Articulo aparecido en el periódico Jaén el martes pasado.
Félix Martínez Cabrera.
Líneas para un estudio de la espiritualidad del Papa
Francisco
En esta
oración tal bella de san Ignacio se descubre la espiritualidad ignaciana
Enséñanos, Señor, a servirte
como mereces:
A dar sin contar el
costo,
A luchar sin contar las
heridas,
A trabajar y a no buscar
descanso,
A laborar sin pedir
recompensa,
excepto que saber que
hacemos tu voluntad.
En
El Concilio vaticano II empezó una renovación de la iglesia. Nacen nuevas voces,
pidiendo un nuevo concilio. No creo que sea necesario ya que él nos puso los
cimientos para que, sin necesidad de un nuevo Concilio, la iglesia pueda
revisar algunas estructuras, cuya reforma
se quedó corta. Sólo hace falta que el Papa, apoyado por el colegio de los
obispos, afronte con valentía las reformas que son muy urgentes para el bien de
la Iglesia. La iglesia, a partir del Concilio puede presentar una galería de Papas,
que han aportado una serie de documentos que complementan los documentos conciliares.
Con
el nombramiento de este Papa está naciendo un mundo totalmente nuevo. Con Benedicto
XVI termina una etapa y en la actualidad
ya está naciendo una nueva perspectiva, especialmente
en lo económico y en lo político, ya que la globalización va a señalar unos nuevos
cauces de la economía y, ésta, sin ninguna regulación a escala mundial, está
sembrando el mundo desigualdades desafiantes, y de millones de parados. Decía Benedicto
XVI que el capitalismo especulativo, en sus ansias de ganar cada vez más, está
arruinando a naciones enteras y son los
pobres los que más dañados salen. El mundo digital está haciendo el mundo más
pequeño. Desde el balcón de mi casa puedo ver todo el mundo. Ya no hay
montañas, ni curvaturas espaciales, mi voz en un minuto, llega a Japón, China o
la India. Este cambio es un reto y en este mundo secularizado, sin valores,
relativista, sin Dios, es en el que cristianismo tiene que hacer el anuncio del
evangelio. Al Papa Francisco se le abre un nuevo camino, difícil e intricado.
Yo
que soy ya viejo y he conocido a todos los papas de los últimos años, he conocido
a los papas que nos ha dado el Señor en estos años. También he visto mucha
miseria, mucho pecado, muchas ambiciones, pero estamos en punto de salida mejor
que hace unos años y por esto lo miro todo con más optimismo.
Juan
XXIII era el Papa bueno. Un hombre sencillo y humilde, que los cardenales lo eligieron
ya viejo, como un Papa de transición. Tenía una gracia especial. Recuerdo que
estando yo presente en la Basílica de de San Pedro, dirigiéndose a los
cardenales, dijo a los fieles: “Estos me ha elegido como un Papa de transición
y no sabían que mi abuelo vivió 95 años y mi bisabuelo 105. Como era lógico los
aplausos llegaron hasta la bóveda de san Pedro. De una manera inesperada
convocó un concilio. Su dos encíclicas más importantes son la Mater et Magistra y la Pacem in terris, que
supusieron un hito en la Iglesia. Son las encíclicas más importantes de este
periodo. Habla de los derechos humanos y de la cuestión social. Ambas
inspiradas por Monseñor Paván, antes de ser cardenal.
A
este siguió Pablo VI, que fue el continuador del Concilio. Fue el cardenal más culto de este periodo. Dicen que era más
francés que Italiano. Tuvo intima amistad con Maritain, Asistí a dos
conferencias suyas antes de que fuera papa y quedé admirado de su profundidad teológica,
de su dicción clara y de su prosa casi hilvanada. Su encíclica más importante
fue la Populorum Progessio y la Evangelii nuntiandi. Esta última esuna joya
literaria. Ambas escritas por el mismo. Dicen que fue un Papa muy dubitativo.
Juan
Pablo II fue un huracán que azotó a la Igesia. Tuvo una parte muy importante en
la caída del comunismo. Fue el ídolo de los jóvenes. Recorrió todos los
continentes. Nos enseñó a todos cómo morir con el dolor reflejado en su rostro,
como un Cristo crucificado, hecho un varón de dolores. Los jóvenes le llamaron
el Grande. Su encíclica más importante es la Centessimus Annus sobre cuestiones
sociales, que fue inspirada por los economistas más importantesde este periodo y la Fides et ratio, inspirada por el Cardenal
Ratzinger.
Benedicto
XVI ha sido un papa, al que he admirado siempre, incluso cuando era prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es un hombre de una exquisita calidad
humana y sencillez rayana en la timidez y al mismo tiempo un pozo de ciencia. Con los defectos, que posiblemente
tenga, ha dejado a la Iglesia un magisterio y análisis crítico de la sociedad
tan perfecto y equilibrado, que le ayudará al Papa y al colegio episcopal, en este
mundo tan cambiante. Se merece que lo nombren doctor de la Iglesia.
Me
impresionó su dimisión, aunque en alguna ocasión pensé que sería posible.
Después de leer el libro de Gian Luigi Nuzzi,” La sua Santità”, en la que se
lee un informe de dos seglares, enviado al Papa por el General de de los Jesuitas
P. Adolfo Nicolás, en el que un laico se pregunta la razón por la que la curia
romana está tan paralizada ante tantos problemas, que no se resuelven. Dice: ¿Por qué hay tanto miedo? ¿Por qué el dinero
juega un papel tan central en los
diversos pastores de la curia, en algunas
diócesis europeas e incluso en el Patriarcado
de Jerusalén? ¿Dónde está la fuerza para
combatir en la curia la tentación de
poder? ¿Dónde está la humildad y la
libertad dada por el Espíritu? Estas
preguntas se clavaron en el corazón del Papa. Ello explica que su secretario
George Haenswen dijera : “No es un trabajo fácil, pues muchas veces
incluye proteger al Papa frente a los maniobreros y a veces frente a los
enemigos”. El mismo Papa en la reunión
con los sacerdotes de Roma, reconoció que el rostro de la iglesia a
veces es “desfigurado por los golpes dirigidos contra “la unidad de la Iglesia
y “las divisiones del cuerpo eclesial.” Comprendí Las razones por las que dejaba el Vaticano. Es
verdad que era una persona física y psíquicamente debilitada. Su renuncia no
era una huida, sino que quería demostrar al mundo que no tenía ansias de poder.
Pudo quedarse y ser un mártir como Juan Pablo II atado a la cruz.
Pero prefirió sepultarse en el olvido y en el silencio. Con ello demostraba que
las ambiciones de poder, y tener, son
efímeras. Es una santo. Con el tema de la pederastia vio que había un
fallo en el nombramiento de los obispos. La culpa no era suya. Los obispos no
habían sido capaces de ahuyentar a los lobos.
El
nuevo Para
El
cardenal Bautista Re cuenta que cuando
fue a preguntarle si aceptaba, miró al crucifijo,
pidió llevar su viejo crucifico sobre su sotana blanca, salió al balcón sin la
muceta roja y con una cruz de hierro. A los cardenales al momento de su
elección, les dijo: Que Dios os perdone por haberme elegido.
Todos
quedamos sorprendidos cuando en la fumata de la plaza de San Pedro vimos
asomarse a la ventana a cardenal, de 76 años, con una sencillez de cura de
pueblo, que nos saluda en un italiano potable y con mucha humildad nos invita a rezar un padre nuestro. Saluda
como obispo al pueblo de Roma, que le aclama con un entusiasmo delirante. Dijo poco,
pero con esos gestos de pastor sencillo, casi de párroco de aldea se ha ganado
a las gentes.
A
continuación quiero daros una visión de lo que es. En realidad, conocemos muy
pocas cosas. La mayoría de ellas son anécdotas. Pero hay dos hechos que nos
pueden ayudar, con bastante seguridad, a presagiar su futuro. Se puso el nombre
de Francisco y es hijo de Ignacio de
Loyola. Dos libros en los que podemos leer lo que va a decir y va a hacer, al
margen de otras anécdotas.
Lo
que más me ha impresionado es su sencillez franciscana. Que se haya movido por
Buenos Aires, vestido de Cardenal y
montado en el autobús o tranvía, que por
la noche este príncipe de la iglesia se hiciera en su casa una tortilla de patatas,
que saliera en Buenos Aires comprar en el supermercado de la esquina, que al
dar la bendición papal se despajaran de parte de los hábitos papales y se
pusiera un pectoral sencillo, que no se pusiera los zapatos rojos, que fuera a
pagar su estancia en Roma en los días
del conclave. Sé de antemano que esto no tiene importancia y no me extraña que
otros hubieran actuado de otra manera. Pero para mí estas cosas pequeñas, si en
ello no hay fingimiento, son el reflejo de otras muchas cosas.
Causa
admiración su austeridad y pobreza. El cardenal Humes le dijo en el momento de
aceptar: “No te olvides de los pobres”. Escogió
el nombre de Francisco, porque éste vivió la pobreza con una radicalidad
absoluta. Francisco era el pobre de Asís, y siempre anunciaba la paz. “A él le
gustaría una iglesia pobre y para los pobres”
Es
un pastor más que intelectual.
Para
él Jesús es centro de su vida. Para Francisco
su vida fue una copia de Jesús. El Evangelio lo sabia del memoria. “Si no confesamos
a Cristo, no convertiremos en una ONG piadosa, pero no seremos iglesia….Por eso
debemos llevar una vida irreprensible.
El
amor en Francisco es universal, ya que se extiende también a la creación. Una
dimensión del amor es la misericordia, la compasión y el perdón. En el ángelus
de este domingo nos recordaba como Jesús dijo a la mujer adultera, vete en paz
y no peques más. Es gracioso el comentario que le hizo una mujer de Buenos
Aires, que Dios perdona siempre, y que todos somos pecadores. Si Dios no
perdonara, el mundo se habría terminado. El comentario que hizo esta mujer sin
estudiar teología, para el Papa era tan teología como la cita que acababa de
hacer del gran cardenal Kasper, al que acababa de nombrar.
En varias ocasiones ha hablado del
sentido que tiene para los cristianos la cruz: “Yo quisiera que todos nosotros, después de estos días de
gracia, tuviéramos el valor, realmente el valor, de cargar con la cruz de
Cristo”.La teología de la cruz estará muy presente en us pontificado.
Francisco
no es un intelectual. No se va a distinguir por ello. Quiere ser más bien un
testigo de Jesús, como lo eran san Ignacio y San Francisco de Asís. He leído
que todas las mañanas, hacía tres horas de oración, antes de empezar el
trabajo.
Hab0000lé
de su sencillez, pero hay un matiz de esta sencillez, y es la humidad y la
caridad juntas. Decía San Antonio de Padua: Debes saber que como la caridad es
la reina de las virtudes, la humildad es la medida de la misma y ambas tienen
más valor en la medida en que las dos
están juntas. La unión de estos tres aspectos, es lo que está entusiasmando a
todos, especialmente a la prensa. Su caridad es exquisita, pero su humildad es
sobresaliente.
Francisco de Asís tuvo pasión por los pobres. La
compañía de Jesús, después del concilio, asumió una opción preferencial por ellos.
El como miembros de la compañía, durante toda su vida de Obispo amó y atendió a
los pobres. Entre las pocas palabras que ha dicho: “Que la iglesia, aunque es
una institución humana e histórica, “no tiene naturaleza política, sino
esencialmente espiritual”. Se le ha acusado de que en las reuniones de
Aparecida, se opuso a la teología de la Liberación. Lo cual no es verdad, aunque
es cierto que se opuso a ciertas teologías de la liberación por su carácter
marxista, ya que la iglesia no podía admitir la lucha de clases, ni los
jesuitas tomar las armas. El mismo P. Arrupe, que tanto sufrió por ello, nunca autorizó a
los jesuitas a que se incorporaran a esta corriente. Para él amor de Dios es
universal, y no tiene fronteras. La lucha de clases va contra la misma esencia
del cristianismo. Lo que acabo de decir
no es un invento mío. Herard Mïller, actual prefecto de la Doctrina de la fe,
amigo intimo del Padre Gustavo Gutiérrez, ha dicho esto: “·Lo primero que nos enseñó Gustavo fue a comprender que aquí se trata de teología y no de política.
En línea con las grandes encíclicas sociales de los papas también marcó de
forma clara la diferencia entre teología de la liberación y ética social
católica. Mientras que la ética social se fundamenta en el derecho natural y
pretende asegurar las bases de un estado social y justo apoyándose en los
principios de personalidad, subsidiaridad y solidaridad, en el caso de la
teología de la liberación se trata de un programa práctico y teórico que
pretende comprender el mundo, la historia y la sociedad y transformarlos a la
luz de la propia revelación sobrenatural de Dios como salvador y liberador del
hombre”.
Apertura al
mundo en La espiritualidad ignaciana según Karl Rhaner: “La cristiana “fuga saeculi”, tal como se encuentra en la ascética y
mística órfica, neoplatónica y budista”, no es aceptada por el cristianismo, porque
supone un desprecio del mundo y a su vez una divinización del mundo…. “El
cristiano tiene que confesar que también se puede llegar al mismo Dios
trascendente a través del mundo, a ese Dios por cuyo encuentro el cristiano
abandona el mundo.”
De esta concepción se derivan
la postura ignaciana sobre indiferencia, y sobre todo la máxima de “encontrar a
Dios en todas las cosas”. Francisco Javier, sin dejar a Dios, corrió todos los
caminos del mundo para salvarlo. Y los corrió con la alegría de Dios reflejada
en sus ojos, con indiferencia Ignaciana, porque esa era la voluntad de Dios.
Comprendió san Ignacio que “consacratio mundI” era una tarea muy difícil.
Emprendió un camino nuevo de espiritualidad, y muchos los siguieron. “La Iglesia, ha
dicho el Papa no puede ser la iglesia de
Cristo, si solamente se centra en los problemas interiores, debe alcanzar a los
hombres y mujeres de la periferia”. El Papa en este aspecto tiene un corte
ignaciano. Amar al mundo y a los hombres que viven en el mundo sin excepción.
Por esto la alegría de Dios está esté reflejada en la creación. Por lo tanto, el mundo es un lugar de gracia, en el que Cristo, se humanizó.
En él encuentra a Dios en lo creado, siendo contemplativos en la oración y
unidos a Dios en la acción. Este tipo de espiritualidad es una llamada a la encarnación. No olvidemos
esta postura del Papa en sus siguientes actuaciones.
Otro aspecto,
que veo que va a guiar la actitud del Papa es la concepción ignaciana, de todo a la mayor gloria de Dios. En el Principio y Fundamento
de los ejercicio espirituales aparece la palabra “más” para indicar la
disposición básica del ejercitante para el encuentro con Dios, de ir siempre a más y más
adelante sin regatearle a Dios nada . Ir siempre a más. Esto le pide que se
busque su mayor gloria (AMDG). Esta frase se ha convertido en el anagrama de la
compañía de Jesús. A Karl Ranher en
1966 le pidieron una conferencia sobre
el lema “Ad maiorem Dei
gloriam”. Esta frase para él quiere decir que el cristiano debe obrar
siempre de acuerdo con la voluntad de Dios y así resplandece su gloria. Es una
aptitud y una apertura infinita a Dios
sin trabas. Muchas veces sin conocer la altura de la montaña que hay que subir.
Una vez que ha discernido el camino a seguir, lo sigue. Esta actitud que es
fundamental en un jesuita, es igual para nuestro Papa. San Francisco Javier lo
comprendió así y se lanzó a recorrer el
mundo entero, dentro de los peligros que ello tenía. Este Papa hará en la
iglesia, lo que considere que va a redundar a la mayor gloria de Dios. Como
gobernante, que ha sido sabe los riesgos
que ello trae consigo.
Va a ser un Papa dialogante y
tolerante. Hablará con todos sin excepción. Dijo a los periodistas: “Como
muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica y otros no son creyentes, de corazón doy esta
bendición en silencio, a cada uno de ustedes, pero sabiendo que cada uno de ustedes
es hijo de Dios. ¡Que Dios os bendiga.
Su devoción mariana. Fue en Roma a
la basílica de Santa María para ofrecer a la Virgen un ramo de flores y para
rezar ante el altar, en que san Ignacio
celebró su primera misa en la noche de navidad del año 1538.Es muy bonita la
descripción que nos hace de María: “Dios tenía una carencia para poder meterse
humanamente en nuestra historia.
Necesitaba una madre, y nos la pidió a nosotros. Esta es la madre a quien
miramos hoy, la hija de nuestro pueblo, la servidora, la pura, la sólo de Dios;
la discreta que hace el espacio para que el Hijo realice el signo”.
En cuanto a la reformas que va a
hacer. Se habla de la Curia, de la colegialidad, de otro sistema del
nombramiento de Obispos etc. En cuanto a la colegialidad quedó sin plasmarse en
un documento, los deseos de los Obispos,
de que el colegio de los Obispos, ayudase al Papa en el gobierno de la Iglesia.
La curia estaría al servicio del Papa y de los Obispos. Las formas de elección podrían variadas. Que fueran los presidentes
de las conferencias episcopales. Serían muchos. Otros, cuando la discusión
estaba en la calle, pedían un número más reducido. El Sínodo actual tiene
carácter meramente consultivo y no gustó ni a los teólogos ni a los canonistas.
Es el Papa el que hace suyos los consejos de los Obispos, plasmados normalmente
en una encíclica. Los canonistas pedían un sínodo, en el que los obispos pudieran
emitir un documento, con la aprobación del Papa. Pero son ellos los que se lo
presentan al Papa “ad aprobationem.” De paso
se habla de fortalecer más este principio de colegialidad en los
escalones inferiores de la Iglesia. Todo esto son simples suposiciones. Si el
Papa se decide, no creo que tarde más de una año.