domingo, 13 de mayo de 2007

Divagaciones sobre un Mundo Globalizado



DIVAGACIONES SOBRE EL LIBERALISMO EN UN MUNDO GLOBALIZADO.

Capitalismo y liberalismo nacen unidos, aunque son de padres distintos. El liberalismo tiene tres caras: El filosófico, político y el económico. El liberalismo podríamos describirlo en estos términos: El liberalismo es una corriente de pensamiento político y económico, que se desarrolló en Europa a partir del siglo XVII, aunque siempre el hombre en la historia ha mercadeado. Alcanzó su periodo clásico en los siglos XVIII y XIX. Pensadores como John Locke y Adam Smith, entre otros, fueron algunos de sus mayores exponentes. Las grandes revoluciones tanto francesa como de Estados Unidos bebieron de sus aguas. Gracias a su influjo se impuso la universalidad del sufragio, las sucesivas declaraciones de derechos individuales y su plasmación legislativa en los textos constitucionales de muchas naciones.


A lo largo del siglo XX, el liberalismo se vio relegado y exiliado a la periferia del mundo de las ideas, pero desde allí realizó aportaciones tan importantes como las de Hayek, Friedman, Murria, Rothbard, Hayek,[1] Von Misses [2] y Ayn Rand. En la actualidad los grandes defensores del liberalismo son el francés Jean-François Revel y el premio novel Mario Vargas Llosa.

El termino liberal ha sido muy controvertido y se le ha dado distintos significados a este término a través de la historia.

Es liberal aquél que considera la libertad individual de las personas como el valor supremo.
El liberalismo ha invadido todas las áreas tanto de la derecha como la izquierda democrática, quedando descafeinado en muchas de sus líneas esenciales. En las sociedades democráticas el liberalismo ni es de izquierdas ni de derechas, ya que se ha incrustado en el mismo corazón de todos los partidos en mayor o menor grado.

El dogma principal es la libertad tanto individual como política y económica.
Se ha criticado que una libertad absoluta e incontrolada puede desembocar en un subjetivismo o individualismo, destructor de la misma sociedad. El liberalismo puro nos puede llevar en el orden moral a un relativismo, ya que el sujeto se considera el epicentro de su vida moral sin ningún limite. El individualismo nos hace egoístas, olvidándonos que constituimos una comunidad.
Para los liberales puros sólo la libertad tanto política como económica es la guía, que ayuda al hombre a liberarse de si mismo.

Los partidos liberales han sufrido una fuerte crisis, ya que tanto la derecha como la izquierda se han apropiado de sus postulados. Su espacio en los parlamentos ha sido casi residual. Los prepotentes han sido los conservadores y los socialdemócratas.

La postura liberal exalta al individuo, es menos intervencionista, y es anti-colectivista. El liberalismo opta por el lucro, la plena libertad de horarios, la máxima flexibilidad en los contratos de trabajo, el respeto estricto a la propiedad, los impuestos proporcionales frente a la presión fiscal. Los liberales propugnan que la soberanía y el autogobierno de la persona prevalezcan sobre cualquier otra consideración.

Quieren conceder plena libertad al individuo para que pueda decidir sobre todas las cuestiones de tipo moral. El derecho de propiedad es esencial para ellos. La propiedad es indisociable de la condición soberana de la persona, ya que si se priva de ella, se hace añicos su soberanía y se la reduce a la esclavitud, porque sin propiedad no puede haber un desarrollo de la persona.

Quieren un Estado mínimo que actúe como árbitro, sin intervenir en la economía ni en la cultura ni en la sociedad. Opinan que el endeudamiento del Estado también debe limitarse. Sostienen que la glorificación del Estado del bienestar ha sido un gran error y que éste debe ser desmantelado paulatinamente y sustituido por instituciones de previsión, sanidad y educación, emergidas libremente en la sociedad, ya sea con ánimo de lucro o no. Opinan que la universalidad de la sanidad, la educación, la atención jurídica o la previsión de la vejez son conquistas irrenunciables, pero que están mejor gestionadas por entidades privadas que por el Estado. Las pensiones de miseria piensan sustituirlas por un sistema de capitalización individual privada, con un fondo de solidaridad, que cotice por quienes no puedan hacerlo. Este mismo sistema es aplicable a la previsión del desempleo, a la educación y a la sanidad.

Defienden los Estados de tipo federal, donde se asegure el pluralismo de las identidades diversas, ya que prefieren la desconcentración de la gestión y de la recaudación,

Al mismo tiempo desean que el Estado no financie con nuestros impuestos ni a los partidos políticos ni a los sindicatos ni a las patronales ni a las confesiones religiosas ni a ninguna entidad privada, sino que es la sociedad, quien libremente debe aportar a estas entidades el dinero necesario para su desenvolvimiento.

La democracia, afirman, es el sistema ideal para la adopción de las decisiones colectivas, y no puede emplearse como excusa para invadir el ámbito de decisión privada de las personas.
Para ellos una democracia auténtica requiere una administración de justicia realmente independiente. Rechazan el nombramiento de los Órganos Judiciales y de la Fiscalía por parte del poder ejecutivo o legislativo.


Creen firmemente en el mercado. El mercado no es otra cosa que la libre interacción de millones de personas. El mercado se prostituye y crea injusticias cuando los políticos intentan moldearlo a su capricho. El mercado más justo es el mercado más libre.

Para ellos los medios de comunicación no deben ser de titularidad pública, ya que sólo sirven a los intereses del gobierno de turno.

Su credo es la defensa de los derechos humanos y civiles.

En definitiva, opinan que en una sociedad de hombres y mujeres responsables de sí mismos deben autogobernarse en una sociedad libre.

El liberalismo en la actualidad sigue las mismas líneas apuntadas anteriormente. Su ídolo es la propiedad privada de los medios de producción. La búsqueda del lucro es su motor y su alma. El capitalista no busca directamente el bien común, sino la ganancia o el lucro. El segundo gran principio es que la economía se regula por la libre concurrencia del mercado sin intervención del Estado y de los trabajadores. El capitalismo por si mismo se autoregula y de una manera indirecta redunda en el bien común. Sin necesidad de planificación el mercado libre hace que las empresas que no sean eficaces se hundan. Es la ley de la eficacia y del más fuerte. Así lo había proclamado muy pronto el padre del capitalismo moderno Adam Smith, como hemos explicado anteriormente [3]




Después de la segunda guerra mundial un economista británico Keynes [4] retocó el sistema capitalista con estos agregados: El capitalismo no se autorregula ni es capaz por si mismo de conseguir el bien común, debiendo el estado intervenir en la economía para la consecución de ambos fines. Como consecuencia de ella nació lo que se ha dado en llamar la macroeconomía. A partir de este momento los gobiernos controlan la actividad monetaria, estimulan o frenan la actividad empresarial, hacen inversiones públicas para reactivar la actividad económica, realizan planes de distribución de la renta para aquellos que tengan rentas desiguales, se procura mantener el poder adquisitivo del dinero, y establecer un sistema de asistencia y seguridad social. Se ejerce un gran control sobre la inflación.
John Maynard Keynes, publico esta teoría en su obra La teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936). Su pensamiento, como las ideas de Adam Smith en el siglo XVIII, modificaron el pensamiento económico.
Este capitalismo reformado produjo una enorme expansión económica, terminada la segunda guerra mundial. Como resumen podemos decir que Keynes intenta humanizar el sistema capitalista, ya que el pueblo se negaba a aceptar las medidas tan drásticas del liberalismo capitalista. No obstante muchas de sus propuestas fracasaron.
El capitalismo, con su eficacia, ha llevado aparejado el desarrollo económico, la investigación, el progreso técnico, la libertad de gestión, la eficacia y la mayor ganancia. Junto a estos aspectos positivos hará florecer el individualismo y el egoísmo, destruirá la ecología y el medio ambiente con su afán insaciable de producir.

La revolución industrial, que se inicia en Inglaterra (1642-1688), y en Norteamérica (1773-1783) instauró el estado liberal de tipo burgués, la sociedad de clases y el capitalismo industrial. Las máquinas van a crear las grandes industrias y a poblar toda Europa de chimeneas. Nace una gran masa de proletarios, explotados y hambrientos, ya que sólo le interesa la eficacia, la innovación, y el dinero. La explotación y los abusos, obligando a los obreros a trabajar más de 16 horas. Esta espiral de eficacia y de explotación fue atemperada por los sindicatos de clase. Nueva invención de la democracia liberal, que va a equilibrar la lucha entre capital y mano de obra en busca de la justicia. Los conflictos, las huelgas, las luchas, los motines y sublevaciones eran inevitables. En un difícil equilibrio y después de muchas tensiones, las nuevas democracias sociales van a traer la sociedad del bienestar. La cohesión social, la enseñanza pública, el seguro de desempleo, la solidaridad, cierta igualdad, la seguridad social, la sanidad pública, la atención a los parados y al empleo, la preocupación por los derechos sociales, la emancipación de la mujer y su participación política. La libertad va ser el paradigma de este movimiento, como había propugnado Alexis de Tocqueville. La ley antimonopolios evita las excesivas concentraciones del capital.

A través de la historia ha habido por parte de los gobiernos un afán de controlar los sindicatos, o bien porque eran una prolongación del partido o porque eran dirigidos por miembros de los mismos partidos. Lo cuál ha sido muy grave. En Inglaterra los sindicatos son más apolíticos.
Con la caída del marxismo, se terminaron en cierto sentido las ideologías. El liberalismo económico sale triunfante tras la muerte del marxismo. No tanto el liberalismo filosófico. El capitalismo se queda sin enemigos. Dicho de otra manera el capitalismo queda dueño de la plaza y el capitalismo providencia empieza a caer en crisis. El capitalismo salvaje comienza a humanizarse y a liberalizarse de sus servidumbres pasadas. Intenta reformar los sistemas de subvenciones y asistencia social, la eficacia de los servicios públicos, Crea una economía abierta, expansiva, muy tecnificada, capaz de sobrevivir a la competencia en este mundo globalizado. Su lema es investigación, desarrollo e innovación.

La pregunta que ahora nos hacemos es ésta. ¿Existen diversas clases de capitalismo? Michel Albert, en su libro Capitalismo contra capitalismo sostiene que hay dos concepciones enfrentadas: El defendido por la escuela de Chicago (modelo neoamaricano) y el llamado economía social de mercado (el modelo renano). Dos economistas americanos, Milton Friedman y Galbrairh, muertos en el 94 y 98 van a llenar un largo periodo. El primero es un defensor acérrimo del mercado, e influyó mucho en los partidos conservadores y el segundo keynesiano. Ambos influyeron mucho en Estados Unidos y en Inglaterra, en los partidos conservadores.
A partir de 1991 nace un capitalismo más rígido, liderado por M. Thatcher y R. Reagan, cuyos principios fundamentales, propugnados por Friedman, son estos:

Desde 1980 a 1988 Ronald Reagan redujo los impuestos a un 28 por 100 y desmanteló, en gran medida la economía, creando más de 12 millones de puestos de trabajo. Últimamente Margaret Thatcher impulsó el programa de privatizaciones de empresas públicas, redujo al 40 por ciento el tipo marginal del impuesto sobre la renta, acabó con los abusos de los sindicatos e inició un programa de regeneración moral, lastrada durante decenios por el intervencionismo de los laboristas y de los conservadores más "pragmáticos" como Edward Heath y otros.
Juan Pablo II, preguntándose si el capitalismo es la vía para el progreso económico y social ha contestado lo siguiente:[5] Si por 'capitalismo' se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, el mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, la respuesta es ciertamente positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de 'economía de empresa', 'economía de mercado', o simplemente 'economía libre.

La protección social, para los conservadores, es un estímulo a la pereza; mientras que antes el impuesto aparecía como un polo esencial para conciliar el desarrollo económico y la justicia social. Son partidarios de reducir los impuestos y las cotizaciones sociales, hacer retroceder totalmente al estado para que el mercado pueda liberar las energías creadoras de la sociedad.[6]

En este modelo su intervención en la macroeconomía queda reducida a controlar el déficit y la inflación, reducir los gastos y costes sociales y promover la libertad del mercado. Se acrece el individualismo, y la producción se somete a un racionalismo crítico, que investiga nuevos modelos de producción más baratos. Su modelo ideal es la innovación tecnológica y la investigación permanente como índices de progreso.

En el modelo renano, existente en algunos países de Europa, al contrario de la concepción tacheriana, hay una intervención más amplia del Estado, se aumentan los impuestos, se defiende la televisión estatal y la existencia de empresas públicas. En este sistema se ha buscado la cohesión social, la solidaridad, la igualdad, las pensiones, la seguridad social, el funcionamiento de la sanidad pública y hospitales, la atención al paro y al empleo. Se privilegia la enseñanza pública en el ámbito primario y universitario. El sistema en la actualidad está en crisis en Alemania y Francia, ya que no puede la economía soportar los grandes gastos que tiene que afrontar. Con ello disminuye el crecimiento económico e indirectamente no crecen los puestos de trabajo y el bienestar (son las líneas de Galbraith). Los alemanes empiezan a caminar por otros derroteros. Los franceses, después de la elección de Sarcozy, parece ser que van a cambiar de rumbo.

Jean Francois Ravel hace esta precisión sobre liberalismo capitalista:[7] ¿Europa social o Europa Liberal?: En Europa existe un antagonismo entre una Europa liberal y una Europa social....Esta obstinación antiliberal sorprende sobre todo, porque se apoya en una ignorancia voluntaria de la vida económica. Esta historia nos enseña que los periodos de crecimiento han sido periodos de predominio liberal, en países que corregían la economía estatal, mediante la libertad de economía y de comercio......Por lo tanto no existe ninguna incompatibilidad entre la Europa liberal y la Europa social, sino que la primera es incluso una condición necesaria para la segunda.

Ambas concepciones del capitalismo siguen en la actualidad contrapuestas. ¿Cuál de las dos terminará venciendo? Es difícil de predecir. Ambos sistemas tienen sus ventajas y sus inconvenientes.
De hecho comprobamos que la economía americana y japonesa siguen creciendo y creando empleo y bienestar social en las masas, mientras que la alemana y francesa se están planteando muchos problemas ante la globalización. No obstante Alemania empieza a salir de la crisis y está aplicando el primer modelo

En Europa siguen estas tensiones. El acuerdo sobre el presupuesto europeo de 2007-2013 no se produjo, ya que Tony Blair pedía más dinero para la investigación, la innovación y el desarrollo con una gran rebaja para el sector agrícola. Chirac se opuso rotundamente a ello, ya que se desmoronaría su economía agrícola y el bienestar social de sus agricultores. Y en consecuencia en las nuevas elecciones, perdería votos. Los chiracistas no se han atrevido a meter a fondo el bisturí en la economía.
¿La Unión Europea será capaz en su diversidad de buscar uno nuevo camino de unidad en lo político? Si falta esta unidad, es difícil, que haya un progreso económico, ya que predominarán los intereses y los egoismos de los más grandes. La actual constitución europea, aunque ha supuesto un paso importante, no sido capaz de buscar esa unidad. Esa unidad no se consigue por supuesto con lo económico A Europa le falta ese espíritu de su tradición por la que fue grande. Los europeos no sienten Europa, no están entusiasmados por un proyecto común. Al desaparecer los valores que han alimentado todo la cultura europea, falta algo que le dé un sentido y cohesión. Si tiramos por la borda todo aquello que nos hizo grandes, no prosperará. Europa se está convirtiendo en un gigante económico sin alma. Cada nación de este conglomerado busca sus propios intereses y no los de la comunidad. Europa necesita apoyar la investigación, la innovación y crear grandes centros para la promoción del desarrollo. Es necesario. Esperemos que lo consiga los próximos años.

En este mismo sentido se expresa Jürgen Habermas:

Creo que el estado liberal debe ser muy cuidadoso con las reservas que alimentan la sensibilidad moral de sus ciudadanos, porque además esto es algo que redunda en su propio interés. Estas reservas amenazan, sobre todo teniendo en cuenta que el entorno vital cada vez está más sujeto a los imperativos económicos. [8]

El modelo social europeo está muy tocado por el excesivo gasto a que tiene que hacer frente y por no controlar el déficit y la inflación.
El capitalismo puede llevar al empobrecimiento de los pobres, a las tensiones sociales, al triunfo del individualismo, a la destrucción del entorno etc Siendo el lucro y la ganancia sus móviles absolutos, ha dejado a muchos en el camino, llenos de miseria y de hambre. La persona ha dejado de ser el fin y la mediadora del progreso.
El gran reto es la globalización y que la economía comprenda, como ya decían los griegos, que el hombre es la medida de si mismo

Una justicia social, sin fraternidad, es una justicia sin alma. El marxismo predicó lo colectivo, pero olvidó que el hombre ha nacido para vivir libre en comunidad y en una sociedad, donde todos son fundamentalmente iguales. La igualdad fue la gran utopía marxista, que, aunque ha fracasado en el régimen marxista, sigue aún viva en el corazón de todos los hombres. La carrera por la eficacia en la producción es necesaria, pero tenemos que pensar que en esa carrera muchos, los más débiles, los más pobres, se quedaron en la cuneta y se pueden morir de hambre y de frío, sin que nadie les tienda una mano. Es verdad que todos no somos iguales, pero también es verdad que no debemos ser tan desiguales.

Un capitalismo sin corazón no puede concebir que la economía es para el hombre y no el hombre para la economía. Si el capitalismo no tiene una frontera que no pueda pasar, se hace inhumano y será un vendaval que barre los grandes valores, que la humanidad ha descubierto en su devenir histórico. La propiedad privada no puede ser un absoluto, ya que los bienes de la tierra tienen un destino universal. La propiedad tiene una función social y el desarrollo un límite, si no queremos destruir el mundo que habitamos.


Aún cuando la democracia cristiana moderna no es confesional, entre sus premisas básicas está la de una cierta concepción trascendente de los seres humanos. Los liberales, en cambio, son laicos, y no entran a juzgar las creencias religiosas de las personas. Se puede ser liberal y creyente, liberal y agnóstico, o liberal y ateo. La religión, sencillamente, no pertenece al mundo de las disquisiciones liberales (por lo menos en nuestros días), aunque sí es esencial para el liberal respetar profundamente este aspecto de la naturaleza humana.
Por otra parte, los liberales no suelen compartir con la democracia cristiana (o por lo menos con alguna de las tendencias de ese signo) cierto dirigismo económico al que normalmente se le llama social cristianismo
¿Hay alguna alternativa al capitalismo, tras el hundimiento de marxismo?

Pío XI en 1931 y posteriormente Pío XII defendieron el corporativismo, inventado por los católicos sociales en Alemania, en virtud del cual los empresarios y los obreros se encuadran en el interior de una asociación de carácter interclasista, llamada corporación, que es la que gestiona la empresa. Juan XXIII no volvió a tratar del tema, posiblemente, porque el inspirador de sus encíclicas sociales, Monseñor Paván, había llegado en sus libros a la conclusión de que sólo había una alternativa al capitalismo, que eran las reformas internas, que fueran naciendo en su devenir histórico. Para él no existía una tercera vía.

Posteriormente Schweickart ha intentado crear una nueva vía en su libro Más allá del capitalismo, que llama democracia económica. El libro es una mezcla de intuiciones marxistas y capitalistas difíciles de compaginar. [9]

Para terminar quiero hacerlo con un juicio crítico de E. Morín [10], que me impresionó, ya que el autor no se fija sólo en los problemas económicos: (El capitalismo) adoptará así formas aristocráticas o estéticas (el culto del yo) y sobre todo formas burguesas, que se democratizarán en el individualismo hedonista, que favorece los procesos económicos y sociales que, a partir de finales del siglo XIX, acaban destruyendo la vieja solidaridad, atomizando a los individuos y aportando los medios materiales y las técnicas del bienestar. Pero los medios y las técnicas del bienestar, más que unir a los hombres lo que hacen es separarlos.

Termina con estas palabras: Una laicización absoluta (sin Dios) pone de manera inconsciente la divinización absoluta del sujeto laicizado.




Globalización

Los problemas del capitalismo se complican con la globalización que es el signo de los tiempos presentes. Los franceses la llaman mondialisacion.

La globalización afecta a la economía, a nuestras vidas, a la forma de vivir y pensar. Por los medios de comunicación las fronteras se han abierto. Mi mundo se ve invadido por otros yos, que, aunque lejanos, me los encuentro en internet, en la paya, en las plazas de las grandes ciudades o en la montaña. Sus pensamientos, sus modos de pensar, sus costumbres, sus vestimentas se me presentan cada segundo en los foros que frecuento o en las pasarelas de la moda. Vivimos en una aldea global. Una aldeana viste como una neoyorquina. En el pueblo más remoto se rueda la misma película que en Paris. A las pocas horas de recoger una cestita de fresas en Andalucía, éstas se están vendiendo en Berlín o en el Japón. Por internet, en dos segundos, me pongo en comunicación con una universidad americana. Con la globalización se han roto todas las barreras y fronteras: Ideológicas, económicas, culturales, raciales, políticas, etc. Todo se globaliza y cambia de un día para otro a un ritmo feroz. Nos adentra en un mundo multicéntrico, en el que aparecen nuevos grupos y organizaciones internacionales, con las que podemos comunicarnos con una gran facilidad, y que nos enriquecen. Estos grupos son religiosos, de ocio, de investigación, de intercambio, culturales, deportivos etc.
Esta globalización de los medios, está rompiendo el pensamiento único, que nos imponía la televisión analógica. Estamos en una sociedad intercomunicativa e interactiva, donde todo lo comunicamos, de todo nos enteramos. Cada vez estaremos menos dirigidos desde el poder, porque una oleada inmensa de pensamientos nos aturde cada día y nos bombardea. No obstante siguen siendo las grandes oligarquías las que nos bombardean.
La dimensión mundial de la cuestión social ha traído consigo la dimensión global de la economía. Ello va a traer consecuencias positivas y negativas.[11] En este mundo globalizado no podemos ser islas. En este nuevo proceso los Estados han perdido gran parte de su poder para gestionar sus propios asuntos. Esta tendencia la estamos viviendo en estos momentos en Europa.

El gran peligro actual lo encontramos en el ilimitado poder de las multinacionales, que operan a escala mundial y que no son reguladas por nadie. Los Estados se ven limitados por estos poderes y su forma de gobernar tiene que tener en cuenta unas nuevas coordenadas.
La globalización en el campo económico ha tenido aspectos positivos, pero ha dejado en la cuneta a muchos pueblos, que no han podido tomar este tren. Basta pensar en la crisis financieras de Méjico (1994), Asia (1997) y Argentina (2001). Es necesario que los ricos ayuden a los pobres en este proceso y que se abran los mercados.

Dice Atiglitz que para millones de personas la globalización no ha funcionado. La situación de muchas de ellas de hecho empeoró y vieron cómo sus empleos eran destruidos y sus vidas se volvían inseguras. Se han sentido cada vez más impotentes frente a fuerzas cada vez más sin control. Han visto debilitadas sus democracias y sus culturas. [12]

Cuando el único móvil del trabajo y de la economía en las multinacionales es la eficacia y la ganancia, y se olvida que la economía está al servicio del hombre y de su dignidad, el hombre se trasforma en un simple instrumento de su codicia. Las dislocaciones están sembrando el paro.

Este proceso es tan rápido que en la nueva economía electrónica global los gestores de fondos, bancos, empresas, al igual que millones de inversores individuales, pueden transferir cantidades enormes de capital de un lado del mundo a otro con el botón de un ratón. Al hacerlo pueden desestabilizar lo que podían parecer economías sólidas y a prueba de bomba, como sucedió en Asia. [13]

La globalización cultural, que ha aportado valores positivos, corre el peligro de hacernos perder nuestra identidad y convertirse en un saqueo global. La instrumentalización por los medios de comunicación es tan brutal, que se están diluyendo y perdiendo los rasgos específicos de los pueblos y de las regiones. Hay una cultura universal con mayúscula, con sus avances y valores, que está incidiendo en una nueva civilización universal y una ciencia universalizada (y esto es positivo), pero hay escalones intermedios, que se están diluyendo y los pueblos y las regiones están perdiendo sus perfiles propios.

La globalización política está incidiendo en la democratización del mundo y en la admisión de nuevos valores. La apertura de los mercados puede favorecer a los pobres, si las nociones ricas no buscan sólo la ganancia y la rentabilidad. Sin embargo la integración del mundo, en una política más unitaria en busca del bien común de la humanidad, cada vez se ve más lejana por el egoísmo de los bloques y de los grupos.
La tecnología y la ciencia se extienden por todo el universo, apenas acaban de nacer.
Una sociedad que olvida los valores morales de la solidaridad y fraternidad termina desintegrándose.

La globalización no es un mal como algunos opinan. Reduciendo a esto al plano económico está haciendo que la investigación a escala mundial avance a un ritmo que no ha hecho en otros momentos.
Muchos pueblos no tienen acceso al desarrollo o por la inmoralidad de sus gobernantes, o por la falta de cultura, o por que no han tenido la ayuda necesaria. No es culpa de la globalización.
Europa tiene que unirse, si no quiere sucumbir a este proceso, ya que si no progresa en los campos de la investigación, el desarrollo y la innovación se verá afectada por las dislocalización de muchas de sus industrias. Este es el gran problema de España.

Angela Merkel y algunos nuevos políticos emergentes parece ser que están tomando las cosas con más seriedad, cuando afirma: Que Europa tiene que ser capaz de abrirse y no cerrase al futuro. Reconoció la Presidenta que el término globalización aterra a mucha gente, pero afirma que está convencida de que la globalización ofrece al mundo de hoy más oportunidades que riesgos.
Acaba de publicarse en España un libro de Tomas Friedman, periodista del New Cork Times y premio Pulitzer, en el que se aborda la globalización.[14] El libro ha sido un best seller internacional. Para él será un elemento positivo en el progreso del mundo, aunque está teniendo aspectos negativos, como la dislocación de muchas empresas y la competencia de países emergentes como China e India, que está causando serios problemas a muchas industrias europeas y norteamericanas. No obstante será la técnica, la investigación, el desarrollo y la innovación las que alentarán una producción más cualificada. Para él la solución no está en levantar barreras, sino en ser más competitivos. Aboga por terminar cuanto antes con la dependencia del petróleo,



[1] Murió en 1991. Fue premio novel de economía en 197 y lucho en todos sus libros contra la economía planificada y el socialismo..
[2] Murió en 1973. Criticó duramente el intervencionismo comunista y soviético hasta en extrema que tuvo que huir de su patria.
[3] Smith Adam, Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Fondo de cultura económica, Méjico, 1979.

[4] Keynes, Jonh Maynard, Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero. Fondo de cultura económica, Madrid 1980 (1 ed. 1936).


[5] véase Centessimus Annus, cap. IV, num. 42
[6] Albert Michel, Capitalismo contra capitalismo, p. 230, Piados, Barcelona, 1991

[7] ABC. Entevista, 17-5.04, p. 23,

[8] ABC. 18-8-2005, Entrevista, p. 33.

[9] Schweickart, David, Más allá del capitalismo, Sal Terrae, Santander, 1997.

[10] Pensare l’Europa, .p. 71.
[11] Stiglitz Joseph E., El Malestar de la globalización, p. 308, Taurus, 2002.

[12] Idem, p. 309.
[13] Anthony Giddens, Un mundo desbocado. Efectos de la globalización en nuestras vidas, Taurus, 2000, p. 22.
[14] Tomás Friedman, La Tierra es plana. Breve historia de un mundo globalizado del siglo XXI.. Barcelona, 2006, 495 pgs.