absoluto, El pensamiento ha muerto. De ahí nace la defensa del multiculturalismo en su relativismo nihilista.
En una sociedad multicultural hay que ser muy tolerantes con la diversidad de religiones y costumbres, pero también tiene un límite, y es el respeto a unos valores universales vigentes para todos, incluso en un multiculturalismo y la contrapartida de la reciprocidad en la tolerancia. Sería necesario un camino de diálogo para ponernos de acuerdo. Si no es así terminaremos desintegrándonos El exponer públicamente nuestras opiniones y el defenderlas, no es ser intolerantes.
Hay una paradoja, ya que muchos defienden a gritos la tolerancia, pero en la práctica son intolerantes, ya que, cuando las urnas no le dan la razón, acuden a la calle, al griterío, a la calumnia o a la mentira.. El tolerante es pacífico, comprensivo, y dialogante. La guía del tolerante es la verdad frente a la mentira. Defender la verdad no es ser intolerantes, aunque a veces es difícil encontrar la verdad. La guía del tolerante es la caridad, como dice San Pablo.
Otros, desde una intransigencia más radical, dirán que el error no tiene derechos o a lo sumo hay que tolerarlo en el plano individual, aunque haya que luchar contra el error.
Tolerancia y razón van unidas. Tolerancia sin razón se avienen mal y nos llevan al vacío y al nihilismo. Una civilización, a la sombra de la tolerancia, puede terminar desintegrándose, porque ha perdido el sentido y el rumbo, ya que no hay valores, que la cimienten. Todo es bueno. La mentira a sabiendas termina creando odio, rencor y terror. El amor al otro es tolerante, comprensivo, dialogante, y busca la paz sobre la confrontación. La actitud correcta es el diálogo respetuoso y sincero, lo cual no puede confundirse con la indiferencia ante el bien y el mal.
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La tolerancia pide la reciprocidad. El mundo árabe fundamentalista pide mucha tolerancia para el culto musulmán, cuando vive en Europa. En sus naciones de origen no son tolerantes con nadie.
¿Esta tolerancia se debe extender también a las costumbres, a las instituciones, a los gustos personales, a los comportamientos sexuales distintos en diversas culturas? La moral social, las costumbres, los modelos de sexualidad en muchos aspectos pueden tener variaciones en las diversas culturas. El burka y el velo de los árabes, la prohibición de comer carne de cerdo, el papel de la mujer etc...Es evidente que muchas costumbres no van en contra de esos principios generales, que pisotean la dignidad de la persona y hay que hacer un gran esfuerzo para comprenderlos y respetarlos. Es evidente que en virtud de esta ética universal no se podría permitir la poligamia.
La filosofía griega ya admitía la existencia de unos valores, previos a las leyes positivas, con motivo de la rebelión de Antígona contra su tío Creonte. Para ella existía una ley dada por Zeus, que vale más que cualquier ley del Rey, ya que éste estaba sometido a ella.
Aristóteles, en su Etica a Nicómano hace la distinción entre lo justo, que se establece en la polis y lo justo ex natura. La misma naturaleza humana, por la que el hombre es hombre, le lleva al descubrimiento de la ley natural.
La mentalidad cristiana se impregnó de la filosofía griega y estoica. Pablo adoptó el lenguaje existente en el medio ambiente judío. En la carta a los Romanos dice: Cuando los gentiles que no tienen ley (mosaica), hacen por naturaleza (fisei) lo que la ley exige, son una ley para sí mismos, aún cuando no tengan ley (Rom. 2, 4). Tomas de Aquino sigue la tradición aristotélica, afirmando que la ley natural es ordinatio rationis, aliquid a ratione constitutum, esto es, el hombre es la ley de si mismo. (I, II 94, 4). En este sentido la ley natural no queda reducida al marco de la naturaleza humana en un sentido biológico. El fundamento nace de la misma racionalidad de la ley natural y el hombre la descubre en la intimidad de su conciencia.
Los teólogos españoles del XVI (Vázquez, Molina) dieron una gran importancia al concepto de la racionalidad. Prepararon el camino para que Groccio pudiera decir que son posibles unos valores absolutos naturales "etsi Deus non daretur (De iure belli et pacis). Doctrina, que fue admitida por la ilustración con sus limitaciones, ya que la escolástica amplió indebidamente el campo de la ley natural. En nuestra civilización occidental siguen teniendo vigencia estos mismos valores, que han pasado a los códigos de las Naciones Unidas: La solidaridad, la vivencia del amor, hacer siempre el bien, buscar el bien de la persona, el valor absoluto de la persona, amar al hermano y prójimo, trabajar por la justicia, ser sinceros sin engañar al hermano, ser sembradores de la paz, erradicar la violencia, respetar la vida, sacrificarse por los otros. Defender en una democracia la libertad de pensar y hablar, la tolerancia, la convivencia, la igualdad fundamental de todos los hombres. Juan Pablo II repetía el imperativo cristiano: No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien. En la convención de los jefes europeos tenida el 14 de septiembre del 2000 se aprobó un proyecto. En el preámbulo se decía: En la conciencia de su herencia religiosa-espiritual y moral, la Unión se fundamenta sobre valores indivisibles y universales del ser humano: La libertad, la igualdad, la solidaridad. Uno de los redactores del proyecto, Günther Hirsch, afirma que estos derechos no son creados por el legislador ni concedidos por los ciudadanos, sino que más bien existen por derecho propio y han de ser respetados por el legislador, pues se anteponen a él como valores morales. Salvador de Madariaga decía: Sócrates enseñó a Europa la libertad de pensamiento; Jesucristo el respeto a la libertad humana…Europa no es sólo un mercado común; es también y sobre todo, una fe común y el precio del hombre y de la libertad.



[1] En la presentación de su libro “40 preguntas sobre la guerra civil española, publicado en la Esfera de los libros, en una entrevista que le hacen en ABC, el 22 del 11 de 2006.
[2] Mensaje en la jornada mundial de la paz del 8 dic.2006.
[3] Discurso a los juristas, 9 diciembre de 2006.
[4] Entrevista en el diario la Republica sobre el laicismo:

[5] J. Razinger, Fe, verdad y tolerancia, Sígueme, 2005. p. 183. J. Razinger, Verdad, valores, poder, Rialp, p. 81.
[6] GS., 28