León XIII elogió las relaciones existentes entre la Iglesia católica y la política americana en una carta pastoral llamada longinqua oceani: Sin oposición por parte de la Constitución del Estado, sin impedimento alguno por parte de la ley, defendida contra la violencia por el derecho común y por la justicia de los Tribunales, le ha sido dada a la Iglesia Católica una facultad de vivir segura y desenvolverse sin obstáculos.
El actual Papa Benedicto XVI en su discurso pronunciado en la Academia de ciencia morales y filosóficas del Instituto en Francia, siendo Cardenal, dijo que el libro que vamos a comentar le impresionó mucho, cuando lo leyó. En su último viaje a América ha ampliado sus ideas: Los americanos han apreciado siempre la posibilidad de dar culto libremente y de acuerdo con su conciencia. Alexis de Tocqueville, historiador francés y observador de las realidades americanas, estaba fascinado por este aspecto de la Nación. Subrayó que éste es un País en el que la religión y la libertad están “íntimamente vinculadas” en la contribución a una democracia estable, que favorezca las virtudes sociales y la participación en la vida comunitaria de todos sus ciudadanos. En las áreas urbanas, es normal que las personas procedentes de sustratos culturales y religiosos diversos se impliquen de manera conjunta cada día en entidades comerciales, sociales y educativas. Hoy, jóvenes cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, y niños de todas las religiones se sientan en las aulas de todo el País uno junto a otro, aprendiendo unos de otros. Esta diversidad da lugar a nuevos retos que suscitan una reflexión más profunda sobre los principios fundamentales de una sociedad democrática. Es de desear que vuestra experiencia anime a otros, siendo conscientes de que una sociedad unida puede proceder de una pluralidad de pueblos –Ex pluribus unum, de muchos, uno–, a condición de que todos reconozcan la libertad religiosa como un derecho civil fundamental (cf. Dignitatis humanae, 2).
Sólo pretendo comentar este libro en sus aspectos religiosos, sin entrar a estudiar el complejo jurídico de su organización. El libro, con motivo del bicentenario del nacimiento de autor en el año 1805 ha sido muy comentado y todos admiran la agudeza de su pensamiento e, incluso su actualidad en muchas cuestiones, ya que sigue siendo fuente de inspiración y reflexión. Es evidente que después de dos siglos, los planteamientos no pueden ser los mismos, aunque nos puede ayudar a replantearnos muchos interrogantes en nuestras democracias.
El autor vivió la mayor parte de su vida en un polvorín revolucionario como fue el siglo que le tocó vivir. El siglo XIX va desde la caída de Napoleón y la restauración de los Borbones hasta las revoluciones de 1830 y 1848 y la proclamación de la República.
. En 1827 fue magistrado de Versalles. En 1831 marchó con un amigo para estudiar el sistema penitenciario en América. En 1941 fue nombrado miembro de la Academia francesa. Fue diputado por el distrito Valognes desde el año 1839 a 1852. Participó activamente en esta revolución, siendo nombrado ministro de Asuntos exteriores, pero en 1851 abandona la política, viendo los derroteros absolutistas de Francia.
Decepcionado en una carta a un amigo le dice: “He deseado de corazón ver una Europa libre y observo que la causa de la verdadera libertad corre más peligro que cuando nací. A mi alrededor veo naciones, cuyo espíritu se degrada a medida que su libertad se apaga, y que su bienestar y poder aumentan y que se limitan a ser, como decía Hobbes, unos niños llenos de salud, que sólo merecen azotes. Incluso vuestra América, con la que soñaban todos los que no conocían la auténtica libertad, reporta en los últimos tiempos escasas alegrías a sus amigos (carta a Lecler
de 1 septiembre de 1856, O.Completas, Gallimard, Paris, 1986, p. 179).
Alexis Tocqueville escribió un libro dividido en dos tomos titulado la Democracia en América. El primer tomo se publicó en 1835. El segundo ante el éxito que tuvo el primero en el año 1840.
Alexis quedó admirado del perfecto funcionamiento de la democracia americana, especialmente de sus relaciones con la religión. En aquel momento prevalecía el protestantismo, con una gran variedad de sectas, algunas muy puritanas. El catolicismo era minoritario. Existía, a pesar de estas diferencias, una gran armonía y tolerancia entre las diversas formas de cristianismo. Quedó impresionado de la religiosidad del pueblo americano, frente al agnosticismo, que existía en Europa, sembrado por la revolución francesa y todos sus corifeos. Decía: “He visto entre nosotros al espíritu religioso y al espíritu liberal marchar casi siempre en sentido contrario. Aquí en Estados Unidos los encuentro íntimamente unidos el uno al otro”.
. Aún hoy sigue existiendo esta dimensión religiosa en la política. No podemos concebir desde Europa que los políticos, de los diversos partidos, se reúnan todos los años para celebrar el día del desayuno de la oración nacional. En la misma moneda americana, el dólar, parece esta inscripción, en Dios, esperamos (in God we trust).
En la última encuesta hecha sobre la religión el ochenta por ciento de los americanos se consideran creyentes y el 58 afirman que sin Dios no hay moral.
Tocqueville llegó a decir “que uno de los mayores sueños al empezar su vida política era conciliar el espíritu liberal y el espíritu religioso, la sociedad nueva y la iglesia.”
¿Cuál es la causa de esta diferencia?
En la introducción a la obra hace estas reflexiones que son muy interesantes para entender el libro.
El cristianismo siempre ha defendido la igualdad de todos los hombres ante Dios. Pero en Europa la Religión se encuentra comprometida por medio de aquellos poderes que derribó la democracia, esto es, la alianza de la Iglesia con el antiguo régimen.
Se encuentran aún entre nosotros cristianos llenos de celo, cuya alma religiosa quiere alimentarse de las verdades de la otra vida. Son los que lucharán sin duda en favor de la libertad humana, fuente de toda grandeza moral. Pero en Europa ahora la religión rechaza la igualdad que tanto ama y maldice la libertad, como si se tratara de un adversario: “Comprendo que ésos van a apresurarse a llamar a la religión en su ayuda, porque deben saber que no se puede establecer el imperio de la libertad sin el de las costumbres, ni consolidar las costumbres sin las creencias; pero han visto la religión en las filas de sus adversarios, y eso ha bastado para ello; unos la atacan y los otros no se atreven a defenderla”.
El hombre en Europa, buscando el progreso, se está materializando. Solo le interesa lo útil, lo positivo, la ciencia, el progreso, el dinero, la comodidad. Olvidan lo justo, los valores, lo transcendente del ser humano: “Muy cerca veo a otros que, en nombre del progreso y esforzándose en materializar al hombre, quieren encontrar lo útil sin preocuparse de lo justo, la ciencia lejos de las creencias, y el bienestar separado de la virtud. Se llaman a sí mismos los campeones de la civilización moderna, y se ponen insolentemente a la cabeza, usurpando un lugar que se les presta y del que los rechaza su indignidad.”
En la última etapa de su vida, en su libro, “Antiguo Régimen y Revolución” dijo: “Una sociedad libre no puede existir sin religión”…”El respeto a la religión es la más grande garantía de la estabilidad del Estado y de la seguridad de los ciudadanos”
En otro lugar del mismo libro dice: “Una sociedad libre no puede existir sin religión, el respeto a la religión es la más grande garantía de la estabilidad del Estado y de la seguridad de los particulares.”
Ante esta postura se pregunta:
¿En dónde nos encontramos?
He aquí la gran paradoja que encuentra Tocqueville en el mundo occidental: “Los hombres religiosos combaten la libertad, y los amigos de la libertad atacan a las religiones. Espíritus nobles y generosos elogian la esclavitud, y almas torpes y serviles preconizan la independencia. Ciudadanos decentes e ilustrados son enemigos de todos los progresos, en tanto que hombres sin patriotismo y sin convicciones se proclaman apóstoles de la civilización y de las luces”.
Ve estas contradicciones en el catolicismo europeo, que por su alianza con el trono, abandona sus sueños evangélicos de libertad e igualdad.
Este mundo que nos encontramos está lleno de dudas y confusiones. Todo está permitido, ya no hay fronteras que separen el mal del bien, lo verdadero de lo falso, la desfachatez de la honradez. Se pregunta: “¿Es que todos los siglos se han parecido al nuestro? ¿El hombre ha tenido siempre ante los ojos como en nuestros días, un mundo donde nada se enlaza, donde la virtud carece de genio, y el genio no tiene honor; donde el amor al orden se confunde con la devoción a los tiranos y el culto sagrado de la libertad con el desprecio a las leyes; en que la conciencia no presta más que una luz dudosa sobre las acciones humanas; en que nada parece ya prohibido, ni permitido, ni honrado, ni vergonzoso, ni verdadero, ni falso?”
Ante tanta sorpresa, que se produce en su mente, intenta explicar lo que sucede en América, país en el que ha estado viviendo casi dos años, observando en sus viajes, la manera o forma en que funciona la democracia norteamericana.
Su experiencia
Hay un país en el mundo donde la gran revolución social de que hablo parece haber alcanzado casi sus límites naturales. Se realizó allí de una manera sencilla y fácil o, mejor, se puede decir que ese país alcanza los resultados de la revolución democrática que se produce entre nosotros, sin haber conocido la revolución misma, como sucedió en Francia, donde el cambio del antiguo al nuevo régimen se produjo por una revolución, que supuso un gran derramamiento de sangre.
¿Por qué se produjo en los Estados Unidos el paso a la democracia sin traumas, e incluso antes de la revolución francesa?
Lo achaca a que el catolicismo europeo, aliado con la aristocracia y la monarquía, no había llegado a comprender el nuevo mundo que nacía, esto es, el paso del antiguo al nuevo régimen. Postura tal vez comprensible por los muchos atropellos, que la revolución francesa trajo en unos primeros momentos. A pesar de ello dice el mismo “la democracia avanza en medio de las ruinas mismas que ella ha dejado”.
Era un aristócrata y su familia lo pasó muy mal en las primeras persecuciones de la Revolución. El, sin embargo, llegó a comprender lo que era y suponían las democracias liberales. Considera que “la democracia es una cultura nueva, llena de convicciones políticas, filosóficas, sociológicas y morales…El poder real se ha desvanecido, sin ser reemplazado por la majestad de las leyes. Para él la democracia es una sociedad igualitaria y libre, dominada por la soberanía popular. Es el poder de la mayoría o el interés de la mayor parte.
La democracia en Francia aún no se había estabilizado.
Este libro intenta exponer qué es la democracia americana, con sus grandezas y miserias y pretende dar su opinión sobre esta nueva forma de gobernar, con un lenguaje muy lúcido y clarividente, que sigue teniendo vigencia en muchas cosas en la actualidad.. No pretende hacer análisis filosóficos. Parte de la sociología, de los hechos concretos que ve, del análisis de lo que ven sus ojos. No pretende hacer una filosofía de la historia, ni siquiera una filosofía política. Solo ve un paisaje, e intenta descifrar las luces y sombras que descubre.
RELIGIÓN Y DEMOCRACIA
De él decía Jean Chevalier: “Tenía una fe política, la libertad; al mismo tiempo una fe religiosa, el cristianismo y estas dos fes, que habrían podido separarse, no formaban más que una en su corazón”.
La religión está en el mismo corazón de Estados Unidos, es su alma: “En los Estados unidos la religión moraliza las costumbres, es la que lleva a la Ilustración, es la observancia de las leyes divinas, la que conduce al hombre a la libertad”.
La religión en EU. “Es la primera de las instituciones políticas y es necesaria para el mantenimiento de la República: La religión que, entre los norteamericanos, no se mezcla jamás directamente con el gobierno de la sociedad, puede sin embargo ser considerada como la primera de sus instituciones políticas”.
Su influjo en la política no es directo, sino indirecto.
Tal vez se acordara de aquellas célebres palabras de Montesquieu: “El príncipe que ama la religión y que la tema, es un león que se amansa ante la mano que lo acaricia y la voz que aplaca su fiereza; el que teme sin amarla, y más si la aborrece, es como una fiera encadenada, mordiendo la cadena que le impide arrojarse sobre los transeúntes: el que ni la tiene ni la ama, porque no tiene religión alguna, es como el animal dañino, que no se siente libre, sino cuando embiste, despedaza y devora“ Montesquieu, El Espiritu de la leyes, cap-II, lib.24).
Es curioso el hecho de que en la medida en que la religión se separa de la política, su influencia es más beneficiosa para los espíritus y la sociedad crece, es más profunda y genuina.
La religión corrige y fortalece la moral del los pueblos y sus costumbres públicas, que sirven de armazón a la política. La ley necesita la conciencia moral para su observancia, ya que la coacción no es suficiente y el entramado social no se puede mover sólo por estos resortes.
Las costumbres tienen para Tocqueville una importancia muy grande, hasta el extremo que “influyen en gran manera en la permanencia de la República.”
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Una democracia no puede mantenerse sola con las leyes y la coacción, si no existe un marco moral que la sustente.
La fe en la trascendencia y en la existencia de Dios que castiga y premia, sirve para frenar las pasiones y ambiciones humanas y sobre todo lo corrupción. El hombre vive una esperanza y ésta le sostiene.
La palabra costumbre la entiende en el sentido que tenían de ella los antiguos romanos, esto, por mores. Es un concepto amplio que abarca todo el conglomerado de valores, cultura, hábitos, opiniones, moralidad, símbolos, religiosidad, creencias, provenientes de nuestras raíces cristianas y greco-romanas.
Es la fe transformada por la razón de la filosofía griega o la razón animada por la fe.
Insiste muchas veces en que las leyes fundamentadas sólo en la coacción sin costumbres, no se cumplirían, ya que la moral en la sociedad es la que dinamiza las leyes. Por esto se pregunta: “Si fuera cierto que las leyes y la costumbres son insuficientes…¿Qué otro refugio les quedaría a las naciones, sino el despotismo del poder?
Es lo mismo que decir que una sociedad que sólo se moviera al compás de la coacción, termina en un despotismo. Muchos imperios en la antigüedad se desmoronaron por estos motivos. Ya Platón se quejaba en la antigüedad del declive de Grecia por la corrupción de los costumbres y el hundimiento del pueblo griego:”Tanto de la letra de las leyes como las costumbres de la ciudad se iban corrompiendo hasta tal punto que yo, que al principio estaba lleno de gran entusiasmo por trabajar en actividades públicas, al dirigir la mirada a la situación y ver que todo iba a la deriva por todas partes, acabé por marearme…Entonces decidí volverme a la verdadera filosofía” (Platon, carta VII).
Afirma rotundamente que en America desde el principio la política y la religión estaban de acuerdo y después no dejaron de estarlo.
Por otra parte la ley no puede abarcar todos los ámbitos sociales de la persona, sino solamente aquellos que afectan al bien común. Benedicto XVI sostiene la misma teoría, esto es, que la fe “purifica la razón y reaviva las fuerzas morales. Sin lo cual no se instauran estructuras justas, ni estas pueden ser operativas a largo plazo” ( VinC, 28).
Implantación del cristianismo en América
La implantación del catolicismo en EU. la explica de esta forma: “Hace unos cincuenta años que Irlanda empezó a derramar en el seno de los Estados Unidos una población católica.
Junto a los católicos vinieron muchos protestantes de diversas sextas. Los puritanos formaron un gran grupo que tuvo mucha influencia en los primeros tiempos.
Tocqueville define la forma de ser de los católicos irlandeses: Estos católicos muestran una gran fidelidad a las prácticas del culto y están llenos de ardor y de celo por sus creencias; sin embargo forman la parte más republicana y democrática, que haya en EU.
¿Cuáles son las razones que explican este fenómeno?
La primera y fundamental es que el cristianismo ha defendido desde su nacimiento la libertad, la igualdad y la tolerancia entre los hombres. Esta fue la predicación de Jesús y los cristianos siguen haciendo lo mismo. Los otros son nuestros hermanos. El principio de la libertad e igualdad es muy importante para una democracia.
La segunda razón es que al encontrarse en minoría a los católicos les interesaba un marco jurídico que los defendiera. Los católicos en aquel momento no pasaban del millón. En la actualidad son 76, 6 millones.
Apunta un hecho al que da mucha importancia, el origen cristiano de todas estas sextas: “Hay una infinidad de sectas en E.U.. Todas difieren en el culto que hay que tributar al Creador, pero todas se entienden sobre los deberes de unos sobre los otros, todas las sectas predican una moral común en nombre de Dios”.
Estas costumbres comunes les sirven de cohesión en la sociedad y les ayuda a tolerarse y a respetarse unos y otros. Por este motivo la igualdad y la tolerancia están salvaguardadas.
“A los sacerdotes norteamericanos, afirma, no se les ve prestar su apoyo a ningún sistema político en particular. Pero dirigen las costumbres y al regir a la familia trabajan por regir al Estado”.
Un artículo de la Constitución de Nueva Yok dice lo siguiente: “Los ministros del evangelio, estando por profesión, consagrados al servicio de Dios y dedicados al cuidado de dirigir las almas, no deben ser perturbados en el ejercicio de sus sagrados deberes; en consecuencia, ningún ministro del evangelio, a cualquier secta que pertenezca, podrá ser revestido de ninguna forma pública, civil o militar”.
Por este motivo los políticos democráticos están muy influenciados por lo que piensa y vive el pueblo en el plano intelectual y moral. Ir en contra supondría perder el voto. La moral, por otra parte, les sirve de estímulo para cumplir las leyes voluntariamente, sin necesidad de coacción y a ser respetuosos con la autoridad: Los ciudadanos “están obligados a profesar ostensiblemente un cierto respeto por la moral y la equidad cristianas, que no les permite violar fácilmente las leyes, cuando se oponen a la ejecución de sus designios”.
En EU. la familia tiene mucha importancia, pues ella es la que educa en la moral a los hijos. No permiten que la política entre en este campo. En la familia reina el orden y la paz. La mujer tiene mucha importancia en la familia americana. Para ellos es la familia la primera base de la sociedad.
Las costumbres están tan insertas en el pueblo que “hasta el presente no se ha encontrado a nadie…que se haya atrevido a decir que todo está permitido en interés de la sociedad”.
No existe, por tanto el relativismo moral.
En Europa sucede lo contrario: “Habiendo perdido la religión su poderío sobre las almas, la cerrazón más visible que divide el bien del mal se encuentra derribado. Todo parece dudoso e incierto en el mundo moral. Los pueblos y los reyes caminan al azar, y nadie podría decir donde están los límites naturales del despotismo y los linderos de la decencia”.
La libertad es otra de las características de las democracias. Para T. no se puede concebir un cristianismo sin libertad. Se pregunta ¿Qué puede hacer un pueblo, dueño de si mismo, si no está sometido a Dios?
¿Cuáles son las causas que hacen tan fuerte a la religión?
Los filósofos del siglo XVIII decían: “El celo religioso debe extinguirse a medida que la libertad y las luces aumentan. Es deplorable para ellos que lo hechos no concuerden con esta teoría. En Norteamérica el pueblo es ilustrado y debe emprender con ardor los deberes religiosos”.
La religión es fuente de esperanza y está inserta en los propios constitutivos de la naturaleza humana.
No obstante hay una separación absoluta entre el poder político y la religión. Lo argumenta de esta forma “cuando una religión contrae una alianza semejante (con el poder civil), no temo decirlo, obra como podría hacerlo un pobre hombre: Sacrifica el porvenir en vista del presente y, al adquirir un poder que no le es debido, expone su legítimo poder”.
“Cuando una religión se alía con el poder pierde toda la esperanza de reinar sobre los otros”.
Al optar por una política determinada suscita el odio y la animadversión de los oponentes.
La política es transitoria, pasa. La religión desafía el tiempo. Los políticos pasan y cambian con mucha frecuencia. La religión va más allá del tiempo presente: Los sacerdotes “han preferido perder los apoyos del poder que compartir sus vicisitudes”.
“El creyente no está en guerra con nadie. Ama a sus contemporáneos, aunque condene sus debilidades y se aflija de sus errores”.
En Europa sin embargo los agnósticos actúan de otra forma: “Los incrédulos en Europa persiguen a los cristianos como a enemigos políticos, más bien que como adversarios religiosos: Odian la fe como la opinión de un partido, mucho más que una creencia errónea, y rechazan en el sacerdote, menos al representante de Dios que al amigo del poder”.
La separación entre religión y política son dos campos distintos. No obstante la religión dinamiza y favorece las diversas libertades. No les molesta que la religión exponga públicamente sus opiniones.
La religión y la libertad no son incompatibles
La conclusión de los dos pasos anteriores resulta natural: Si se destruye la religión, se destruyen ideas y creencias, que cohesionan a la democracia en el plano moral.
Al destruirse las ideas y creencias, las mentes de los hombres se llenan de dudas y de confusión. Los hombres tendrían nociones enredadas y cambiantes. La consecuencia de eso es el aflojamiento de las voluntades. Los hombres estarían preparados, sin creencias, para la servidumbre. Abandonarían su libertad por ellos mismos.
Sin normas morales y sin creencias, los hombres nos daríamos a un amo. No soportaríamos una libertad sin la guía que dan las creencias. Si el hombre no tiene fe, tendrá que ser esclavo y si es libre tendrá que creer.
El primer tipo de recomendación es sencillo: Las religiones deben mantenerse dentro de sus límites naturales. Si rebasan esos límites se arriesgan a no ser creíbles. Por ejemplo, el Corán es una serie de creencias e ideas, pero también contiene reglas políticas, leyes y hasta teorías científicas. Por esto religión y política, no pueden separarse. El Estado tiene que ser laico y en el Islán ello no es posible.
Por el contrario, el Evangelio sólo contiene ideas generales sobre las relaciones de los hombres entre ellos y con Dios. Dice el autor que por esas características el Corán no podrá tener vigencia en sociedades ilustradas, como sí la tendrá el Evangelio. Todo por salirse de los terrenos propios de la religión.
¿Cómo puede salirse una religión de su terreno? La contestación de Tocqueville se fundamenta en los rasgos de las democracias. El gusto por el bienestar material es parte de la esencia democrática. La religión que vaya contra ese gusto y quiera destruirlo, terminará por destruirse ella misma, ya que es lógico que el hombre busque la felicidad en la posesión de los bienes.
Las religiones se equivocan si quieren apartar al hombre del bienestar material, pero sí pueden persuadirlo de enriquecerse por medios honestos. Las religiones purifican, regulan y restringen el gusto desbordado por lo terrenal, pero fracasarían al intentar suprimirlo. Las religiones deben respetar los instintos democráticos que no le sean contrarios. Incluso deben ayudarse de ellos para luchar con éxito contra el exagerado espíritu de independencia individual, que es el peor enemigo de la democracia.
En resumen, Tocqueville cree necesarias las creencias religiosas, porque orientan los actos humanos. Esa orientación es un apoyo a la libertad personal. Aconseja a las religiones, para que tengan ese efecto positivo, concentrarse en las creencias, sin caer en excesos de formas o formalismos, ni mucho menos, en áreas fuera de su esfera.
. En otras palabras, aconseja seguir más a las verdades eternas que a los artículos secundarios de la fe. Con creencias se puede ser libre. Sin creencias se es siervo.
TOLERANCIA
Tocqueville comprendió, que una de las bases de la democracia es la tolerancia y respeto mutuo en las creencias de cada uno.
La tolerancia se impuso desde el principio en todos los Estados. El día uno de junio de 1776, en el Estado de Virginia, por influjo de Locke (191 años después) se recogen en la Constitución estas ideas: “La religión, o nuestro deber respecto al Creador, y la manera de cumplirlo, pueden ser guiados únicamente por la razón y por la convicción, no por la fuerza; por tanto todos los hombres tienen igual derecho al ejercicio de la religión, según los dictámenes de su conciencia. Es por otra parte deber mutuo de todos practicar la tolerancia cristiana, el amor y la caridad con los demás.
En la Constitución confederal de 1791 se garantiza también la libertad de conciencia y libertad religiosa.
Montesquieu posteriormente afirmaba :“Cuando las leyes del Estado toleran diversas religiones, ha de obligarlas a que se toleren entre sí..Es útil por consiguiente, que las leyes impongan a todas las religiones, además del deber de no perturbar la marcha del Estado, el de respetarse la unas a las otras (Montesquieu, El Espíritu de las leyes, cap.IX. libro 25)”
Esta tolerancia abarca no solo a los creyentes, sino incluso a los no creyentes La religión es un acto libre y a nadie se puede forzar a entrar en una religión. Los hombres son hermanos y a pesar de sus diferencias, deben vivir en paz .Si todos los hombres se pusieran de acuerdo en lo que es fundamental, y rompieran los fanatismos y fundamentalismos disgregadores, el mundo sería más justo, humano y fraternal.,
El mismo Voltaire, dijo “No tratéis de forzar los corazones y todos los corazones estarán con vosotros. La tolerancia no ha provocado nunca una guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanzas” / Libro VI, Sobre la Tolerancia.)
La idea de la tolerancia predicada por Locke,que tanto influjo tuvo en América, es asumida en su Constitución. Se habla más de tolerancia que de libertad religiosa.
PASION POR LA IGUALDAD
“Hay en efecto una pasión viril y legitima por la igualdad, que excita a los hombres a desear ser fuertes y estimados. Esta presión tiende a elevar a los pequeños al rango de los grandes. Pero se encuentra también en el corazón humano un gusto depravado por la igualdad, que inclina a los débiles a querer atraer a los fuertes a su nivel, y que conduce a los hombres a preferir la igualdad en la servidumbre a la igualdad en libertad. No es que los pueblos cuyo estado social es democrático desprecien naturalmente la libertad. Tienen por el contrario un gusto instintivo por ella. Pero la libertad no es el objeto principal y continuo de su deseo; lo que aman con amor eterno, es la igualdad; se lanzan hacia ella por impulsión rápida y por esfuerzos súbitos, y si no logran el fin, se resignan; pero nada podría satisfacerles sin igualdad, y desearían más perecer que perderla”.
Es curioso este análisis que hace de la igualdad y como los hombres buscan la igualdad. Pero es cierto, ya que la igualdad es la gran utopía del hombre moderno y cuando se alcanza con cierto nivel de bienestar, no le importa ser siervo. Su voto no irá al que le hace más libre sino al que da más bienes. En realidad en la actualidad, los gobiernos triunfan más por los programas económicos que proponen que por la defensa de las libertades e ideologías.
A este propósito es interesante el análisis que hace Hayet sobre la servidumbre: "La democracia extiende la esfera de la libertad individual" dijo Tocqueville en 1848, "el socialismo la restringe. La democracia le da todo el valor posible a cada hombre; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un número. La democracia y el socialismo no tienen nada en común sino una palabra: igualdad. Pero observen la diferencia: mientras la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en la restricción y la servidumbre" (Discurso pronunciado en la Asamblea Constituyente el 12 de septiembre de 1948, citado por F. Hayet, en Camino de la Servidumbre, Alianza, p. 54).
Otra de los problemas de las democracias es el individualismo, que no hay que confundirlo con el egoísmo, que es un amor apasionado y exagerado por si mimo. El egoísmo nos cierra en nosotros mismos. La persona está abierta a los demás. La igualdad puede llevarnos a vivir en la soledad.
La igualdad puede llevar al hombre al aislamiento, ya que prefiere la vida privada. No participa en la vida pública.. El aislamiento es un peligro para la sociedad. Solo se busca el interés, lo útil, sin tener ninguna preocupación por los demás. El individualista no quiere complicarse la vida
El cristiano no puede olvidar que la igualdad política es una derivación de la igualdad evangélica. Cristo defendió la igualdad entre los hombres, como una exigencia, pero la iglesia es una comunión.
Sobre la igualdad hace análisis muy precisos e interesantes, que pueden sorprendernos: “El desarrollo gradual de la igualdad es un hecho providencial. Tiene características principales: es universal, es durable, escapa cada día al poder humano y todos los acontecimientos como todos los hombres han servido a su desarrollo”.
Para conservar la independencia y la igualdad es necesario luchar contra la tiranía. La democracia, por la unión con los otros, les ayuda a reforzar si independencia:.” Por otro lado, dice T., cuando los ciudadanos son todos casi iguales, les resulta difícil defender su independencia contra las agresiones del poder. No siendo ninguno de ellos lo bastante fuerte para luchar solo con ventaja, no hay más que la combinación de las fuerzas de todos que pueda garantizar la libertad. Ahora bien, tal combinación no se logra muchas veces”.
LA LIBERTAD Y RELIGIÓN
La religión está en el centro y en el corazón de los pobladores de América, como iremos viendo posteriormente. Hay dos palabras que encierran en sí mismas el concepto de democracia. La Libertad y la igualdad. Sin ellas la democracia no se puede entender.
¿Qué entienden por libertad?
El Concepto es distinto según T. a lo que puede entender un europeo descreído: “No nos engañemos sobre lo que debemos entender por nuestra independencia. Hay en efecto una especie de libertad corrompida, cuyo uso es común a los animales y al hombre, que consiste en hacer cuanto le agrada. Esta libertad es enemiga de toda autoridad; se resiste impacientemente a cualesquiera reglas; con ella, nos volvemos inferiores a nosotros mismos; es enemiga de la verdad y de la paz; y Dios ha creído un deber alzarse contra ella. Pero hay una libertad civil y moral. La libertad ve en la religión a la compañera de sus luchas y de sus triunfos; la cuna de su infancia y la fuente divina de sus derechos. Considera a la religión como la salvaguardia de sus costumbres y a las costumbres como garantía de las leyes y la prenda de su propia duración, que encuentra su fuerza en la unión y que la misión del poder mismo es protegerla; es la libertad de hacer sin temor todo lo que es justo y bueno. Esta santa libertad, debemos defenderla en todas las ocasiones y exponer, si es necesario, por ella nuestra vida..
Esta idea de la libertad basada en la religión va a estar muy unida a la vida de las poblaciones, que colonizan los vastos territorios de América. La libertad humana para no caer en un libertinaje es necesario que esté mediada por la creencia. La verdadera libertad no está en hacer lo que quiero, sino lo que debo. Podríamos resumirlo con estas palabras libertad con orden; libertad con costumbres morales y libertad con Dios. Dios hace al hombre más libre, porque le ayuda a andar por los senderos del bien y de lo justo.
Tal vez se acordara de las palabras de su maestro Monte0çsquieu: “La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere. En un estado, es decir, en una sociedad que tiene leyes, la libertad no puede consistir en otra cosa que en poder hacer lo que se debe querer y en no ser obligado a hacer lo que no quiere.. Ciceron lo había dicho igual de claro::Omnes legum servi sumus, ut liberi ese possimus (Espíritu de la leyes. Cap.III, lib. 11))
El concepto de libertad aparece analizado en múltiples partes de su obra. Habla de la libertad individual y política, como bases para la democracia. La libertad individual es la opción más importante del hombre y consiste en pensar por sí mismo, en ser independiente de otros, en tener un sentido crítico de la existencia, en ser independiente en tos juicios, en no dejarte arrollar por las tiranías, en buscar la felicidad y la prosperidad por cuenta propia.
Para este aristócrata refinado la libertad es lo más importante en una democracia. Sobre la igualdad pueden caer muchas sospechas.
La libertad política consiste en la posibilidad de ejercer públicamente esa libertad, en unión con otros, mediante el voto, y ejerciendo otros derechos conjuntamente en el campo de la libertad.. Es un derecho que se comparte con otros ciudadanos. Ser auténticamente libres es muy difícil ya que no hay nada más duro que el aprendizaje por la libertad.
Jesús en el evangelio de San Juan había dicho, la verdad os hará libres. El hombre abrazado a la verdad descubre los senderos de su vida. Si no tiene ninguna verdad que le guíe se perderá en la oscuridad. La libertad no nos hace verdaderos. Sólo la verdad..
Los hombres venden la libertad y hay en nuestro mundo mercados para comprarla: La corrupción, el sometimiento, el miedo,
la cobardía etc.
La libertad humana está con frecuencia muy matizada, ya que los hombres no se mueven sólo por razonamientos puros, sino por intereses y prejuicios. El móvil es con frecuencia el bienestar o los intereses particulares. Cada uno se esfuerza por construirse una vida agradable, adquirir posesiones, juntar dinero y vivir cómodamente él y su familia. Ello puede llevar al hombre a un individualismo brutal y a perder la libertad. Prefiere ser esclavo a ser libre.
Decía Benjamin Flanklim; “Los que están dispuestos a renunciar a la libertad para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen la libertad, sino la seguridad”
La afirmación excesiva de la libertad destruye los lazos con los demás. La libertad propia le lleva al aislamiento. El aislamiento le debilita frente al poder, ya que vive sólo, aislado y sin contacto con los demás. El individualismo democrático termina creando una sociedad de masas, que se desentiende del bien común y de la sociedad.
La religión contribuye a la libertad, ya que libera al hombre de las ataduras materiales y le ayuda a elevarse a un mundo superior. Le coloca por encima de los intereses puramente temporales. Decía Chesterton que Francisco de Asís fue el hombre más libre de la historia de la humanidad.
La religión le da razones para preservar en la política, rompiendo sus egoísmos naturales y abriendo su vida a lo trascendente y al servicio a los demás, como vocación.
Sin religión se cae con frecuencia en la servidumbre del tener y en el egoísmo más absoluto.
El cristianismo elevó al ser humano de individuo a persona abierta a los demás. Le ayuda a descubrir la dimensión comunitaria del hombre.
LA SONERANÍA
El pueblo venido de Inglaterra para instalarse en aquellas tierras vírgenes y sin poblar, con muchas dificultades y un trabajo esforzado y constante, empezó a cultivar las tierras, a edificar sus casas y a darse unas normas, que nacían de la misma ciudadanía, que se sintió dueña de su destino. Descubre la soberanía frente a la aristocracia, el la que el poder está en manos de unos pocos. Todo el poder está en las manos del pueblo. En las asambleas públicas, como en las helénicas, van descubriendo el camino que tienen que seguir y las normas que se tienen que dar con una gran participación del pueblo. Los emigrantes, cuando llegan a sus lugares de destino, necesitan darse normas para poder convivir los unos con los otros. Para ello, mediante votación, eligen a sus representantes, que dirigen sus destinos en los municipios, que empiezan a fundar. En este sentido son inicialmente sociedades muy participativas y deliberativas en este primer peldaño, que van ser los municipios. Estas instituciones van a ser el gran aprendizaje para la democracia en América.
Muchas de estas normas van a seguir existiendo, cuando se realiza la Unión entre los diversos Estados, independientemente del poder central.
DIVISIÓN DE PODERES
Tocquivillle ha aprendido de sus maestros Locke y Montesquieu (1689-1775) que para que haya una auténtica democracia es necesario que haya una división o separación de poderes. Éste en su obra el Espíritu de las leyes había propuesto la siguiente división. “En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil. Por el primero, el príncipe o el magistrado hacen las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado (...).Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor”. En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.”
En las democracias actuales estos poderes quedan reducidos a tres: El poder legislativo que reside en los parlamentos; el poder ejecutivo que reside en los gobiernos y el poder judicial en los jueces. Parte del principio general de que el poder corrompe. Por esto el poder ejecutivo debe ser controlado por el poder legislativo (senado y parlamento).
El América el poder legislativo, esto es, los miembros del Senado y de la cámara de representantes son nombrados directamente por el pueblo soberano. El poder judicial, según se trate de los Estados o del gobierno central, es nombrado o por el senado, o por la cámara o es propuesto por el Presidente, pero con la aprobación de ambos estamentos. Los jueces sólo pueden juzgar sobre casos particulares y determinar si la causa está o no está conforme con los derechos constitucionales.
Si todos los poderes quedan concentrados en una persona, tenemos la dictadura. Si el ejecutivo nombra a los jueces, la democracia disminuye, ya que no se atreverá a dar resoluciones contra los que han nombrado. Si los legisladores no son nombrados directamente por el pueblo, si no por los partidos, el diputado o senador debe oír más al partido que la voz del pueblo,
Según Tocqueville estos tres poderes en América están también articulados, que se controlan perfectamente unos y otros.
Últimamente se está hablando de otros poderes: Los medios de comunicación. La televisión. Internet. Si no son independientes del poder ejecutivo, la democracia disminuye, ya que deja de existir un control público de la gestión del gobierno y termina manipulándose el parecer de los ciudadanos.
Tocqueville vio claramente estos problemas y llegó a la conclusión que los americanos habían llegado a una articulación de poderes, en la que era muy difícil que diera la tiranía de unas élites y la corrupción de los gobernantes; esta era la obsesión que tenía. Para él la independencia de los jueces era básica.
LA DEMOCRACIA ES VULNER0ABLE POR LA TIRANIA DE LAS MAYORIAS
Como consecuencia de lo dicho anteriormente, para Tocqueville. el gobierno de la mayoría en las democracias puede llevar a la tiranía, a consecuencia del descontrol del poder, la negligencia en perseguir la corrupción, por el acaparamiento del poder en pocas manos o por la, apatía del mismo pueblo. Esto sucede cuando falta una sociedad civil articulada en múltiples asociaciones. La sociedad puede ser vulnerable, si no existen escalones libres y grupos críticos con el poder. Los Estados no fomentan mucho estos foros de opinión, ya que ello les puede desalojar de sus poltronas.
La idea central del intelectual francés es que el ejercicio de la soberanía democrática debe estar reglada por principios universales de justicia.
Tocqueville dice que la mayoría, una vez constituida, es un individuo con opiniones e intereses que pueden ser totalmente contradictorios con aquellos de ese otro individuo que es parte de la minoría. Según nuestro autor, en Norteamérica, ni el poder ejecutivo, ni los jueces, ni el sistema de juries pueden dirimir los eventuales conflictos entre estos dos individuos colectivos. Todo el sistema representativo deriva de la mayoría y se contradiría a sí mismo, si se opusiera a la mayoría. Así, se puede sostener que la democracia norteamericana no está protegida contra la tiranía de la mayoría, como, por lo demás, lo advirtieron oportunamente Jefferson y Madison. En su discusión sobre este tema, retomado posteriormente por Stuart Mill, Tocqueviile analiza los efectos de esta tiranía en distintas esferas de la sociedad civil, pero, a la vez, nos describe cómo los norteamericanos lo atenúan y moderan a través de la diversidad de autonomías en la base social.
Tocqueville no sostiene que la democracia norteamericana sea tiránica, a causa del imperio de la mayoría, sino que ella no garantiza suficientes protecciones para evitar la tiranía de las mayorías.
La mayoría no tiene un poder ilimitado: “Existe una ley hecha, o cuando menos adoptada, no sólo por la mayoría de tal o tal pueblo, sino por la mayoría de los hombres. Esta ley es la justicia. La justicia constituye, pues, el límite del derecho de cada pueblo.
Así yo, cuando no obedezco una ley injusta, no niego a la mayoría el derecho de mandar; no hago sino apelar contra la soberanía del pueblo ante la soberanía del género humano.
El poder de hacerlo todo que yo niego al hombre solo (al rey absoluto) jamás lo concederé a varios.
La libertad se haya en peligro cuando este poder no encuentra ningún obstáculo que pueda detener su marcha y darle tiempo para que se modere a sí misma”.
Este límite según la tradición cristiana es el derecho natural o un sistema de valores de carácter universal admitidos por todos los hombres, que el legislador tiene que respetar. Si no se admite ningún límite, el poder es tiránico. Tocqueville advierte que en América era difícil que esto se diera, ya que, dado el sistema judicial
y las “mores” sociales tan arraigadas en la sociedad, ningún poder se hubiera atrevido a erigirse en el único árbitro sin tener presentes estos principios morales al legislar y mucho menos legislar contra ellos.. Es curiosa la apelación que hace a la soberanía del género humano para no admitir esta tiranía, esto es, a esos principios que patrimonio de la humanidad y que admiten lo hombres de cualquier cultura.
El otro peligro puede venir de la manipulación ideológica, por la imposición a la sociedad del pensamiento de la mayoría. Esto que no sucede en las dictaduras afirma que puede suceder en América: “El pensamiento es un poder invisible y casi inapreciable que se burla de todos. En nuestros días los soberanos absolutos de Europa no podrían impedir que ciertos pensamientos hostiles a su autoridad circularan libremente en sus estados y en sus cortes.
No sucede lo mismo en América.
Mientras la mayoría se siente dudosa, se habla; pero una vez que se pronuncia de una manera irrevocable todos se callan, y amigos y enemigos se unen al carro. La razón es muy sencilla; no hay monarca tan absoluto que pueda reunir en si mismo todas las fuerzas de la sociedad y vencer las resistencias como puede hacerlo la mayoría revestida del derecho de hacer las leyes y ejecutarlas.
El amo ya dice: Sois libres de pensar como yo y vuestra vida, derechos y bienes, todo lo conservareis, pero desde hoy, sois un extraño entre nosotros…
“Os dejo la vida, pero una vida que es peor que la muerte”.
. Se puede sostener que la democracia norteamericana no está protegida contra la tiranía de la mayoría, En su discusión sobre este tema, retomado posteriormente por Stuart Mill., Tocqueviile analiza los efectos de esta tiranía en distintas esferas de la sociedad civil, pero, a la vez, nos describe cómo los norteamericanos la atenúan y moderan a través de la diversidad de autonomías en la base social y la ausencia de dispositivos de poder soberano capaces de ejercer una dominación minuciosa sobre toda la sociedad civil
Hayet lo sintetiza de esta manera: “Mientras que los grandes filósofos sociales del individualismo dentro de la gran tradición liberal han considerado siempre al poder como un peligro para la libertad del hombre, los colectivistas lo han considerado como un bien en si mismo”.
Jefferson decía: La tiranía de los legisladores es actualmente y lo será por muchos años, el peligro más temible
Con gran clarividencia comprende que la mayoría se puede equivocar y pisotear los derechos de las minorías. Sucedió en la aristocracia y puede seguir produciéndose en la democracia.
Si el bienestar se espera del Estado, y se suprime la participación y libertad de los individuos, el Estado se trasforma en un tirano, aún en los estados democráticos al no tener en cuenta lo que piensa el pueblo. Puede imponerse un grupo, una élite, un partido, que manipula a la sociedad y termina socavando los cimientos de la misma sociedad .Con frecuencia los partidos políticos están manejados por un grupo reducido, que impone no sólo su ideología, sino que pone en las listas sólo a aquellos que están de acuerdo con ellos y esperan participar en los peldaños del poder. De ahí a imponer su ideología a la sociedad, hay un solo paso, ya que tienen todo el poder mediático en sus manos y pueden manipular al pueblo por medio de los infinitos resortes del poder. Esta fue la gran preocupación de los legisladores americanos al hacer la Constitución. Esta capacidad de manipulación es hoy más factible, si el poder tiene en sus manos y maneja los otros poderes (medios de comunicación). Por esto el principio de la responsabilidad individual frente a lo público está muy metido en la mentalidad americana. Tienen verdadero pánico a perder la libertad y a que los poderes públicos organicen sus vidas y entre en el foro de su individualidad Esto explica sus reticencias a que muchos americanos se opongan a la sanidad y seguridad pública, Son los individuos los que tienen que resolverse sus problemas con su trabajo y esfuerzo personal.
Este poder no es el del absolutismo monárquico Es un poder suave y casi invisible, manipulador y tiránico, casi de guante blando.
Los Estados, buscando el voto, aprovechan este individualismo y aislamiento de las personas: “El individuo vive sólo con la familia, Sobre él se eleva un poder absoluto, detallado, regular y suave. Le gusta que los ciudadanos se regocijen. El trabaja voluntariamente para su felicidad, pero desea ser el único agente y árbitro; el vela por su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita los placeres, conduce sus propios asuntos, dirige sus industrias, nombra a sus sucesores y reparte sus mercedes “.
En una palabra el Estado termina apoderándose de la sociedad y de todos los rincones del territorio. Termina siendo un padre que reparte dádivas, dones, diversiones, y felicidad para el pueblo. Pan y circo, como se suele decir.
El materialismo termina por convertirse en un culto casi idolátrico de la sociedad. El hombre olvida que hay otros valores. Se revuelca en el bienestar como el bien supremo y no le importa perder la libertad. Los americanos temen perder su libertad ante tan omnímodo poder, como ha sucedido en Occidente.
Sin religión los hombres se hacen indiferentes a la vida humana, ya que se trunca el sentido trascendente de la vida y no son capaces de defender su libertad:“ Es claro que si cada ciudadano, a medida que deviene más débil, y por consecuencia, más incapaz de preservar aisladamente su libertad, no aprendiera el arte de unirse a los semejantes para defenderla, la tiranía crecería necesariamente con la igualdad”.
Esa democracia elevará sobre los individuos un poder absoluto, inmenso y tutelar, que regulará minuciosamente sus vidas, con el pretexto de darles bienestar, seguridad y placer. Una tiranía tutelar y paternalista, pero tiranía.
Adormecida su libertad, se transformará en un ser conformista y débil. Sus labios quedan sellados para siempre. Es el hombre masa del que hablaba Ortega y Gasset.
“Este poder, agrega Tocqeville, simulará el oficio de un buen padre que prepara a los individuos para asumir su mayoría de edad, pero los fijará en la infancia". Y, en fin, este poder no solamente administrará las finanzas públicas, sino que además se apropiará del sistema financiero privado y llegará a ser el principal, si no el único, productor industrial de la nación.
Es el Estado paternalista, que trata a los ciudadanos, como niños pequeños a los que tiene que darles el biberón.
El hombre sin Dios se transforma en un déspota, ya que “el despotismo puede prescindir de la fe….¿Cómo puede la sociedad evitar perecer si, mientras el vínculo político se relaja, el vínculo moral no se estrecha?¿Que hacer de un pueblo dueño de si mismo, si no está sometido a Dios”.
Los ciudadanos ante este poder omnipotente entran en una espiral de silencio. Nadie habla, todos callan Todos temen al poder; el poder concede mercedes. El poder les puede aplastar. El poder está oyendo lo que dices en la calle, o lo que hablas por teléfono. La sociedad de masas es débil y va al matadero como oveja silenciosa. La mayoría todo lo controla en la tierra, en el cielo, en el mar y en la intimidad de las casas por la televisión. Solamente existe su voz, que modela, dirige, engaña a la sociedad, y predica sus bondades. Sólo hay un púlpito, la palabra del poder: La prensa y la radio han sido prostituidas y manipuladas por la mentira y la ocultación.
El Americano tiene un miedo radical a este poder, como lo vio en Europa y por este defiende siempre la esfera de lo individual, aunque tal vez olvide la dimensión comunitaria del hombre. No obstante ha favorecido el nacimiento de instituciones o entes privados intermedios, que funcional admirablemente.
No son excesivas estas palabras: “La libertad se haya en peligro cuando este poder no encuentra ningún obstáculo que pueda detener su marcha y darle tiempo para que se modere a si mismo”.
El poder como una espesa niebla entra por las rendijas de las casas y recorre los valles y los montes, sin que nadie pueda ponerle barreras.
Esa democracia elevará sobre los individuos un poder absoluto, que regulará minuciosamente sus vidas, con el pretexto de darles bienestar, seguridad y placer.
CONSUMISMO, RELIGION E INDIVIDALISMO
Tocquevlle duda de que el hombre pueda soportar al mismo tiempo la total independencia religiosa y la libertad política. Los hombres desarrollamos un gran gusto por los bienes materiales cuando vivimos en regímenes democráticos y solemos ocuparnos mucho más de nuestros intereses personales que del bienestar ajeno. Precisamente en esto se ven las ventajas de las religiones. Ellas inspiran sentimientos contrarios a esas tendencias. Ellas llaman a los hombres a despegarse de lo terrenal y a demostrar su amor por los demás.
Tocqueville se encarga expresamente de señalar que sus opiniones sobre la influencia de las religiones son hechas desde un punto de vista enteramente humano. Lo único que le interesa es ver el efecto de las religiones en las sociedades, especialmente en los regímenes democráticos
PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD
El pueblo americano forma una federación en la que hay muchos escalones: Los Municipios, los diversos Estados y la Unión. Ha procurado aplicar de una manera perfecta el principio de subsidiaridad, esto es, lo que pueda hacer el de abajo que no lo haga el de arriba, señalando con detención las funciones y competencias de cada uno de estos escalones, procurando que no haya interferencias entre unos y otros. Hay unos tribunales superiores en todos los Estados y una corte suprema para la Unión, con unos poderes concretos y específicos y otros tribunales en los diversos Estados
Resumiendo podríamos decir que los poderes están muy divididos, aunque el poder central es fuerte, pero muy controlado.
Tocqueville ve una sociedad muy participativa. Ya que el pueblo participa muy activamente en los escalones inferiores. Hay por otra parte muchas asociaciones intermedias, que nacen del mismo pueblo, con carácter privado y no político. El Estado no sólo no interviene, sino que ayuda a que estas asociaciones de tipo privado prosperen. Optan mucho por lo privado frente a lo que sucede en Europa, que opta más por lo público. Podríamos decir que es una sociedad deliberativa en la que interviene el ciudadano en todos los estamentos o escalones. Pensad en la elección del Presidente de los Estados Unidos. Las grandes universidades son privadas. La sanidad hasta ahora ha sido privada.
La democracia americana, según Tocqueville, en última instancia reposa sobre la libertad que las personas ejercen en las comunidades políticas básicas e intermedias; es decir, en los municipios y en los Estados.
Cada municipio se gobierna por sí mismo, a través de la asamblea de los ciudadanos, que es elegida por el mismo pueblo. En cada municipio se practican las libertades de conciencia, de religión, de opinión, de asociación y de prensa. En cada municipio hay al menos un periódico, al servicio de la libertad de expresión de los ciudadanos. Así, la democracia americana reposa sobre una vasta constelación de autonomías locales e intermedias, en cuyo seno la vida pública es un hábito cotidiano. Tocqueville descubre en este fenómeno la especificidad democrática americana y la base real para construir un modelo democrático.
Hoy este modelo está pasando por serias dificultades, dados los cambios actuales. Pero si es cierto, que si todas las sociedades, asociaciones, grupos intermedios sociales o culturales no existen, es porque no les interese al poder central. En este caso la democracia se resiente, ya que la sociedad no tiene medios para dar a conocer su opinión y oponerse al poder central.
Cuando no es la sociedad la que elige libre y directamente a sus representantes en cada uno de los escalones, sino el partido es evidente que la democracia se tambalea. El representante elegido da cuenta al partido y no a los electores. Ello nos explica que en EU. las votaciones no sean uniformes en los partidos, ya que cada congresista o senador tienen que dar cuenta a sus electores y no al partido respectivo. No admiten que el partido le diga lo que tiene que votar. Hay una gran autonomía en este sentido.
EL TRABAJO
El trabajo asalariado forma parte de la mayoría de la sociedad La producción industrial reserva una parte muy importante a los empresarios y poca a los obreros. El tema de la pobreza le obsesiona y la concentración de bienes económicos, cuando en las sociedades industriales va aumentando el capitalismo.
Ya lo preveía antes de que llegara la revolución del 1848 y los problemas sociales que iba a traer el capitalismo salvaje de la época.
Con los nuevos ricos va a nacer en las democracias una nueva élite social. Este movimiento empieza a nacer en Inglaterra, pero no había llegado aún a América en la época de tocqueville.. Cuando dejó la política en 1852, ya preveía estos cambios sociales, que posteriormente se produjeron en Europa.
Para él estas desigualdades son convencionales y naturales, ya que cada uno tiene la posibilidad de ser lo que quiera. Nadie me lo prohíbe. Todos tienen las mismas oportunidades, si se esfuerzan y trabajan.
No obstante no todo es tan fácil. Todo el siglo XX vivió conmocionado por el marxismo y el nazismo. Se va a producir una lucha a muerte entre el individuo y lo colectivo. Hayet lo describe de esta forma:
“Las reglas de la ética individual, aunque imprecisas, son absolutas y prohíben cierto tipos de acciones, independientemente de que las intenciones sean buenas o malas. Estafar, torturar, traicionar la confianza son malas acciones en si mismas. El fin justica los medios es un principio que, en la ética individualista, significa la negación de la moral pero que en la ética colectivista representa la ley suprema. El principio de la raison d'etat en las relaciones entre los países, es aplicado por el estado colectivista a las relaciones entre los individuos
Todo el siglo XIX está convulsionado por estas dos nuevas corrientes. Termina imponiéndose la primera con las consecuencias tan negativas que ha tenido..
LA MEDIOCRIDAD.
Como consecuencia del principio de igualdad en las democracias se han creado unas sociedades de masas.. Tocqueville decía; Veo una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que van sin descanso sobre sí mismos para preocuparse pequeños y vulgares placeres, con los que llenar su alma. Tocqueville no ha pretendido estudiar el tema de la masificación del hombre moderno, como lo ha hecho Ortega en su célebre libro sobre la Rebelión de las masas.
El constata un hecho y observa en estos hombres que no tiene cultura, que buscan lo útil, que se conforman con lo fácil, y lo vulgar. Unos hombres con una concepción y gusto mercantíles, prácticos, egoístas y emprendedores industriales. No les interesa ni el arte, ni la lectura, ni la cultura. A ellos les interesa lo fáctico, más que los refinamientos culturales de la época, propios de la aristocracia. Esa masa sin número podría desbordarse en algún momento, como ha sucedido en la historia de Europa. Me parece que Tocqueville no ve esta posibilidad en América, ni quiere concluir con ello que en las democracias reina la mediocridad y la vulgaridad.
En la medida que el hombre se siente libre y ha superado los niveles ínfimos de la pobreza, observa que tiene ansias de saber y conocer. El ser contemplativos, decía Aristóteles, es propio del ser humano. Todo hombre lleva en sí mismo algo de poeta y artista. Esta sensibilidad ya existió en Altamira y en la poesía de Homero. Y seguirá existiendo el fin de los tiempos.
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El actual Papa Benedicto XVI en su discurso pronunciado en la Academia de ciencia morales y filosóficas del Instituto en Francia, siendo Cardenal, dijo que el libro que vamos a comentar le impresionó mucho, cuando lo leyó. En su último viaje a América ha ampliado sus ideas: Los americanos han apreciado siempre la posibilidad de dar culto libremente y de acuerdo con su conciencia. Alexis de Tocqueville, historiador francés y observador de las realidades americanas, estaba fascinado por este aspecto de la Nación. Subrayó que éste es un País en el que la religión y la libertad están “íntimamente vinculadas” en la contribución a una democracia estable, que favorezca las virtudes sociales y la participación en la vida comunitaria de todos sus ciudadanos. En las áreas urbanas, es normal que las personas procedentes de sustratos culturales y religiosos diversos se impliquen de manera conjunta cada día en entidades comerciales, sociales y educativas. Hoy, jóvenes cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, y niños de todas las religiones se sientan en las aulas de todo el País uno junto a otro, aprendiendo unos de otros. Esta diversidad da lugar a nuevos retos que suscitan una reflexión más profunda sobre los principios fundamentales de una sociedad democrática. Es de desear que vuestra experiencia anime a otros, siendo conscientes de que una sociedad unida puede proceder de una pluralidad de pueblos –Ex pluribus unum, de muchos, uno–, a condición de que todos reconozcan la libertad religiosa como un derecho civil fundamental (cf. Dignitatis humanae, 2).
Sólo pretendo comentar este libro en sus aspectos religiosos, sin entrar a estudiar el complejo jurídico de su organización. El libro, con motivo del bicentenario del nacimiento de autor en el año 1805 ha sido muy comentado y todos admiran la agudeza de su pensamiento e, incluso su actualidad en muchas cuestiones, ya que sigue siendo fuente de inspiración y reflexión. Es evidente que después de dos siglos, los planteamientos no pueden ser los mismos, aunque nos puede ayudar a replantearnos muchos interrogantes en nuestras democracias.
El autor vivió la mayor parte de su vida en un polvorín revolucionario como fue el siglo que le tocó vivir. El siglo XIX va desde la caída de Napoleón y la restauración de los Borbones hasta las revoluciones de 1830 y 1848 y la proclamación de la República.
. En 1827 fue magistrado de Versalles. En 1831 marchó con un amigo para estudiar el sistema penitenciario en América. En 1941 fue nombrado miembro de la Academia francesa. Fue diputado por el distrito Valognes desde el año 1839 a 1852. Participó activamente en esta revolución, siendo nombrado ministro de Asuntos exteriores, pero en 1851 abandona la política, viendo los derroteros absolutistas de Francia.
Decepcionado en una carta a un amigo le dice: “He deseado de corazón ver una Europa libre y observo que la causa de la verdadera libertad corre más peligro que cuando nací. A mi alrededor veo naciones, cuyo espíritu se degrada a medida que su libertad se apaga, y que su bienestar y poder aumentan y que se limitan a ser, como decía Hobbes, unos niños llenos de salud, que sólo merecen azotes. Incluso vuestra América, con la que soñaban todos los que no conocían la auténtica libertad, reporta en los últimos tiempos escasas alegrías a sus amigos (carta a Lecler
de 1 septiembre de 1856, O.Completas, Gallimard, Paris, 1986, p. 179).
Alexis Tocqueville escribió un libro dividido en dos tomos titulado la Democracia en América. El primer tomo se publicó en 1835. El segundo ante el éxito que tuvo el primero en el año 1840.
Alexis quedó admirado del perfecto funcionamiento de la democracia americana, especialmente de sus relaciones con la religión. En aquel momento prevalecía el protestantismo, con una gran variedad de sectas, algunas muy puritanas. El catolicismo era minoritario. Existía, a pesar de estas diferencias, una gran armonía y tolerancia entre las diversas formas de cristianismo. Quedó impresionado de la religiosidad del pueblo americano, frente al agnosticismo, que existía en Europa, sembrado por la revolución francesa y todos sus corifeos. Decía: “He visto entre nosotros al espíritu religioso y al espíritu liberal marchar casi siempre en sentido contrario. Aquí en Estados Unidos los encuentro íntimamente unidos el uno al otro”.
. Aún hoy sigue existiendo esta dimensión religiosa en la política. No podemos concebir desde Europa que los políticos, de los diversos partidos, se reúnan todos los años para celebrar el día del desayuno de la oración nacional. En la misma moneda americana, el dólar, parece esta inscripción, en Dios, esperamos (in God we trust).
En la última encuesta hecha sobre la religión el ochenta por ciento de los americanos se consideran creyentes y el 58 afirman que sin Dios no hay moral.
Tocqueville llegó a decir “que uno de los mayores sueños al empezar su vida política era conciliar el espíritu liberal y el espíritu religioso, la sociedad nueva y la iglesia.”
¿Cuál es la causa de esta diferencia?
En la introducción a la obra hace estas reflexiones que son muy interesantes para entender el libro.
El cristianismo siempre ha defendido la igualdad de todos los hombres ante Dios. Pero en Europa la Religión se encuentra comprometida por medio de aquellos poderes que derribó la democracia, esto es, la alianza de la Iglesia con el antiguo régimen.
Se encuentran aún entre nosotros cristianos llenos de celo, cuya alma religiosa quiere alimentarse de las verdades de la otra vida. Son los que lucharán sin duda en favor de la libertad humana, fuente de toda grandeza moral. Pero en Europa ahora la religión rechaza la igualdad que tanto ama y maldice la libertad, como si se tratara de un adversario: “Comprendo que ésos van a apresurarse a llamar a la religión en su ayuda, porque deben saber que no se puede establecer el imperio de la libertad sin el de las costumbres, ni consolidar las costumbres sin las creencias; pero han visto la religión en las filas de sus adversarios, y eso ha bastado para ello; unos la atacan y los otros no se atreven a defenderla”.
El hombre en Europa, buscando el progreso, se está materializando. Solo le interesa lo útil, lo positivo, la ciencia, el progreso, el dinero, la comodidad. Olvidan lo justo, los valores, lo transcendente del ser humano: “Muy cerca veo a otros que, en nombre del progreso y esforzándose en materializar al hombre, quieren encontrar lo útil sin preocuparse de lo justo, la ciencia lejos de las creencias, y el bienestar separado de la virtud. Se llaman a sí mismos los campeones de la civilización moderna, y se ponen insolentemente a la cabeza, usurpando un lugar que se les presta y del que los rechaza su indignidad.”
En la última etapa de su vida, en su libro, “Antiguo Régimen y Revolución” dijo: “Una sociedad libre no puede existir sin religión”…”El respeto a la religión es la más grande garantía de la estabilidad del Estado y de la seguridad de los ciudadanos”
En otro lugar del mismo libro dice: “Una sociedad libre no puede existir sin religión, el respeto a la religión es la más grande garantía de la estabilidad del Estado y de la seguridad de los particulares.”
Ante esta postura se pregunta:
¿En dónde nos encontramos?
He aquí la gran paradoja que encuentra Tocqueville en el mundo occidental: “Los hombres religiosos combaten la libertad, y los amigos de la libertad atacan a las religiones. Espíritus nobles y generosos elogian la esclavitud, y almas torpes y serviles preconizan la independencia. Ciudadanos decentes e ilustrados son enemigos de todos los progresos, en tanto que hombres sin patriotismo y sin convicciones se proclaman apóstoles de la civilización y de las luces”.
Ve estas contradicciones en el catolicismo europeo, que por su alianza con el trono, abandona sus sueños evangélicos de libertad e igualdad.
Este mundo que nos encontramos está lleno de dudas y confusiones. Todo está permitido, ya no hay fronteras que separen el mal del bien, lo verdadero de lo falso, la desfachatez de la honradez. Se pregunta: “¿Es que todos los siglos se han parecido al nuestro? ¿El hombre ha tenido siempre ante los ojos como en nuestros días, un mundo donde nada se enlaza, donde la virtud carece de genio, y el genio no tiene honor; donde el amor al orden se confunde con la devoción a los tiranos y el culto sagrado de la libertad con el desprecio a las leyes; en que la conciencia no presta más que una luz dudosa sobre las acciones humanas; en que nada parece ya prohibido, ni permitido, ni honrado, ni vergonzoso, ni verdadero, ni falso?”
Ante tanta sorpresa, que se produce en su mente, intenta explicar lo que sucede en América, país en el que ha estado viviendo casi dos años, observando en sus viajes, la manera o forma en que funciona la democracia norteamericana.
Su experiencia
Hay un país en el mundo donde la gran revolución social de que hablo parece haber alcanzado casi sus límites naturales. Se realizó allí de una manera sencilla y fácil o, mejor, se puede decir que ese país alcanza los resultados de la revolución democrática que se produce entre nosotros, sin haber conocido la revolución misma, como sucedió en Francia, donde el cambio del antiguo al nuevo régimen se produjo por una revolución, que supuso un gran derramamiento de sangre.
¿Por qué se produjo en los Estados Unidos el paso a la democracia sin traumas, e incluso antes de la revolución francesa?
Lo achaca a que el catolicismo europeo, aliado con la aristocracia y la monarquía, no había llegado a comprender el nuevo mundo que nacía, esto es, el paso del antiguo al nuevo régimen. Postura tal vez comprensible por los muchos atropellos, que la revolución francesa trajo en unos primeros momentos. A pesar de ello dice el mismo “la democracia avanza en medio de las ruinas mismas que ella ha dejado”.
Era un aristócrata y su familia lo pasó muy mal en las primeras persecuciones de la Revolución. El, sin embargo, llegó a comprender lo que era y suponían las democracias liberales. Considera que “la democracia es una cultura nueva, llena de convicciones políticas, filosóficas, sociológicas y morales…El poder real se ha desvanecido, sin ser reemplazado por la majestad de las leyes. Para él la democracia es una sociedad igualitaria y libre, dominada por la soberanía popular. Es el poder de la mayoría o el interés de la mayor parte.
La democracia en Francia aún no se había estabilizado.
Este libro intenta exponer qué es la democracia americana, con sus grandezas y miserias y pretende dar su opinión sobre esta nueva forma de gobernar, con un lenguaje muy lúcido y clarividente, que sigue teniendo vigencia en muchas cosas en la actualidad.. No pretende hacer análisis filosóficos. Parte de la sociología, de los hechos concretos que ve, del análisis de lo que ven sus ojos. No pretende hacer una filosofía de la historia, ni siquiera una filosofía política. Solo ve un paisaje, e intenta descifrar las luces y sombras que descubre.
RELIGIÓN Y DEMOCRACIA
De él decía Jean Chevalier: “Tenía una fe política, la libertad; al mismo tiempo una fe religiosa, el cristianismo y estas dos fes, que habrían podido separarse, no formaban más que una en su corazón”.
La religión está en el mismo corazón de Estados Unidos, es su alma: “En los Estados unidos la religión moraliza las costumbres, es la que lleva a la Ilustración, es la observancia de las leyes divinas, la que conduce al hombre a la libertad”.
La religión en EU. “Es la primera de las instituciones políticas y es necesaria para el mantenimiento de la República: La religión que, entre los norteamericanos, no se mezcla jamás directamente con el gobierno de la sociedad, puede sin embargo ser considerada como la primera de sus instituciones políticas”.
Su influjo en la política no es directo, sino indirecto.
Tal vez se acordara de aquellas célebres palabras de Montesquieu: “El príncipe que ama la religión y que la tema, es un león que se amansa ante la mano que lo acaricia y la voz que aplaca su fiereza; el que teme sin amarla, y más si la aborrece, es como una fiera encadenada, mordiendo la cadena que le impide arrojarse sobre los transeúntes: el que ni la tiene ni la ama, porque no tiene religión alguna, es como el animal dañino, que no se siente libre, sino cuando embiste, despedaza y devora“ Montesquieu, El Espiritu de la leyes, cap-II, lib.24).
Es curioso el hecho de que en la medida en que la religión se separa de la política, su influencia es más beneficiosa para los espíritus y la sociedad crece, es más profunda y genuina.
La religión corrige y fortalece la moral del los pueblos y sus costumbres públicas, que sirven de armazón a la política. La ley necesita la conciencia moral para su observancia, ya que la coacción no es suficiente y el entramado social no se puede mover sólo por estos resortes.
Las costumbres tienen para Tocqueville una importancia muy grande, hasta el extremo que “influyen en gran manera en la permanencia de la República.”
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Una democracia no puede mantenerse sola con las leyes y la coacción, si no existe un marco moral que la sustente.
La fe en la trascendencia y en la existencia de Dios que castiga y premia, sirve para frenar las pasiones y ambiciones humanas y sobre todo lo corrupción. El hombre vive una esperanza y ésta le sostiene.
La palabra costumbre la entiende en el sentido que tenían de ella los antiguos romanos, esto, por mores. Es un concepto amplio que abarca todo el conglomerado de valores, cultura, hábitos, opiniones, moralidad, símbolos, religiosidad, creencias, provenientes de nuestras raíces cristianas y greco-romanas.
Es la fe transformada por la razón de la filosofía griega o la razón animada por la fe.
Insiste muchas veces en que las leyes fundamentadas sólo en la coacción sin costumbres, no se cumplirían, ya que la moral en la sociedad es la que dinamiza las leyes. Por esto se pregunta: “Si fuera cierto que las leyes y la costumbres son insuficientes…¿Qué otro refugio les quedaría a las naciones, sino el despotismo del poder?
Es lo mismo que decir que una sociedad que sólo se moviera al compás de la coacción, termina en un despotismo. Muchos imperios en la antigüedad se desmoronaron por estos motivos. Ya Platón se quejaba en la antigüedad del declive de Grecia por la corrupción de los costumbres y el hundimiento del pueblo griego:”Tanto de la letra de las leyes como las costumbres de la ciudad se iban corrompiendo hasta tal punto que yo, que al principio estaba lleno de gran entusiasmo por trabajar en actividades públicas, al dirigir la mirada a la situación y ver que todo iba a la deriva por todas partes, acabé por marearme…Entonces decidí volverme a la verdadera filosofía” (Platon, carta VII).
Afirma rotundamente que en America desde el principio la política y la religión estaban de acuerdo y después no dejaron de estarlo.
Por otra parte la ley no puede abarcar todos los ámbitos sociales de la persona, sino solamente aquellos que afectan al bien común. Benedicto XVI sostiene la misma teoría, esto es, que la fe “purifica la razón y reaviva las fuerzas morales. Sin lo cual no se instauran estructuras justas, ni estas pueden ser operativas a largo plazo” ( VinC, 28).
Implantación del cristianismo en América
La implantación del catolicismo en EU. la explica de esta forma: “Hace unos cincuenta años que Irlanda empezó a derramar en el seno de los Estados Unidos una población católica.
Junto a los católicos vinieron muchos protestantes de diversas sextas. Los puritanos formaron un gran grupo que tuvo mucha influencia en los primeros tiempos.
Tocqueville define la forma de ser de los católicos irlandeses: Estos católicos muestran una gran fidelidad a las prácticas del culto y están llenos de ardor y de celo por sus creencias; sin embargo forman la parte más republicana y democrática, que haya en EU.
¿Cuáles son las razones que explican este fenómeno?
La primera y fundamental es que el cristianismo ha defendido desde su nacimiento la libertad, la igualdad y la tolerancia entre los hombres. Esta fue la predicación de Jesús y los cristianos siguen haciendo lo mismo. Los otros son nuestros hermanos. El principio de la libertad e igualdad es muy importante para una democracia.
La segunda razón es que al encontrarse en minoría a los católicos les interesaba un marco jurídico que los defendiera. Los católicos en aquel momento no pasaban del millón. En la actualidad son 76, 6 millones.
Apunta un hecho al que da mucha importancia, el origen cristiano de todas estas sextas: “Hay una infinidad de sectas en E.U.. Todas difieren en el culto que hay que tributar al Creador, pero todas se entienden sobre los deberes de unos sobre los otros, todas las sectas predican una moral común en nombre de Dios”.
Estas costumbres comunes les sirven de cohesión en la sociedad y les ayuda a tolerarse y a respetarse unos y otros. Por este motivo la igualdad y la tolerancia están salvaguardadas.
“A los sacerdotes norteamericanos, afirma, no se les ve prestar su apoyo a ningún sistema político en particular. Pero dirigen las costumbres y al regir a la familia trabajan por regir al Estado”.
Un artículo de la Constitución de Nueva Yok dice lo siguiente: “Los ministros del evangelio, estando por profesión, consagrados al servicio de Dios y dedicados al cuidado de dirigir las almas, no deben ser perturbados en el ejercicio de sus sagrados deberes; en consecuencia, ningún ministro del evangelio, a cualquier secta que pertenezca, podrá ser revestido de ninguna forma pública, civil o militar”.
Por este motivo los políticos democráticos están muy influenciados por lo que piensa y vive el pueblo en el plano intelectual y moral. Ir en contra supondría perder el voto. La moral, por otra parte, les sirve de estímulo para cumplir las leyes voluntariamente, sin necesidad de coacción y a ser respetuosos con la autoridad: Los ciudadanos “están obligados a profesar ostensiblemente un cierto respeto por la moral y la equidad cristianas, que no les permite violar fácilmente las leyes, cuando se oponen a la ejecución de sus designios”.
En EU. la familia tiene mucha importancia, pues ella es la que educa en la moral a los hijos. No permiten que la política entre en este campo. En la familia reina el orden y la paz. La mujer tiene mucha importancia en la familia americana. Para ellos es la familia la primera base de la sociedad.
Las costumbres están tan insertas en el pueblo que “hasta el presente no se ha encontrado a nadie…que se haya atrevido a decir que todo está permitido en interés de la sociedad”.
No existe, por tanto el relativismo moral.
En Europa sucede lo contrario: “Habiendo perdido la religión su poderío sobre las almas, la cerrazón más visible que divide el bien del mal se encuentra derribado. Todo parece dudoso e incierto en el mundo moral. Los pueblos y los reyes caminan al azar, y nadie podría decir donde están los límites naturales del despotismo y los linderos de la decencia”.
La libertad es otra de las características de las democracias. Para T. no se puede concebir un cristianismo sin libertad. Se pregunta ¿Qué puede hacer un pueblo, dueño de si mismo, si no está sometido a Dios?
¿Cuáles son las causas que hacen tan fuerte a la religión?
Los filósofos del siglo XVIII decían: “El celo religioso debe extinguirse a medida que la libertad y las luces aumentan. Es deplorable para ellos que lo hechos no concuerden con esta teoría. En Norteamérica el pueblo es ilustrado y debe emprender con ardor los deberes religiosos”.
La religión es fuente de esperanza y está inserta en los propios constitutivos de la naturaleza humana.
No obstante hay una separación absoluta entre el poder político y la religión. Lo argumenta de esta forma “cuando una religión contrae una alianza semejante (con el poder civil), no temo decirlo, obra como podría hacerlo un pobre hombre: Sacrifica el porvenir en vista del presente y, al adquirir un poder que no le es debido, expone su legítimo poder”.
“Cuando una religión se alía con el poder pierde toda la esperanza de reinar sobre los otros”.
Al optar por una política determinada suscita el odio y la animadversión de los oponentes.
La política es transitoria, pasa. La religión desafía el tiempo. Los políticos pasan y cambian con mucha frecuencia. La religión va más allá del tiempo presente: Los sacerdotes “han preferido perder los apoyos del poder que compartir sus vicisitudes”.
“El creyente no está en guerra con nadie. Ama a sus contemporáneos, aunque condene sus debilidades y se aflija de sus errores”.
En Europa sin embargo los agnósticos actúan de otra forma: “Los incrédulos en Europa persiguen a los cristianos como a enemigos políticos, más bien que como adversarios religiosos: Odian la fe como la opinión de un partido, mucho más que una creencia errónea, y rechazan en el sacerdote, menos al representante de Dios que al amigo del poder”.
La separación entre religión y política son dos campos distintos. No obstante la religión dinamiza y favorece las diversas libertades. No les molesta que la religión exponga públicamente sus opiniones.
La religión y la libertad no son incompatibles
La conclusión de los dos pasos anteriores resulta natural: Si se destruye la religión, se destruyen ideas y creencias, que cohesionan a la democracia en el plano moral.
Al destruirse las ideas y creencias, las mentes de los hombres se llenan de dudas y de confusión. Los hombres tendrían nociones enredadas y cambiantes. La consecuencia de eso es el aflojamiento de las voluntades. Los hombres estarían preparados, sin creencias, para la servidumbre. Abandonarían su libertad por ellos mismos.
Sin normas morales y sin creencias, los hombres nos daríamos a un amo. No soportaríamos una libertad sin la guía que dan las creencias. Si el hombre no tiene fe, tendrá que ser esclavo y si es libre tendrá que creer.
El primer tipo de recomendación es sencillo: Las religiones deben mantenerse dentro de sus límites naturales. Si rebasan esos límites se arriesgan a no ser creíbles. Por ejemplo, el Corán es una serie de creencias e ideas, pero también contiene reglas políticas, leyes y hasta teorías científicas. Por esto religión y política, no pueden separarse. El Estado tiene que ser laico y en el Islán ello no es posible.
Por el contrario, el Evangelio sólo contiene ideas generales sobre las relaciones de los hombres entre ellos y con Dios. Dice el autor que por esas características el Corán no podrá tener vigencia en sociedades ilustradas, como sí la tendrá el Evangelio. Todo por salirse de los terrenos propios de la religión.
¿Cómo puede salirse una religión de su terreno? La contestación de Tocqueville se fundamenta en los rasgos de las democracias. El gusto por el bienestar material es parte de la esencia democrática. La religión que vaya contra ese gusto y quiera destruirlo, terminará por destruirse ella misma, ya que es lógico que el hombre busque la felicidad en la posesión de los bienes.
Las religiones se equivocan si quieren apartar al hombre del bienestar material, pero sí pueden persuadirlo de enriquecerse por medios honestos. Las religiones purifican, regulan y restringen el gusto desbordado por lo terrenal, pero fracasarían al intentar suprimirlo. Las religiones deben respetar los instintos democráticos que no le sean contrarios. Incluso deben ayudarse de ellos para luchar con éxito contra el exagerado espíritu de independencia individual, que es el peor enemigo de la democracia.
En resumen, Tocqueville cree necesarias las creencias religiosas, porque orientan los actos humanos. Esa orientación es un apoyo a la libertad personal. Aconseja a las religiones, para que tengan ese efecto positivo, concentrarse en las creencias, sin caer en excesos de formas o formalismos, ni mucho menos, en áreas fuera de su esfera.
. En otras palabras, aconseja seguir más a las verdades eternas que a los artículos secundarios de la fe. Con creencias se puede ser libre. Sin creencias se es siervo.
TOLERANCIA
Tocqueville comprendió, que una de las bases de la democracia es la tolerancia y respeto mutuo en las creencias de cada uno.
La tolerancia se impuso desde el principio en todos los Estados. El día uno de junio de 1776, en el Estado de Virginia, por influjo de Locke (191 años después) se recogen en la Constitución estas ideas: “La religión, o nuestro deber respecto al Creador, y la manera de cumplirlo, pueden ser guiados únicamente por la razón y por la convicción, no por la fuerza; por tanto todos los hombres tienen igual derecho al ejercicio de la religión, según los dictámenes de su conciencia. Es por otra parte deber mutuo de todos practicar la tolerancia cristiana, el amor y la caridad con los demás.
En la Constitución confederal de 1791 se garantiza también la libertad de conciencia y libertad religiosa.
Montesquieu posteriormente afirmaba :“Cuando las leyes del Estado toleran diversas religiones, ha de obligarlas a que se toleren entre sí..Es útil por consiguiente, que las leyes impongan a todas las religiones, además del deber de no perturbar la marcha del Estado, el de respetarse la unas a las otras (Montesquieu, El Espíritu de las leyes, cap.IX. libro 25)”
Esta tolerancia abarca no solo a los creyentes, sino incluso a los no creyentes La religión es un acto libre y a nadie se puede forzar a entrar en una religión. Los hombres son hermanos y a pesar de sus diferencias, deben vivir en paz .Si todos los hombres se pusieran de acuerdo en lo que es fundamental, y rompieran los fanatismos y fundamentalismos disgregadores, el mundo sería más justo, humano y fraternal.,
El mismo Voltaire, dijo “No tratéis de forzar los corazones y todos los corazones estarán con vosotros. La tolerancia no ha provocado nunca una guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanzas” / Libro VI, Sobre la Tolerancia.)
La idea de la tolerancia predicada por Locke,que tanto influjo tuvo en América, es asumida en su Constitución. Se habla más de tolerancia que de libertad religiosa.
PASION POR LA IGUALDAD
“Hay en efecto una pasión viril y legitima por la igualdad, que excita a los hombres a desear ser fuertes y estimados. Esta presión tiende a elevar a los pequeños al rango de los grandes. Pero se encuentra también en el corazón humano un gusto depravado por la igualdad, que inclina a los débiles a querer atraer a los fuertes a su nivel, y que conduce a los hombres a preferir la igualdad en la servidumbre a la igualdad en libertad. No es que los pueblos cuyo estado social es democrático desprecien naturalmente la libertad. Tienen por el contrario un gusto instintivo por ella. Pero la libertad no es el objeto principal y continuo de su deseo; lo que aman con amor eterno, es la igualdad; se lanzan hacia ella por impulsión rápida y por esfuerzos súbitos, y si no logran el fin, se resignan; pero nada podría satisfacerles sin igualdad, y desearían más perecer que perderla”.
Es curioso este análisis que hace de la igualdad y como los hombres buscan la igualdad. Pero es cierto, ya que la igualdad es la gran utopía del hombre moderno y cuando se alcanza con cierto nivel de bienestar, no le importa ser siervo. Su voto no irá al que le hace más libre sino al que da más bienes. En realidad en la actualidad, los gobiernos triunfan más por los programas económicos que proponen que por la defensa de las libertades e ideologías.
A este propósito es interesante el análisis que hace Hayet sobre la servidumbre: "La democracia extiende la esfera de la libertad individual" dijo Tocqueville en 1848, "el socialismo la restringe. La democracia le da todo el valor posible a cada hombre; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un número. La democracia y el socialismo no tienen nada en común sino una palabra: igualdad. Pero observen la diferencia: mientras la democracia busca la igualdad en la libertad, el socialismo busca la igualdad en la restricción y la servidumbre" (Discurso pronunciado en la Asamblea Constituyente el 12 de septiembre de 1948, citado por F. Hayet, en Camino de la Servidumbre, Alianza, p. 54).
Otra de los problemas de las democracias es el individualismo, que no hay que confundirlo con el egoísmo, que es un amor apasionado y exagerado por si mimo. El egoísmo nos cierra en nosotros mismos. La persona está abierta a los demás. La igualdad puede llevarnos a vivir en la soledad.
La igualdad puede llevar al hombre al aislamiento, ya que prefiere la vida privada. No participa en la vida pública.. El aislamiento es un peligro para la sociedad. Solo se busca el interés, lo útil, sin tener ninguna preocupación por los demás. El individualista no quiere complicarse la vida
El cristiano no puede olvidar que la igualdad política es una derivación de la igualdad evangélica. Cristo defendió la igualdad entre los hombres, como una exigencia, pero la iglesia es una comunión.
Sobre la igualdad hace análisis muy precisos e interesantes, que pueden sorprendernos: “El desarrollo gradual de la igualdad es un hecho providencial. Tiene características principales: es universal, es durable, escapa cada día al poder humano y todos los acontecimientos como todos los hombres han servido a su desarrollo”.
Para conservar la independencia y la igualdad es necesario luchar contra la tiranía. La democracia, por la unión con los otros, les ayuda a reforzar si independencia:.” Por otro lado, dice T., cuando los ciudadanos son todos casi iguales, les resulta difícil defender su independencia contra las agresiones del poder. No siendo ninguno de ellos lo bastante fuerte para luchar solo con ventaja, no hay más que la combinación de las fuerzas de todos que pueda garantizar la libertad. Ahora bien, tal combinación no se logra muchas veces”.
LA LIBERTAD Y RELIGIÓN
La religión está en el centro y en el corazón de los pobladores de América, como iremos viendo posteriormente. Hay dos palabras que encierran en sí mismas el concepto de democracia. La Libertad y la igualdad. Sin ellas la democracia no se puede entender.
¿Qué entienden por libertad?
El Concepto es distinto según T. a lo que puede entender un europeo descreído: “No nos engañemos sobre lo que debemos entender por nuestra independencia. Hay en efecto una especie de libertad corrompida, cuyo uso es común a los animales y al hombre, que consiste en hacer cuanto le agrada. Esta libertad es enemiga de toda autoridad; se resiste impacientemente a cualesquiera reglas; con ella, nos volvemos inferiores a nosotros mismos; es enemiga de la verdad y de la paz; y Dios ha creído un deber alzarse contra ella. Pero hay una libertad civil y moral. La libertad ve en la religión a la compañera de sus luchas y de sus triunfos; la cuna de su infancia y la fuente divina de sus derechos. Considera a la religión como la salvaguardia de sus costumbres y a las costumbres como garantía de las leyes y la prenda de su propia duración, que encuentra su fuerza en la unión y que la misión del poder mismo es protegerla; es la libertad de hacer sin temor todo lo que es justo y bueno. Esta santa libertad, debemos defenderla en todas las ocasiones y exponer, si es necesario, por ella nuestra vida..
Esta idea de la libertad basada en la religión va a estar muy unida a la vida de las poblaciones, que colonizan los vastos territorios de América. La libertad humana para no caer en un libertinaje es necesario que esté mediada por la creencia. La verdadera libertad no está en hacer lo que quiero, sino lo que debo. Podríamos resumirlo con estas palabras libertad con orden; libertad con costumbres morales y libertad con Dios. Dios hace al hombre más libre, porque le ayuda a andar por los senderos del bien y de lo justo.
Tal vez se acordara de las palabras de su maestro Monte0çsquieu: “La libertad no consiste en hacer lo que uno quiere. En un estado, es decir, en una sociedad que tiene leyes, la libertad no puede consistir en otra cosa que en poder hacer lo que se debe querer y en no ser obligado a hacer lo que no quiere.. Ciceron lo había dicho igual de claro::Omnes legum servi sumus, ut liberi ese possimus (Espíritu de la leyes. Cap.III, lib. 11))
El concepto de libertad aparece analizado en múltiples partes de su obra. Habla de la libertad individual y política, como bases para la democracia. La libertad individual es la opción más importante del hombre y consiste en pensar por sí mismo, en ser independiente de otros, en tener un sentido crítico de la existencia, en ser independiente en tos juicios, en no dejarte arrollar por las tiranías, en buscar la felicidad y la prosperidad por cuenta propia.
Para este aristócrata refinado la libertad es lo más importante en una democracia. Sobre la igualdad pueden caer muchas sospechas.
La libertad política consiste en la posibilidad de ejercer públicamente esa libertad, en unión con otros, mediante el voto, y ejerciendo otros derechos conjuntamente en el campo de la libertad.. Es un derecho que se comparte con otros ciudadanos. Ser auténticamente libres es muy difícil ya que no hay nada más duro que el aprendizaje por la libertad.
Jesús en el evangelio de San Juan había dicho, la verdad os hará libres. El hombre abrazado a la verdad descubre los senderos de su vida. Si no tiene ninguna verdad que le guíe se perderá en la oscuridad. La libertad no nos hace verdaderos. Sólo la verdad..
Los hombres venden la libertad y hay en nuestro mundo mercados para comprarla: La corrupción, el sometimiento, el miedo,
la cobardía etc.
La libertad humana está con frecuencia muy matizada, ya que los hombres no se mueven sólo por razonamientos puros, sino por intereses y prejuicios. El móvil es con frecuencia el bienestar o los intereses particulares. Cada uno se esfuerza por construirse una vida agradable, adquirir posesiones, juntar dinero y vivir cómodamente él y su familia. Ello puede llevar al hombre a un individualismo brutal y a perder la libertad. Prefiere ser esclavo a ser libre.
Decía Benjamin Flanklim; “Los que están dispuestos a renunciar a la libertad para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen la libertad, sino la seguridad”
La afirmación excesiva de la libertad destruye los lazos con los demás. La libertad propia le lleva al aislamiento. El aislamiento le debilita frente al poder, ya que vive sólo, aislado y sin contacto con los demás. El individualismo democrático termina creando una sociedad de masas, que se desentiende del bien común y de la sociedad.
La religión contribuye a la libertad, ya que libera al hombre de las ataduras materiales y le ayuda a elevarse a un mundo superior. Le coloca por encima de los intereses puramente temporales. Decía Chesterton que Francisco de Asís fue el hombre más libre de la historia de la humanidad.
La religión le da razones para preservar en la política, rompiendo sus egoísmos naturales y abriendo su vida a lo trascendente y al servicio a los demás, como vocación.
Sin religión se cae con frecuencia en la servidumbre del tener y en el egoísmo más absoluto.
El cristianismo elevó al ser humano de individuo a persona abierta a los demás. Le ayuda a descubrir la dimensión comunitaria del hombre.
LA SONERANÍA
El pueblo venido de Inglaterra para instalarse en aquellas tierras vírgenes y sin poblar, con muchas dificultades y un trabajo esforzado y constante, empezó a cultivar las tierras, a edificar sus casas y a darse unas normas, que nacían de la misma ciudadanía, que se sintió dueña de su destino. Descubre la soberanía frente a la aristocracia, el la que el poder está en manos de unos pocos. Todo el poder está en las manos del pueblo. En las asambleas públicas, como en las helénicas, van descubriendo el camino que tienen que seguir y las normas que se tienen que dar con una gran participación del pueblo. Los emigrantes, cuando llegan a sus lugares de destino, necesitan darse normas para poder convivir los unos con los otros. Para ello, mediante votación, eligen a sus representantes, que dirigen sus destinos en los municipios, que empiezan a fundar. En este sentido son inicialmente sociedades muy participativas y deliberativas en este primer peldaño, que van ser los municipios. Estas instituciones van a ser el gran aprendizaje para la democracia en América.
Muchas de estas normas van a seguir existiendo, cuando se realiza la Unión entre los diversos Estados, independientemente del poder central.
DIVISIÓN DE PODERES
Tocquivillle ha aprendido de sus maestros Locke y Montesquieu (1689-1775) que para que haya una auténtica democracia es necesario que haya una división o separación de poderes. Éste en su obra el Espíritu de las leyes había propuesto la siguiente división. “En cada Estado hay tres clases de poderes: el legislativo, el ejecutivo de las cosas pertenecientes al derecho de gentes, y el ejecutivo de las que pertenecen al civil. Por el primero, el príncipe o el magistrado hacen las leyes para cierto tiempo o para siempre, y corrige o deroga las que están hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadores, establece la seguridad y previene las invasiones; y por el tercero, castiga los crímenes o decide las contiendas de los particulares. Este último se llamará poder judicial; y el otro, simplemente, poder ejecutivo del Estado (...).Cuando los poderes legislativo y ejecutivo se hallan reunidos en una misma persona o corporación, entonces no hay libertad, porque es de temer que el monarca o el senado hagan leyes tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder judicial no está separado del poder legislativo y del ejecutivo. Estando unido al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un agresor”. En el Estado en que un hombre solo, o una sola corporación de próceres, o de nobles, o del pueblo administrase los tres poderes, y tuviese la facultad de hacer las leyes, de ejecutar las resoluciones públicas y de juzgar los crímenes y contiendas de los particulares, todo se perdería enteramente.”
En las democracias actuales estos poderes quedan reducidos a tres: El poder legislativo que reside en los parlamentos; el poder ejecutivo que reside en los gobiernos y el poder judicial en los jueces. Parte del principio general de que el poder corrompe. Por esto el poder ejecutivo debe ser controlado por el poder legislativo (senado y parlamento).
El América el poder legislativo, esto es, los miembros del Senado y de la cámara de representantes son nombrados directamente por el pueblo soberano. El poder judicial, según se trate de los Estados o del gobierno central, es nombrado o por el senado, o por la cámara o es propuesto por el Presidente, pero con la aprobación de ambos estamentos. Los jueces sólo pueden juzgar sobre casos particulares y determinar si la causa está o no está conforme con los derechos constitucionales.
Si todos los poderes quedan concentrados en una persona, tenemos la dictadura. Si el ejecutivo nombra a los jueces, la democracia disminuye, ya que no se atreverá a dar resoluciones contra los que han nombrado. Si los legisladores no son nombrados directamente por el pueblo, si no por los partidos, el diputado o senador debe oír más al partido que la voz del pueblo,
Según Tocqueville estos tres poderes en América están también articulados, que se controlan perfectamente unos y otros.
Últimamente se está hablando de otros poderes: Los medios de comunicación. La televisión. Internet. Si no son independientes del poder ejecutivo, la democracia disminuye, ya que deja de existir un control público de la gestión del gobierno y termina manipulándose el parecer de los ciudadanos.
Tocqueville vio claramente estos problemas y llegó a la conclusión que los americanos habían llegado a una articulación de poderes, en la que era muy difícil que diera la tiranía de unas élites y la corrupción de los gobernantes; esta era la obsesión que tenía. Para él la independencia de los jueces era básica.
LA DEMOCRACIA ES VULNER0ABLE POR LA TIRANIA DE LAS MAYORIAS
Como consecuencia de lo dicho anteriormente, para Tocqueville. el gobierno de la mayoría en las democracias puede llevar a la tiranía, a consecuencia del descontrol del poder, la negligencia en perseguir la corrupción, por el acaparamiento del poder en pocas manos o por la, apatía del mismo pueblo. Esto sucede cuando falta una sociedad civil articulada en múltiples asociaciones. La sociedad puede ser vulnerable, si no existen escalones libres y grupos críticos con el poder. Los Estados no fomentan mucho estos foros de opinión, ya que ello les puede desalojar de sus poltronas.
La idea central del intelectual francés es que el ejercicio de la soberanía democrática debe estar reglada por principios universales de justicia.
Tocqueville dice que la mayoría, una vez constituida, es un individuo con opiniones e intereses que pueden ser totalmente contradictorios con aquellos de ese otro individuo que es parte de la minoría. Según nuestro autor, en Norteamérica, ni el poder ejecutivo, ni los jueces, ni el sistema de juries pueden dirimir los eventuales conflictos entre estos dos individuos colectivos. Todo el sistema representativo deriva de la mayoría y se contradiría a sí mismo, si se opusiera a la mayoría. Así, se puede sostener que la democracia norteamericana no está protegida contra la tiranía de la mayoría, como, por lo demás, lo advirtieron oportunamente Jefferson y Madison. En su discusión sobre este tema, retomado posteriormente por Stuart Mill, Tocqueviile analiza los efectos de esta tiranía en distintas esferas de la sociedad civil, pero, a la vez, nos describe cómo los norteamericanos lo atenúan y moderan a través de la diversidad de autonomías en la base social.
Tocqueville no sostiene que la democracia norteamericana sea tiránica, a causa del imperio de la mayoría, sino que ella no garantiza suficientes protecciones para evitar la tiranía de las mayorías.
La mayoría no tiene un poder ilimitado: “Existe una ley hecha, o cuando menos adoptada, no sólo por la mayoría de tal o tal pueblo, sino por la mayoría de los hombres. Esta ley es la justicia. La justicia constituye, pues, el límite del derecho de cada pueblo.
Así yo, cuando no obedezco una ley injusta, no niego a la mayoría el derecho de mandar; no hago sino apelar contra la soberanía del pueblo ante la soberanía del género humano.
El poder de hacerlo todo que yo niego al hombre solo (al rey absoluto) jamás lo concederé a varios.
La libertad se haya en peligro cuando este poder no encuentra ningún obstáculo que pueda detener su marcha y darle tiempo para que se modere a sí misma”.
Este límite según la tradición cristiana es el derecho natural o un sistema de valores de carácter universal admitidos por todos los hombres, que el legislador tiene que respetar. Si no se admite ningún límite, el poder es tiránico. Tocqueville advierte que en América era difícil que esto se diera, ya que, dado el sistema judicial
y las “mores” sociales tan arraigadas en la sociedad, ningún poder se hubiera atrevido a erigirse en el único árbitro sin tener presentes estos principios morales al legislar y mucho menos legislar contra ellos.. Es curiosa la apelación que hace a la soberanía del género humano para no admitir esta tiranía, esto es, a esos principios que patrimonio de la humanidad y que admiten lo hombres de cualquier cultura.
El otro peligro puede venir de la manipulación ideológica, por la imposición a la sociedad del pensamiento de la mayoría. Esto que no sucede en las dictaduras afirma que puede suceder en América: “El pensamiento es un poder invisible y casi inapreciable que se burla de todos. En nuestros días los soberanos absolutos de Europa no podrían impedir que ciertos pensamientos hostiles a su autoridad circularan libremente en sus estados y en sus cortes.
No sucede lo mismo en América.
Mientras la mayoría se siente dudosa, se habla; pero una vez que se pronuncia de una manera irrevocable todos se callan, y amigos y enemigos se unen al carro. La razón es muy sencilla; no hay monarca tan absoluto que pueda reunir en si mismo todas las fuerzas de la sociedad y vencer las resistencias como puede hacerlo la mayoría revestida del derecho de hacer las leyes y ejecutarlas.
El amo ya dice: Sois libres de pensar como yo y vuestra vida, derechos y bienes, todo lo conservareis, pero desde hoy, sois un extraño entre nosotros…
“Os dejo la vida, pero una vida que es peor que la muerte”.
. Se puede sostener que la democracia norteamericana no está protegida contra la tiranía de la mayoría, En su discusión sobre este tema, retomado posteriormente por Stuart Mill., Tocqueviile analiza los efectos de esta tiranía en distintas esferas de la sociedad civil, pero, a la vez, nos describe cómo los norteamericanos la atenúan y moderan a través de la diversidad de autonomías en la base social y la ausencia de dispositivos de poder soberano capaces de ejercer una dominación minuciosa sobre toda la sociedad civil
Hayet lo sintetiza de esta manera: “Mientras que los grandes filósofos sociales del individualismo dentro de la gran tradición liberal han considerado siempre al poder como un peligro para la libertad del hombre, los colectivistas lo han considerado como un bien en si mismo”.
Jefferson decía: La tiranía de los legisladores es actualmente y lo será por muchos años, el peligro más temible
Con gran clarividencia comprende que la mayoría se puede equivocar y pisotear los derechos de las minorías. Sucedió en la aristocracia y puede seguir produciéndose en la democracia.
Si el bienestar se espera del Estado, y se suprime la participación y libertad de los individuos, el Estado se trasforma en un tirano, aún en los estados democráticos al no tener en cuenta lo que piensa el pueblo. Puede imponerse un grupo, una élite, un partido, que manipula a la sociedad y termina socavando los cimientos de la misma sociedad .Con frecuencia los partidos políticos están manejados por un grupo reducido, que impone no sólo su ideología, sino que pone en las listas sólo a aquellos que están de acuerdo con ellos y esperan participar en los peldaños del poder. De ahí a imponer su ideología a la sociedad, hay un solo paso, ya que tienen todo el poder mediático en sus manos y pueden manipular al pueblo por medio de los infinitos resortes del poder. Esta fue la gran preocupación de los legisladores americanos al hacer la Constitución. Esta capacidad de manipulación es hoy más factible, si el poder tiene en sus manos y maneja los otros poderes (medios de comunicación). Por esto el principio de la responsabilidad individual frente a lo público está muy metido en la mentalidad americana. Tienen verdadero pánico a perder la libertad y a que los poderes públicos organicen sus vidas y entre en el foro de su individualidad Esto explica sus reticencias a que muchos americanos se opongan a la sanidad y seguridad pública, Son los individuos los que tienen que resolverse sus problemas con su trabajo y esfuerzo personal.
Este poder no es el del absolutismo monárquico Es un poder suave y casi invisible, manipulador y tiránico, casi de guante blando.
Los Estados, buscando el voto, aprovechan este individualismo y aislamiento de las personas: “El individuo vive sólo con la familia, Sobre él se eleva un poder absoluto, detallado, regular y suave. Le gusta que los ciudadanos se regocijen. El trabaja voluntariamente para su felicidad, pero desea ser el único agente y árbitro; el vela por su seguridad, prevé y asegura sus necesidades, facilita los placeres, conduce sus propios asuntos, dirige sus industrias, nombra a sus sucesores y reparte sus mercedes “.
En una palabra el Estado termina apoderándose de la sociedad y de todos los rincones del territorio. Termina siendo un padre que reparte dádivas, dones, diversiones, y felicidad para el pueblo. Pan y circo, como se suele decir.
El materialismo termina por convertirse en un culto casi idolátrico de la sociedad. El hombre olvida que hay otros valores. Se revuelca en el bienestar como el bien supremo y no le importa perder la libertad. Los americanos temen perder su libertad ante tan omnímodo poder, como ha sucedido en Occidente.
Sin religión los hombres se hacen indiferentes a la vida humana, ya que se trunca el sentido trascendente de la vida y no son capaces de defender su libertad:“ Es claro que si cada ciudadano, a medida que deviene más débil, y por consecuencia, más incapaz de preservar aisladamente su libertad, no aprendiera el arte de unirse a los semejantes para defenderla, la tiranía crecería necesariamente con la igualdad”.
Esa democracia elevará sobre los individuos un poder absoluto, inmenso y tutelar, que regulará minuciosamente sus vidas, con el pretexto de darles bienestar, seguridad y placer. Una tiranía tutelar y paternalista, pero tiranía.
Adormecida su libertad, se transformará en un ser conformista y débil. Sus labios quedan sellados para siempre. Es el hombre masa del que hablaba Ortega y Gasset.
“Este poder, agrega Tocqeville, simulará el oficio de un buen padre que prepara a los individuos para asumir su mayoría de edad, pero los fijará en la infancia". Y, en fin, este poder no solamente administrará las finanzas públicas, sino que además se apropiará del sistema financiero privado y llegará a ser el principal, si no el único, productor industrial de la nación.
Es el Estado paternalista, que trata a los ciudadanos, como niños pequeños a los que tiene que darles el biberón.
El hombre sin Dios se transforma en un déspota, ya que “el despotismo puede prescindir de la fe….¿Cómo puede la sociedad evitar perecer si, mientras el vínculo político se relaja, el vínculo moral no se estrecha?¿Que hacer de un pueblo dueño de si mismo, si no está sometido a Dios”.
Los ciudadanos ante este poder omnipotente entran en una espiral de silencio. Nadie habla, todos callan Todos temen al poder; el poder concede mercedes. El poder les puede aplastar. El poder está oyendo lo que dices en la calle, o lo que hablas por teléfono. La sociedad de masas es débil y va al matadero como oveja silenciosa. La mayoría todo lo controla en la tierra, en el cielo, en el mar y en la intimidad de las casas por la televisión. Solamente existe su voz, que modela, dirige, engaña a la sociedad, y predica sus bondades. Sólo hay un púlpito, la palabra del poder: La prensa y la radio han sido prostituidas y manipuladas por la mentira y la ocultación.
El Americano tiene un miedo radical a este poder, como lo vio en Europa y por este defiende siempre la esfera de lo individual, aunque tal vez olvide la dimensión comunitaria del hombre. No obstante ha favorecido el nacimiento de instituciones o entes privados intermedios, que funcional admirablemente.
No son excesivas estas palabras: “La libertad se haya en peligro cuando este poder no encuentra ningún obstáculo que pueda detener su marcha y darle tiempo para que se modere a si mismo”.
El poder como una espesa niebla entra por las rendijas de las casas y recorre los valles y los montes, sin que nadie pueda ponerle barreras.
Esa democracia elevará sobre los individuos un poder absoluto, que regulará minuciosamente sus vidas, con el pretexto de darles bienestar, seguridad y placer.
CONSUMISMO, RELIGION E INDIVIDALISMO
Tocquevlle duda de que el hombre pueda soportar al mismo tiempo la total independencia religiosa y la libertad política. Los hombres desarrollamos un gran gusto por los bienes materiales cuando vivimos en regímenes democráticos y solemos ocuparnos mucho más de nuestros intereses personales que del bienestar ajeno. Precisamente en esto se ven las ventajas de las religiones. Ellas inspiran sentimientos contrarios a esas tendencias. Ellas llaman a los hombres a despegarse de lo terrenal y a demostrar su amor por los demás.
Tocqueville se encarga expresamente de señalar que sus opiniones sobre la influencia de las religiones son hechas desde un punto de vista enteramente humano. Lo único que le interesa es ver el efecto de las religiones en las sociedades, especialmente en los regímenes democráticos
PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD
El pueblo americano forma una federación en la que hay muchos escalones: Los Municipios, los diversos Estados y la Unión. Ha procurado aplicar de una manera perfecta el principio de subsidiaridad, esto es, lo que pueda hacer el de abajo que no lo haga el de arriba, señalando con detención las funciones y competencias de cada uno de estos escalones, procurando que no haya interferencias entre unos y otros. Hay unos tribunales superiores en todos los Estados y una corte suprema para la Unión, con unos poderes concretos y específicos y otros tribunales en los diversos Estados
Resumiendo podríamos decir que los poderes están muy divididos, aunque el poder central es fuerte, pero muy controlado.
Tocqueville ve una sociedad muy participativa. Ya que el pueblo participa muy activamente en los escalones inferiores. Hay por otra parte muchas asociaciones intermedias, que nacen del mismo pueblo, con carácter privado y no político. El Estado no sólo no interviene, sino que ayuda a que estas asociaciones de tipo privado prosperen. Optan mucho por lo privado frente a lo que sucede en Europa, que opta más por lo público. Podríamos decir que es una sociedad deliberativa en la que interviene el ciudadano en todos los estamentos o escalones. Pensad en la elección del Presidente de los Estados Unidos. Las grandes universidades son privadas. La sanidad hasta ahora ha sido privada.
La democracia americana, según Tocqueville, en última instancia reposa sobre la libertad que las personas ejercen en las comunidades políticas básicas e intermedias; es decir, en los municipios y en los Estados.
Cada municipio se gobierna por sí mismo, a través de la asamblea de los ciudadanos, que es elegida por el mismo pueblo. En cada municipio se practican las libertades de conciencia, de religión, de opinión, de asociación y de prensa. En cada municipio hay al menos un periódico, al servicio de la libertad de expresión de los ciudadanos. Así, la democracia americana reposa sobre una vasta constelación de autonomías locales e intermedias, en cuyo seno la vida pública es un hábito cotidiano. Tocqueville descubre en este fenómeno la especificidad democrática americana y la base real para construir un modelo democrático.
Hoy este modelo está pasando por serias dificultades, dados los cambios actuales. Pero si es cierto, que si todas las sociedades, asociaciones, grupos intermedios sociales o culturales no existen, es porque no les interese al poder central. En este caso la democracia se resiente, ya que la sociedad no tiene medios para dar a conocer su opinión y oponerse al poder central.
Cuando no es la sociedad la que elige libre y directamente a sus representantes en cada uno de los escalones, sino el partido es evidente que la democracia se tambalea. El representante elegido da cuenta al partido y no a los electores. Ello nos explica que en EU. las votaciones no sean uniformes en los partidos, ya que cada congresista o senador tienen que dar cuenta a sus electores y no al partido respectivo. No admiten que el partido le diga lo que tiene que votar. Hay una gran autonomía en este sentido.
EL TRABAJO
El trabajo asalariado forma parte de la mayoría de la sociedad La producción industrial reserva una parte muy importante a los empresarios y poca a los obreros. El tema de la pobreza le obsesiona y la concentración de bienes económicos, cuando en las sociedades industriales va aumentando el capitalismo.
Ya lo preveía antes de que llegara la revolución del 1848 y los problemas sociales que iba a traer el capitalismo salvaje de la época.
Con los nuevos ricos va a nacer en las democracias una nueva élite social. Este movimiento empieza a nacer en Inglaterra, pero no había llegado aún a América en la época de tocqueville.. Cuando dejó la política en 1852, ya preveía estos cambios sociales, que posteriormente se produjeron en Europa.
Para él estas desigualdades son convencionales y naturales, ya que cada uno tiene la posibilidad de ser lo que quiera. Nadie me lo prohíbe. Todos tienen las mismas oportunidades, si se esfuerzan y trabajan.
No obstante no todo es tan fácil. Todo el siglo XX vivió conmocionado por el marxismo y el nazismo. Se va a producir una lucha a muerte entre el individuo y lo colectivo. Hayet lo describe de esta forma:
“Las reglas de la ética individual, aunque imprecisas, son absolutas y prohíben cierto tipos de acciones, independientemente de que las intenciones sean buenas o malas. Estafar, torturar, traicionar la confianza son malas acciones en si mismas. El fin justica los medios es un principio que, en la ética individualista, significa la negación de la moral pero que en la ética colectivista representa la ley suprema. El principio de la raison d'etat en las relaciones entre los países, es aplicado por el estado colectivista a las relaciones entre los individuos
Todo el siglo XIX está convulsionado por estas dos nuevas corrientes. Termina imponiéndose la primera con las consecuencias tan negativas que ha tenido..
LA MEDIOCRIDAD.
Como consecuencia del principio de igualdad en las democracias se han creado unas sociedades de masas.. Tocqueville decía; Veo una multitud innumerable de hombres semejantes e iguales que van sin descanso sobre sí mismos para preocuparse pequeños y vulgares placeres, con los que llenar su alma. Tocqueville no ha pretendido estudiar el tema de la masificación del hombre moderno, como lo ha hecho Ortega en su célebre libro sobre la Rebelión de las masas.
El constata un hecho y observa en estos hombres que no tiene cultura, que buscan lo útil, que se conforman con lo fácil, y lo vulgar. Unos hombres con una concepción y gusto mercantíles, prácticos, egoístas y emprendedores industriales. No les interesa ni el arte, ni la lectura, ni la cultura. A ellos les interesa lo fáctico, más que los refinamientos culturales de la época, propios de la aristocracia. Esa masa sin número podría desbordarse en algún momento, como ha sucedido en la historia de Europa. Me parece que Tocqueville no ve esta posibilidad en América, ni quiere concluir con ello que en las democracias reina la mediocridad y la vulgaridad.
En la medida que el hombre se siente libre y ha superado los niveles ínfimos de la pobreza, observa que tiene ansias de saber y conocer. El ser contemplativos, decía Aristóteles, es propio del ser humano. Todo hombre lleva en sí mismo algo de poeta y artista. Esta sensibilidad ya existió en Altamira y en la poesía de Homero. Y seguirá existiendo el fin de los tiempos.
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