DÉCIMA PARTE:
SINODO DE LOS OBISPOS DE ORIENTE
El Papa ha decido celebrar un Sínodo de las Iglesias de Oriente medio, ya que ha contemplado peligros y vejaciones que están sufriendo los católicos en esta región. Sólo suponen los católicos el 1, 6 % de la población
La finalidad del Sínodo está reflejada por las palabras del Papa Benedicto XVI. En estos países, por desgracia, marcados por profundas divisiones y heridos por grandes conflictos, la Iglesia está llamada a ser signo instrumento de unidad y reconciliación, sobre el modelo de la primitiva comunidad de Jerusalén. Esta tarea es ardua, pues los cristianos de Oriente Medio soportan con frecuencia condiciones de vida difíciles, tanto a nivel personal como familiar y de la comunidad.
El Secretario General del Sínodo explicita estas palabras del Papa: Son meros artesanos de la paz y defensores del perdón y de la reconciliación tan necesaria para esta región. Anhelan vivir en paz con sus prójimos judíos y musulmanes., en el respeto de los derechos mutuos, incluso aquel fundamental que es la libertad de religión y de conciencia.
Mons. Naguid, últimamente nombrado Cardenal en el mismo pórtico de Sínodo decía: Lo primero que se planteó fe la necesidad de detener la hemorragia de cristianos de esta tierra, asegurando para todos el respeto de los derechos fundamentales, la justicia y la posibilidad de vivir con plena dignidad.
El Papa en la misa de clausura del Sínodo ha insistido especialmente en estas ideas:
Es necesaria la paz, que es obra de la justicia y el amor. Los cristianos de oriente medio han debido sufrir mucho por las incomprensiones, persecuciones, e incluso han padecido el martirio. Por eso es necesaria una paz urgente, estable y duradera entre los cristianos, los judíos y los musulmanes. La paz ayudará a cortar la emigración.
Ha hecho una llamada a la comunión y el testimonio dentro de los mismos cristianos: con otras comunidades cristianas, con los musulmanes, con los judíos, ya que si es así su testimonio será creíble.. Todos vivimos juntos y debemos considerarnos hermanos. Todos debemos trabajar juntos en un dialogo franco y abierto para trabajar por la paz en esta tierra bendita, cuna del cristianismo y también de las otras dos religiones. Los mismos católicos, en su diversidad de ritos están muy divididos, como decía un Sinodal: En la práctica no logran coordinarse o quedan bloqueados por históricos recelos.
Ha insistido en la necesidad de una comunión más íntima entre las diversas comunidades católicas, que están demasiado dispersas. Hay católicos coptos, caldeos, maronitas, melkitas y latinos.
Ha advertido, que aunque muchos países musulmanes se reconoce la libertad religiosa, fundamentada en la misma dignidad de la persona, se limita a veces a la libertad de cultos. De hecho la participación de los cristianos en la vida pública está muy limitada en la mayor parte de las naciones. Por esto se impone y es necesario promover la noción de ciudadanía, de dignidad de la persona humana, y de igualdad de los derechos y deberes, y la libertad religiosa que incluye el culto y la libertad de conciencia. Hacen un llamada a los musulmanes a ponerse juntos a todo tipo de fundamentalismo y violencia. Con la emigración de los cristianos a los países de occidente, o por dificultades económicas o por no sentirse ciudadanos con plenos derechos se ven obligados a emigrar, perdiendo oriente medio su testimonio y su acción para trasformar un mundo tan pobre. Por eso se impone el diálogo inter-religioso y el perdón.
En las conclusiones se insiste en la necesidad de proclamar al mundo la situación dramática en que se encuentran muchas comunidades cristianas.. Ven la necesidad de acudir a instancias internacionales para acabar con tantas injusticias, atropellos y persecuciones, a que se ven sometidos sólo por el simple hecho de ser cristianos. Es igualmente necesario reforzar el respeto a la mujer, y a sus derechos humanos, en una sociedad en la que la mujer es infravalorada.
Se ha propuesto la unificación de la celebración de la Pascua.
El Papa resume parte de las conclusiones del Sínodo en su homilía. Por este motivo me limito a insertar solamente la ultima parte, que son una llamada a la esperanza, a la comunión, a dialogo y evangelización. Una llamada llena de una gran calor humano y de una gran profundidad teológica y bíblica.
Des pues de pedir que se trabaje sinceramente para dar una solución justa y definitiva a la paz entre Israel y el pueblo palestino, la comunicación del sínodo termina con estas palabras:
Hermanos y Hermanas, os decimos con el apóstol San Juan” Lo que existía desde el principio, lo hemos oído, lo que vimos con nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la palabra de vida, pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio ,y os anunciamos la vida , que estaba con el Padre y que se nos manifestó,, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros y nosotros estemos en comunión con el Padre y con su hijo, Jesucristo ( 1 Jo. 1,1-3).
Esta vida divina que se manifestó a los apóstoles hace dos mil años en la persona de nuestro Señor Jesucristo, de la cual la Iglesia ha vivido y ha dado testimonio a lo largo de la Historia, seguirá siendo siempre la vida de nuestra Iglesia en el Oriente medio y el objeto de nuestro testimonio.
Sostenidos por la promesa del Señor:”He aquí que yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo”(Mt.28, 20), seguimos juntos nuestro camino en la esperanza que no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Rom.5,5).
Confesamos que hasta ahora no hemos hecho lo que estaba a nuestro alcance de hermanos para vivir mejor la comunión con nuestras comunidades. No hemos hecho lo suficiente para confirmaros en la fe, y daros el alimento espiritual que necesitabais en las dificultades. El Señor nos invita a una conversión personal y colectiva.
Hoy volvemos a nosotros colmados de esperanza, fuerza y determinación trayendo nosotros el mensaje del Sínodo y sus recomendaciones con el fin de ponerlo en práctica en nuestras iglesias, cada uno de acuerdo a su estado.