viernes, 24 de diciembre de 2010

LIBERTAD RELIGIOSA III


CUARTA PARTE



LAICISMO Y LAICIDAD


Las relaciones entre las religiones y los Estados, en el trascurso de los tiempos, han estado marcadas, por diversas formas o modos. Con el emperador Teodosio, al ser el cristianismo la religión oficial del Estado, empezó el Estado Confesional. Esta palabra se ha venido aplicando a otros Estados, como el islamismo o el hinduismo, al ser las religiones oficiales de ellos. En la actualidad siguen existiendo muchos estados confesionales. Cuando los estados empiezan a transformarse en no confesionales y se empieza a admitir en las nuevas constituciones liberales la separación entre lo laico y lo sagrado, el principio de libertad de pensamiento, de conciencia o religión, empieza a hablarse de estados no confesionales . También empiezan a usarse estos apelativos: Democracias libres, sociales y laicas. Esta palabra laico, va a estar muy presente en esta evolución, llegando a omitirse el concepto de no confesional. (Vide trabajo sobre la laicidad en Francia)


En Francia, en la revolución francesa, se instaura un régimen de separación entre la Iglesia y el Estado. El Estado es soberano e independiente del poder religioso. Desparece el antiguo régimen. Esta separación tiene un matiz anti-religioso, ateo y persecutorio del cristianismo, a pesar de admitir la libertad de conciencia. El concepto de separación tiene un aspecto negativo. Posteriormente, con la implantación definitiva del estado liberal, se implantará el principio: Una Iglesia libre en un Estado libre.


En el Siglo XiX se implanta un laicismo y una concepción racionalista, positivista y cientifista del hombre. Dios no cuenta en la política. La religión queda reducida al ámbito privado. El laicismo del estado se trasforma en una nueva religión. En la nueva época de las luces, lo único que cuenta es la razón.


Se propugna también una separación del Estado y de la religión. El Estado no ejerce poder ninguno en la religión ni la religión en lo político. Son dos mundos tan distintos, y cada uno va por su sitio. Dada esta separación, lo religioso no tiene relevancia ninguna en el Estado. En esta concepción radical se quiere desterrar la influencia de lo religioso en la sociedad, quedando relegada al ámbito de lo privado.


Algunos católicos franceses propusieron el principio de la neutralidad. Ello equivaldría a que no habría injerencia por parte del Estado en materia religiosa o no religiosa. Sería neutral.


Por este motivo dicen que es difícil dar una correcta definición de lo que sería la laicidad. El concepto separación entre iglesia y estado está muy inficionado de elementos negativos en su historia. El concepto de neutralidad no encaja con el concepto de libertad religiosa del que habla el Concilio en la Dignitatis Humanae.


Por este motivo se habla ahora de laicidad positiva, como se puede ver en Navarro Valls. Esta concepción ha sido asumida por Benedicto XVI y Sarkozy (Vide trabajo sobre Sarkozy) Ello implicaría una colaboración activa entre el Estado y la religión en los campos en que ello sea posible. La aceptación por parte del Estado de unos valores universales insertos en nuestra cultura, previos al mismo estado, que, aunque tienen origen cristiano, son en la actualidad parte de la ética civil. Lo jurídico está limitado por esta concepción moral. No se puede admitir el relativismo. La iglesia tiene derecho a dar su opinión en el campo de lo político


Benedicto XVI ha hecho un llamamiento a todas las conciencias para redescubrir en la ley natural el fundamento de la convivencia democrática y evitar así que el humor de la mayoría o de los más fuertes se conviertan en el criterio del bien o del mal.


La ley natural es, según explicó el Papa, esa «norma escrita por el Creador en el corazón del hombre» que le permite distinguir el bien del mal.


Ahora bien, reconoció, «en muchos pensadores parece dominar hoy una concepción positivista del derecho. Según ellos, la humanidad, o la sociedad, o de hecho la mayoría de los ciudadanos se convierte en la fuente última de la ley civil».


En este positivismo se encuentra el relativismo ético, ya que no hay valores absolutos, sino relativos. Sólo es moral lo que nace del consenso. «La mayoría de un momento se convertiría en la última fuente del derecho».


«La historia, dice el Papa, demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse.. La verdadera racionalidad no queda garantizada por el consenso de una mayoría, sino sólo por la transparencia de la razón humana ante la Razón creadora y por la escucha de esta Fuente de nuestra racionalidad».


Cuando están en juego «las exigencias fundamentales de la dignidad de la persona humana, de su vida, de la institución familiar, de la justicia, del ordenamiento social, es decir, los derechos fundamentales del hombre, ninguna ley hecha por los hombres puede trastocar la norma escrita por el Creador en el corazón del hombre, sin que la sociedad quede golpeada dramáticamente en lo que constituye su fundamento irrenunciable», aclaró.


Para llegar a un acuerdo previo a cualquier legislación el hombre debe tener en cuenta que hay una le ley natural que se convierte en garantía para el respeto de la su dignidad humana, quedando al reparo de toda manipulación ideológica y de todo arbitrio o abuso del más fuerte».


Nadie puede sustraerse a esta exigencia –comentó el Papa. Si por un trágico oscurecimiento de la conciencia colectiva, el escepticismo y el relativismo ético llegaran a cancelar los principios fundamentales de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático quedaría radicalmente herido en sus fundamentos».


Este laicismo agresivo el Papa lo describe de esta forma: Existe una agresividad ideológica secular, que puede ser preocupante. En Suecia, un pastor protestante, que había hablado sobre la homosexualidad, basándose en un pasaje de la sagrada escritura, ha pasado un mes en la cárcel. El laicismo ya no es aquel elemento de neutralidad, que abre espacios a la libertad de todos. Comienza a transformarse en una ideología que se impone a través de la política y no concede espacio público en la visión católica y cristiana, que corre el riesgo de convertirse, en algo puramente privado y en el fondo mutilado. En este sentido existe una lucha y debemos defender la libertad religiosa contra la imposición de una ideología, que se presenta como si fuera la única voz de la racionalidad (Entrevista de a Benedicto XVI en la República, 19-Nov.2004).


En el siguiente texto aclara de una manera global el sentido de esta palabra: Es necesario el establecimiento en Europa de una laicidad sana, para construir una sociedad en la que convivan pacíficamente tradiciones, culturas y religiones diferentes. Separar la vida pública del todo valor de las tradiciones significaría meterse en un camino cerrado y sin salida. La sana laicidad comporta que cada realidad temporal se rija por sus propias normas, las cuales, sin embargo, no deben olvidar las instancias éticas fundamentales, cuyo fundamento reside en la misma naturaleza humana. Cuando la Iglesia católica, a través de sus legítimos pastores, apela al valor de estos principios fundamentales, enraizados en la herencia cristiana de Europa, se mueve únicamente por el deseo de garantizar y promover la dignidad inviolable de la persona y el auténtico bien de la sociedad,


Con ello podemos caer en un positivismo jurídico como una única fuente de la convivencia, ya que no existen principios previos a lo aprobado por el parlamento, que es el reflejo de la soberanía popular. Lo cual lleva a una confusión entre la moral y el derecho y nos hace caer en un relativismo moral y jurídico. El positivismo jurídico de Kelsen, defendido en Italia por Bobbio, es o debe ser el criterio definitivo del obrar, ya que sólo existe la ley positiva. Los derechos se fundan en ello y no en la dignidad de la persona humana.


Este relativismo ha sido defendido por el filósofo americano Rorty: En nuestros días el tiempo ha huido. Ahora todo es evento, si es que hay evento alguno, ya que todo es opinable. Atrás quedó la era de la fe y la era de la razón. Hoy vivimos la era de la interpretación, donde nada es lo que parece, porque todo se ha vuelto irreconocible, incognoscible. Las cosas ya no existen en la realidad y de ninguna manera cabe disputar acerca de contenidos cognoscitivos. Es preciso empezar a acostumbrarse a no sorprenderse de nada.


Su ideología es como una religión que se intenta imponer a la sociedad. Es intolerante e irrespetuoso, tanto con lo religioso como contra otras ideologías discrepantes, aunque esa oposición la haga con buenas palabras y según unas estrategias definidas. Esta postura termina dañando a la misma democracia, porque se queda vacía de valores y de principios morales, que sustenten. No todo el derecho es moral ni toda la moral puede transformarse en derecho.


La postura de nuestro Presidente ha sido muy criticada por el historiador Stanley G- Payne en estos términos.[1]: “Zapatero introdujo una novedosa forma de izquierdismo en España que ni se parece al antiguo revolucionarismo ni a la socialdemocracia constructiva de Felipe González. Se trata de un nuevo izquierdismo basado en la corrección política internacional y en unas extrañas ideas de multiculturidad, atomización de la cultura y la sociedad y reconstrucción de España en interés de una especie de ilusorio y renacido frente popular con el que consolidar su poder político..El frente popular está en Cataluña. La ilusión de Zapatero es una alianza multipartidista contra la derecha…Su política nacional está destinada a la caza de aliados. En la presentación de su libro “40 preguntas sobre la guerra civil española, publicado en la Esfera de los libros, en una entrevista que le hacen en ABC, el 22 del 11 de 2006


A esto hay que añadir el multiculturalismo. Si todas las culturas son iguales y buenas, tenemos que aceptar en Occidente e incluso incorporarlo a nuestras costumbres con tradiciones distintas. ,


Este positivismo es opuesto a la libertad religiosa.









[1] En la presentación de su libro “40 preguntas sobre la guerra civil española, publicado en la Esfera de los libros, en una entrevista que le hacen en ABC, el 22 del 11 de 2006.