sábado, 5 de enero de 2008

SERMÓN DE LA MONTAÑA (XVIII).13.EL AYUNO (Mt. 6, 18).14.DEL JUICIO A LOS DEMÁS (Mt. 7, 16)

13- El ayuno (Mt.6-18).

Jesús dijo estas palabras sobre el ayuno:
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará Mt.6,
Estas palabras de Jesús responden a la concepción farisaica de la ley, ya que, para los escribas, el ayuno era motivo de jactancia, pues ayunaban públicamente para que todos creyeran que eran santos, aunque internamente tuvieran el corazón podrido
El profeta Isaías ya había denunciado muchos años antes a los judíos, que ayunaban, ya que se habían apartado del sentido que tenía la ley.
Les denuncia con palabras muy duras, en la línea del sermón de la montaña: Es que el día que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar puñetazos al desvalido. No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz… ¿Acaso es este el ayuno que yo quiero el día en que se humilla al hombre? ¿No será más bien el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de la maldad, desatar las coyundas del yugo, dar libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será mejor partir al hambriento tu pan y recibir a los pobres sin hogar en tu casa? (Isaías 58,3-8).
El ayuno es costumbre más judía que cristiana. Los grandes profetas explicaron a su pueblo el sentido del ayuno (Am. 5,21-25; 05-6,6; Mi. 6,8...).
La práctica del ayuno estaba muy denostada por los profetas. Jesús sigue denunciando el ayuno de los fariseos.
Los discípulos del Bautista preguntaron a Jesús, ¿Cómo es que tus discípulos no ayunan. Jesús entonces les contestó: ¿Por ventura pueden los amigos del novio llorar, mientras está el novio con ellos? Pero vendrá días en que les será arrebatado el esposo y entonces ayunarán? (Mt 9,15).
Jesús aparentemente no da importancia a la acusación de que sus discípulos no ayunaban, sino que lo pospone a un futuro.
No obstante la práctica del ayuno era corriente en la comunidad judeo-cristiana, siguiendo la costumbre judía, de acuerdo con la exigencias de Jesús de Mt. 6, 16-18. La Didakhé confirma que los cristianos ayunaban los miércoles y viernes, con una variante, esto es, que el ayuno como penitencia y la oración estaban íntimamente unidos.
Esta costumbre de la primitivas comunidades de Antioquía viene confirmada por Lucas, cuando nos habla de la misión de Pablo: Mientras estaban celebrando el culto y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Separadme ya a Bernabé y Pablo para la obra a los que los he llamado (HH.13, 2).
Pablo y Bernabé, después de sus correrías apostólicas por varias ciudades, volvieron a Listra, Iconio y Antioquia, les contaron a los cristianos de estas comunidades, los grandes éxitos que habían tenido y, antes de elegir Pablo a los presbíteros, que se iban a encargar de las comunidades, les dijeron: Es necesario que pasemos por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios. Designaron presbíteros en cada Iglesia, y después de hacer oración con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído (14, 22).
Como recuerdo de los cuarenta días y cuarenta noches que Jesús estuvo en el desierto la Iglesia instituyó la cuaresma con el fin de solidarizarnos con Cristo, que ora y ayuna en el desierto y como preparación para la conmemoración de la muerte y resurrección del Señor.
Jesús ayunó como el mayor de los ascetas y compartió la mesa con todos los que le invitaban, tratándolo de comilón y borracho (Mt. l,l9).
Después de los cuarenta días, Jesús empezó a predicar, anunciando que el reino de Dios estaba cerca y que nos convirtamos y creyéramos en el evangelio para enseñarnos que la penitencia y la oración son el preludio de estos cambios.
De esta vivencia cristiana, el ayuno fue incorporándose a la vida de las primitivas comunidades cristianas.
En el siglo XIII los catecúmenos, antes de recibir el bautismo, debían dedicarse a la oración y el ayuno, las semanas previas al bautismo.
El ayuno se fue generalizando en épocas posteriores, quedando reducido a una comida al día y absteniéndose de comer carne. Solo se podía comer pescados y en aquella época era muy difícil encontrarlos frescos, ya que no había neveras. Sólo podían tener acceso los ricos, ya que podían trasportarlos mezclados con nieve traída de los neveros. Tuvieron un auge muy importante en la edad media las llamadas recetas de vigilia, elaboradas con los salazones de bacalao.
Poco a poco fue decayendo la ley del ayuno, ya que había ido recortándose con las célebres bulas y cayendo en desuso, ya que había quedado reducido a un puro formulismo de no comer carne, sin ir acompañado de la oración y obras penitenciales.
El ayuno en sí, si se le despoja de su finalidad, no tiene mérito. Millones de hombres, mujeres y niños ayunan a la fuerza y no se nos ocurre canonizarlos. No es el comer o el ayunar lo que importa, sino el espíritu con que se ayuna.
La práctica de la cuaresma ha sido reordenada por Pablo VI, en una carta apostólica Paenitemini, de gran profundidad teológica, en la que establece una reforma muy profunda sobre la penitencia.
Establece este principio: La oración, el ayuno y las obras de caridad, son los tres pilares fundamentales para cumplir el mandato divino de hacer penitencia (EV, I, 640)
La Penitencia, nos dice, debe ir acompañada de una interna conversión al Señor, de un rechazo del pecado y de una tensión hacia Dios…El ayuno no solo debe ir acompañado por la oración, sino también por la limosna.
La penitencia tiene un sentido profundo, ya expresado, por Pablo, en virtud de la cual, completamos la pasión de Cristo: Ahora me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne, lo que falta a las tribulaciones de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia, de la que he llegado a ser ministro.. (Col. 1, 24).
Por esto donde hay un mayor bienestar económico, se deberá dar testimonio de ascesis a fin de que los hijos de la Iglesia no se dejen arrastrar por el espíritu del mundo y se deberá dar al mismo tiempo un testimonio de caridad hacia los hermano que sufren en la pobreza y en el hambre, más allá de cualquier barrera nacional o continental. En los países, donde el tenor de la vida es más elevado, será muy agradable al Padre y muy útil a los miembros del cuerpo de Cristo, que los cristianos, mientras que buscan por todos los medios promover una justicia social, ofrezcan en su oración, sus sufrimientos al Señor, en intima unión con los dolores de Cristo.

El catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo esta doctrina, nos aconseja; Los tiempos y días de penitencia, a lo largo del año litúrgico (el tiempo de cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes en la práctica cuaresmal de la iglesia. Estos tiempos son particularmente apropiados para ejercicios espirituales, liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la penitencia, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras (1438).
La ultima regulación de la materia, está hecha en los cann. 1249-1253.
14. Del juicio a los demás (Mt. 7, 1-6).
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. Medida del amor «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
Comentario al hablar del amor