miércoles, 18 de julio de 2007

CONCEPTO BÍBLICO DE IGLESIA

CONCEPTO BÍBLICO DE IGLESIA


1.-La iglesia como comunidad y comunión.

Dentro de la complejidad del tema, ya que en los diversos escritos del nuevo testamento, se nos presentan diversos esquemas o modelos de comunidad, voy a intentar presentar los rasgos comunes de aquella primitiva comunidad cristiana, no exponiendo los e elementos diferenciadores.

Sólo pretendo presentar un esquema, o rasgos fundamenta­les de estas comunidades para que pueda sernos útil como pauta de reflexión.

La nueva Ekklesía es el pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo, la comunidad de los creyentes.

Todos profesan una fe en Jesús de Nazareth, se sienten comunidad...

Por el bautismo se produce su integración en en grupo de los creyentes, ya que los bautizados se ha revestido de Cristo y han roto las fronteras y divisiones entre los judíos y los gentiles, griegos y bárbaros, esclavos y libres, hombres y mujeres...Ahora todos son hermanos (Gal. 3, 28; 1!0 Cor. 122, 13; Col. 3, 11).

La comunidad nace de la vinculación con el Señor,pues uno sólo es el vuestro maestro y vosotros sois hermanos (Mat. 23, 8).

Jesús es para ellos el Señor y los cristianos son hermanos, que se aman, se quieren, se ayudan, se corrigen, viven juntos la misma exigencia de la fe.

Tienen conciencia de pertenecer a la familia de Dios, con unos vínculos, superiores a la sangre.

Juntos comparten sus gozos, sus alegrías, sus penas y sus dificultades.

Los de fuera, si de algo se extrañan, es del mutuo amor y del carácter expansivo y misionero de aquellas personas o grupos, que van a cambiar las estructuras del imperio romano.

Juntos oran, juntos se comunican, dialogan y comparten la fe.

Para Pablo estos creyentes son sus hermanos (65 veces) y está dispuesto a darles no sólo el Evangelio de Dios, sino su propia alma, por lo mucho que ha llegado a quererles (10 Tes. 2, 8).

Esta comunidad no es una reunión de amigos o un círculo cultural.

La razón diferenciadora es ésta:
El Dios único que todos invocan; el único Señor Jesucris­to, a quien todos pertenecen; el Espíritu único que a todos llena y a todos fusiona en el único cuerpo de Cristo ( 10 Cor. 1, 10-13; 3, 4-45; 12, 4-6; Rom.15, 55; Phil. 2, 1) Ef. 4, 1-6), el único bautismo en el que todos se hacen uno en Cristo Jesús (Gal. 3, 27-55; 10 Cor. 10, 17); el único pan de la eucaristía, en que todos toman parte (10 Cor. 10, 17).
Esta Iglesia de Jesús es una comunión.

2.-Exigencias de esta comunión.

Las exigencias de esta comunión (koinonia) son estas:

1.-Vivir en comunión con el Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo (20 Cor. 13, 13).
La Iglesia es el cuerpo de Cristo y nosotros somos sus miembros (Ef.4,1-6).
El evangelista San Juan presenta esta unidad bajo el simbolismo de la vid: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos, sin mí no podéis hacer nada (15, 5; Rom. 11, 17).

2.-Participar en la misma eucaristía (10 Cor. 10, 16).
La Iglesia hace la eucaristía y la eucaristía realiza la comunión, la fraternidad y la unidad en la Iglesia...

3.-Comunión con los hermanos.
La comunión entre los hermanos nace de la vinculación con el Señor, como un sólo es vuestro cuerpo y vosotros sois hermanos (Mt. 23, 8).

4.-LLegar si es necesario a una comunión de bienes: La comunidad presentada por Lucas llega a una comunión de bienes (AA. 2, 24; 4, 32-35).
La violación, por egoísmo e hipocresía, de este espíritu es tenida por falta grave contra la comunión y el Espíritu Santo, como aparece en el caso de Ananías y Safira. Esta radicalidad no existe en otras comunidades apostólicas.

5.-Vivir la misma esperanza y la misma caridad.
Los hermanos deben vivir el espíritu de las bienaventu­ranzas, no juzgar con demasiada precipitación al hermano (Mt. 7, 1-5), no abandonar al pecador (Mt. 18, 12-14), perdonar incluso al enemigo y corregirle, si es necesario (Mt.18, 21; 14,15).
El amor y el servicio son el alma de esta comunión.
Amar es compartir con el hermano los trabajos, las angustias y las esperanzas.
Vivir en comunión es caminar juntos, apoyados en el mismo Espíritu, que hace fructificar en la comunidad la caridad, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la mansedumbre y la templanza (Gal. 2, 20).

La vivencia en el amor es como la coordinada que dirige y guía la vida de la comunidad, con esa multiplicidad de matices que nos presenta Pablo en sus cartas, especialmente en la 10 Cor. 13, 4-7).

La exhortación de Pablo a los Colosenses resume todas estas exigencias del amor: Revestíos, pues como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros, y por encima de todo esto, el amor que es el vínculo de la consumación, y que la paz de Cristo haga de árbitro en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados, formando un sólo cuerpo (Col.3, 12-15).

6.-Asistir a las reuniones de los hermanos, ya que la relación personal, crea y constituye la comunidad (Mt. 18, 20; AA 10, 24-25).

7.-Estar en comunión con otras iglesias. En el siglo II, cuando un cristiano hacía un viaje largo, el Obispo le daba unas cartas de comunión para los otros hermanos.


3.-Las reuniones de la comunidad.

Es prácticamente imposible presentar un esquema uniforme de estas reuniones. La primitiva comunidad cristiana, según fuera judía o del mundo griego o romano tuvo matices y formas distintas de realizar estas reuniones, pero también ciertos puntos afines.

Aunque los judíos se reunían a veces en el templo, poco a poco se fue imponiendo la reunión en alguna de las casas de los cristianos.

Parece ser que se reunían una vez en la semana, como nos indica Plinio al hablar de los creyentes de Bitinia.

Hacía el año 150 Justino confirma que esta reunión se celebraba los domingos.

)Qué hacían en estas reuniones?

Solían hacerse dentro del ámbito de una comida.
En ella habían cantos. San Pablo habla de salmos, himnos y cantos espirituales (Col. 3, 16 ss; Ef. 5, 18-20).
Otra parte dedicada a la corrección fraterna, a la instrucción, a la revelación de los carismas que cada uno había recibido del Espíritu Santo (10 Cor. 14, 2; Col. 3, 16; Ef. 5, 18-20; 10 Tes. 4, 18; 10 Tes. 5, 11-14; 10 Cor. 14, 31; Rom. 15, 14).
Estas reuniones a veces fueron conflictivas (10 Cor. 14, 26).


4.-La proclamación de la palabra.

La proclamación de la palabra solía hacerse antes de la celebración de la Eucaristía (AA. 5, 42; 20, 20).
Esta predicación hecha al principio por los apòstoles partía de la Sagrada Escritura y culminaba con los sucesos ocurridos en la vida de Jesús.
Este anuncio proclamado en las asambleas cristianas, tenía como eje y centro principal este mensaje:
Cristo ha muerto y resucitado por nosotros, y nos ofrece la remisión de los pecados (AA. 8, 5; 9, 20; 10 Cor. 1, 23; 15, 12).
Jesús es el Salvador, que nos traer la buena nueva (60 veces), la paz (AA. 10, 36) y la liberación interior.

Frente a la concepción mosaica de la ley, ahora cuenta la fuerza del corazón (Mt. 7, 18), el espíritu del sermón de la montaña, el seguimiento de Jesús y como ley y exigencia suprema el amor a Dios y al prójimo (Mt. 5, 4-8).

Otro concepto muy importante de la de estas comunidades era la oración.
En los hechos de los apóstoles, en multiplicidad de ocasiones, aparece la capacidad de oración y alabanza de estas comunidades (AA. 1, 14; 2, 1; 3, 1; 4, 23-24; 5, 11; 6, 4 etc ).

En estas oraciones parecía el esquema judío, con pequeñas fórmulas y aclamaciones, tal como aparece en San Pablo: Gracias sea dadas a Dios, que nos otorga la victoria por medio de Nuestro Señor Jesucristo (10 Cor. 15, 57) o el amén de la comunidad como repuesta a una petición.

Parece ser que era frecuente en la conclusión de las reuniones esta fórmula: Y todo lo que hagáis de palabra o de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él (Col. 3, 17; Efes. 5, 20).

5.-Comunidad abierta la mundo y misionera.

Los cristianos no se retiraban al desierto como los esenios.
Llevaban una vida ordinaria.Trabajan con los demás, asisten al ágora, conviven con los paganos (10 Cor. 5, 9-13).
No se cierran como un grupo de perfectos, pues comprenden que pueden terminar en secta.
Son comunidades dinámicas y misioneras; al terminar el primer siglo hay comunidades y grupos implantados, en toda la cuenca del mediterráneo.
Son comunidades que expanden con su vida la alegría y el gozo de su fe y testimonian, con sus vidas, el anuncio de la salvación que profesan.

6.-El Espíritu santo.

La convicción de la Iglesia primitiva de la efusión del Espíritu Santo y de que operaba en ella, es uno de los rasgos esenciales del cristianismo primitivo.
El Espíritu desciende sobre la Iglesia y habita en los creyentes, continúa la obra redentora de Jesús (Rom. 8, 11) y la vivifíca (10 Cor. 15, 45).
La Iglesia es el templo del Espíritu Santo (Ef. 2, 20-22).
El Espíritu Santo conduce y guía a la comunidad, suscita los ministerios, derrama la paz y la unidad y da fortaleza a los cristianos en la persecución (AA. 9, 31; 20, 28; Ef. 4, 11-16).
El nacimiento de la Iglesia no se puede concebir sin la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en el día de pentecostés.

7.-Los sacramentos.

La primitiva comunidad cristiana da una importancia muy grande a los sacramentos, especialmente al bautismo.
El bautismo perdona los pecados, incorpora a la Iglesia y habilita para recibir los bienes y los dones de la salvación (AA. 2, 39).
El don por excelencia es el Espíritu Santo. Dios otorga su Espíritu, a quien se hace bautizar en el nombre de Jesús (AA. 19,2-6).
La recepción del bautismo, administrado por inmersión, tiene un gran simbolismo.
La inmersión en el agua indicaba que el bautizado era sepultado con Cristo y la emersión, la resurrección con Cristo (Rom. 6, 4; Col.2, 12; Col. Ef. 2, 6).
El hecho de quitarse el vestido antes de entrar en el agua indicaba el despojo de lo terreno y del hombre viejo. El nuevo acto de vestirse simboliza nacer de nuevo, renovarse, revestirse de Cristo (Col. 3, 10; Tit. 3, 5).
En una palabra morir con Cristo y resucitar con El.

8.-La celebración de la eucaristía.

Es el culto central y común de todas las Iglesias cristianas (10 Cor. 11, 21).
Además de una comida ordinaria, existía la acción ritual, que imitaba la cena de Jesús en la noche en que iba a ser entregado ( 10 Cor. 11, 23). El rito tenían dos momentos: La fracción y distribución del pan al comienza, acompañada de la acción de gracias y de esta frase: Esto es mi cuerpo, que es para vosotros; haced esto en commemoración mía y el ofrecimiento de la copa con esta fórmula: Esta copa es la nueva alianza en mi sangre, haced esto, siempre que bebáis, en memoria mía (11, 24).
En la celebración eucarística experimenta la cercanía y presencia de Jesús en comunidad, pues realiza, renueva y refuerza los lazos del creyente con Cristo y con la comunidad.
La eucaristía hace a la comunidad, ya que el al comer todos el pan único, los muchos son un sólo cuerpo ( 10! Cor. 10, 16-17).

9.-Los ministerios.

Es muy difícil de determinar, por las escasez de datos que nos aportan las fuentes históricas, cual era la organización de las primitivas comunidades cristianas.
En el nuevo testamento, desde el principio, aparecen varones, con unas funciones específicas.
En el lugar preeminente aparecen los apóstoles (AA. 1, 26).
El pleno de la asamblea nos narran los Hechos de los apóstoles, elige a siete varones, los cuales, previa imposición de las manos, se dedican al servicio de las mesas (AA. 6, 2), a la predicación (AA. 78, 10) y a otras misiones específicas (AA. 8, 4-134; 8, 26, 40). Junto a estos, en el Concilio de Jerusalén, aparecen los presbíteros.

Cristo les ha dotado de unos poderes para la edificación de su cuerpo que es la Iglesia (Mt. 16, 18 ss.; Mt. 18, 18; J N. 21, 15-17; 22, 31).

todos tienen la idea clara de que están subordinados a la acción del Señor, que les dirige por medio del Espíritu.

Los creyentes tienen un papel muy activo en la comunidad­. El Espíritu Santo ha suscitado muchos ministerios y servicios y unos carismas ordinarios y extraordinarios.

En la comunidad hay profetas, maestros, pastores, doctores, dirigentes..Unos hablan lenguas diversas y las interpre­tan, instruyen, amonestan a los demás, llevan mensajes a otras Iglesias y gobiernan en el Señor (10 Tes. 5, 12; 10 Cor. 12, 27-30; 10 cor. 12, 8-10; Rom. 12, 6-8; Ef. 4, 11).
)Cual es el ámbito dentro del que se mueve el ejercicio de estas ministerios y carismas ?
Al margen de los interrogantes, que debe resolver la crítica histórica, hasta donde sea posible, hay un hecho cierto y es que la ley vigente en aquella comunidad es el servicio, la caridad y la unidad en la pluralidad (Mt. 10, 42-45; 120 Cor. 13, 1-3).



EL CONCEPTO DE IGLESIA COMO COMUNIÓN EN EL CONCILIO VATICANO II.

No se puede entender el concepto jurídico de participa­ción en las estructuras diocesanas eclesiales, si no profundizamos y entendemos correctamente el sentido de Iglesia como COMUNIÓN. Se trata de un concepto bíblico que ha sido revalorizado en el Concilio Vaticano II y en el Sínodo de Obispos de l985.

El término COMUNIÓN indica las dos dimensiones fundamen­tales de la iglesia: vertical y horizontal.
Nuestra relación con Dios Padre‑Hijo‑Espirítu Santo y nuestra relación con los hermanos.
La Iglesia no se define por la jerarquía.Para el Vaticano II la Iglesia está constituida por todos los bautiza­dos: Papa, Obispos ,sacerdotes y laicos. Todos son parte activa de la Iglesia, aunque con distintos carismas y funciones.
El Concilio ha hecho esta afirmación: En el ejercicio de la cura de almas,los párrocos y sus auxiliares de tal manera han de cumplir su labor de enseñar, santificar y gobernar, que los fieles y comunidades parroquiales se sientan realmente miembros de la diócesis y de la Iglesia universal.Colaboren, por tanto, con los otros párrocos, así como con los sacerdotes que ejercen una cargo pastoral en el territorio (como son los arciprestes y decanos) o se consagran a otras obras de carácter supraparroquial, a fin de que la cura pastoral de las almas no carezca de unidad en la diócesis y se torne más eficaz (CD.30).



El Concilio Vaticano II ha descrito la Iglesia como misterio, cuer­po de Cristo, sociedad, pueblo de Dios, sacramento universal de salvación etc.
La idea que ha obtenido una aceptación más generalizada en la etapa postconcilar ha sido la de la iglesia entendida en clave de comunión ( LG. Nota previa 2;AG.l9 s.37 s)
La palabra griega koinonía significa en griego la común participación de muchos en el mismo bien.
La palabra comunión encierra diversos aspectos:.La communio fidelium, la communio inter ecclesias, la communio ecclesiastica y la communio hierarchica.
Aspectos todos ellos que no desarrollo, porque está fuera del alcance de este trabajo.
El Concilio distingue dos dimensiones en el concepto de comunión: horizontal y vertical.


A.‑Sentido vertical.

Indica la comunión de vida del hombre con Dios Padre, me­diante Cristo y su Espíritu (LG 4 b)
El bautismo es la puerta de esta comunión y se realiza por medio de la Palabra de Dios y los sacramentos. (LG ll)
La eucaristía es fuente y fuerza creadora de comunión entre miembros de la Iglesia precisamente porque une a cada uno de ellos con el mismo Cristo:"Participando realmente del Cuerpo del Señor en la fracción del pan eucarístico,somos elevados a la comunión con El y entre nosotros:Porque el pan es uno,somos uno en un solo cuerpo,pues todos participamos de ese único pan " (10 Cor.l0,l7;Carta de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión, n. 5, en Ecclesia n. 2.587 (Julio l992) p. 35 (1043).
Dios se comunica al hombre, le eleva y le asume en la intimidad divina. Le comunica sus dones, su gracia y de una manera especial se da en la eucaristía, que es signo de unidad y vínculo de amor 5 (San Agustín,PL 35,1613).
En la fracción del pan eucarís­ti­co participamos realmente en el cuerpo del Señor y somos elevados a la comunión con él y entre nosotros (LG. 7 b)
Cristo es consi­guientemente el centro de la Iglesia y el sacramento perenne de la reconciliación de la humanidad con el Padre (20 Cor. 5,l 9 ).
Cristo sostiene a esta comunidad, la convoca, ­la unifica,­ la guía, la renueva y la conduce en la verdad. En la Iglesia todo es de Cristo: Sus estructuras, su mensaje, los sacramen­tos, la gracia santificante.
Dios nos llama a vivir esta comunión con él( 10 Cor. 1, 9; 10 Jn.1, 3 ), a seguirle,a convertirse y a vivir las exigencias del amor y del servicio.
El Espíritu Santo está también en el corazón de la Iglesia, la vivifica, la santifica y la conduce, derramando sobre los fieles sus dones y carismas.
En Pentecostés toda la primitiva comunidad cristiana se siente llena del Espíritu (10 Cor. 3, 16-17).
El Papa Pablo VI expresa admirablemente esta idea: El Espíritu Santo es el alma de la iglesia.Es El quien explica a los fieles el significado profundo de la doctrina de Jesús y de su misterio.Es El quien hoy,como en los orígenes de la Iglesia,obra en cada evangelizador,que se debe guiar por El,el que sugiere las palabras que por si solo sería incapaz de encontrar,disponiendo al mismo tiempo el ánimo de quien escucha para que se abra a recibir la buena nueva y el reino anunciado.
Se puede decir que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización (E.A."Evangelii nuntiandi,AAS 68 ( l976) p64‑65)

Por tanto, como dice el Sínodo de los Obispos, la eclesio­logía de comunión no puede reducirse a puras cuestiones organizati­vas o a problemas que conciernen simplemente a los poderes. Sin embargo, la eclesiología de comunión es también fundamento para el orden en la iglesia y, sobre todo, para una justa relación entre la unidad y la pluralidad en la Iglesia (Sínodo de Obispos l985,Rela­tio II.C l ,EV.IX,N.18009,

B.‑Dimensión horizontal.

El que entra en comunión con Dios por medio de la Iglesia, está también en comunión con sus hermanos. Dios es la fuente de la comunión, la iglesia es el medio o instrumento, ya que el Espíritu Santo, que actúa en y por medio de la Iglesia, realiza la comunión de los hombres entre sí y con Dios (LG 4 b).
Esta horizontalidad nos lleva a descubrir que no estamos solos, sino que estamos con otros, que tenemos una historia común, que vivimos en el mismo mundo, abiertos siempre a dar y a recibir. A no estar encerrados como seres solitarios, aunque vivamos en sole­dad, sino en actitud de diálogo, de compresión, de servicio.
No nos salvamos solos, pues nuestra incorporación a la comunidad viene dada misteriosamente por nuestra incorporación a Cristo.
Es en la comunidad donde madura nuestra fe, y donde nacen las exigencias expansivas de la fe..
Un teólogo expresa esta idea de esta forma:
Persona y comunidad constituyen dos realidades insepara­bles. Fuera de la comunidad, la persona no alcanza su pleno desarro­llo y sin Cristo ningún hombre llega a Dios, o a la comunión de los hermanos en Dios. A su vez, sin personas, la comunidad se convierte en un rebaño. El evangelio emplea, sí, la expresión de rebaño, pero en un sentido totalmente diverso, ya que en las parábolas de Jesús cada oveja tiene su nombre y sigue libremente la voz del pastor que ella conoce. Por esto la Iglesia es comunidad visible y espiritual­, es institución y carisma, es monárquica y colegial, es de todos los tiempos y está en el tiempo, es santa, pe­ro tiene que purificarse.
No es todavía el reino pleno y definitivo, pero ya constituye en la tierra el germen y el principio de este rei­no" (Philips, La Chiesa e il suo mistero II, p. 304).


Esta comunión debe existir entre los presbíteros y los obispos y entre los fieles y sus pastores, ya que en virtud de la ordenación sacerdotal y de la misión común el Obispo y los presbíteros deben estar unidos en íntima fraternidad ( CD 28;PO 7; l5).
Los laicos bautizados, en virtud del sacerdocio común ,deben participar activamente en la Iglesia como pueblo de Dios. Dice el Concilio, expresando las relaciones entre los presbíteros y los laicos: Oigan de buen grado a los laicos,conside­rando frater­nalmente sus deseos y reconociendo su experiencia y competen­cia en los diversos campos de la actividad humana, a fin de que,juntamente con ellos,puedan conocer los signos de los tiem­pos....Reconozcan con gozo y fomenten con diligencia los multifor­mes carismas de los laicos,tanto los humildes como los altos....En­comienden igualmente a los laicos organismos en servicio de la Iglesia,dejándoles libertad y campo de acción y hasta invitándolos oportunamente a que emprendan obras por su cuenta (PO n.9;SC l4 ; LG l2; 35; AA 2 s.).

El Sínodo del 85 afirmó : Porque la iglesia es comu­nión,debe existir la participación y la corresponsabilidad en todos los grados"(Exeunte Coetu secundo, n. 6 ;EV IX,n.l806).

El mismo Sínodo hace a continuación una llamada a la colaboración, a la participación, al diálogo y a la disponibilidad de los laicos y de los pastores.


CONSECUENCIAS QUE SE DERIVAN DE ELLO.


1.-Todo el ordenamiento jurídico de la Iglesia y sus estructuras tienen como base el concepto de comunión en el doble sentido anteriormente expuesto. Incluso para muchos canonistas es el principio formal del ordenamiento canónico (Radal C.,Il concetto di diritto della Chiesa (Milano C,<) p.ll9) . Con frecuencia, al olvidar la verticalidad, se puede caer en el peligro, de acentuar el sentido humano de la Iglesia, y sus estructuras en orden a la eficacia, como si se tratara de una sociedad humana. La frecuente contestación de muchas estructuras jurídicas se hace por no haber entendido el sentido de comunión y participación en la iglesia. 2.-Se olvida que esta comunión se realiza en la eucaristía y que, la caridad, como don del Espíritu, es y debe ser el principio que determine las relaciones entre los miembros que integran la iglesia. 3.-En la iglesia debe existir la unidad, pero no todos tienen que pensar lo mismo. Olvidando, como dice el Sínodo, que ..el único y mismo Espíritu obra con muchos y variados dones espirituales y carismas ( l0 Cor. l2, 4ss.) y que la única eucaristía se celebra en varios lugares.....En esto tenemos el verdadero principio teológico de la variedad y de la pluriformi­dad en la unidad; esta pluriformidad se debe distinguir de un mero pluralismo. Cuando la pluriformidad encierra la plenitud de la verdadera riqueza, esta es verdadera catolicidad; el pluralismo, co­mo yuxtaposición de posturas fundamentalmente opuestas, conduce a la disolución, destrucción y pérdida de la identidad (Sínodo de Obispos l985,"Exeunte coetu secundo "C 2 ;EV IX l801) Por este motivo el diálogo, el saber escuchar sin posturas definidas, el respeto a los demás y el deseo de buscar siempre, con la participación de los demás, la verdad y el bien común para la iglesia, nos ayudará sin duda como pastores de la iglesia para que los laicos participen activa y responsablemente en nuestras parroquias, como dice el Código de derecho canónico: Los laicos, "cada uno según su propia condición,son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo " (can.204, & 1). Este derecho a la participación es igual en todos en virtud del bautismo y distinta ya que, todos, según su carisma y condición que es igual en todos en virtud del bautismo y distinta según la condición y oficio, que cada uno tiene en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo (can 208).