jueves, 17 de abril de 2008

MATRIMONIO VI


VI. LAS MUJERES EN SAN PABLO[1]

Antes de empezar a desarrollar el tema hay que tener en cuenta la posición que las mujeres tenían en el mundo romano y helénico en la época de Jesús. En Atenas las mujeres no podían tener opción a cargos públicos. El matrimonio era concertado entre los padres. La actividad de la mujer estaba reducida a las actividades de la casa, como era tener hijos, hilar, hacer la comida y cuidar la casa. Estaba sujeta al marido en todo.
En Roma el paterfamilias tenía un completo control de la casa. Las libertadas que la mujer romana era mayores, ya que acompañaba al marido a la calle, y podía intervenir en actos públicos. Pero su labor estaba muy centrada en la casa. Su papel era más preponderante, ya que la mayor parte de los hombres estaban enrolados en los ejércitos imperiales. Para Séneca el hombre ha nacido para mandar y la mujer para obedecer (De Cont. Sap. 1, 1).
En el mundo judío la mujer sufría una discriminación mucho mayor. No se les enseñaba la ley, ni podía leerla en público; en la liturgia está en un segundo plano. No se podía hablar largo tiempo con una mujer y mucho menos con una extraña. Carecía de derechos. Los judíos recitaban esta plegaria: Bendito sea Dios que no me hizo pagano; bendito sea Dios que no me hizo mujer; bendito sea Dios que no me hizo esclavo.
Jesús en su vida pública tuvo un trato muy normal con las mujeres, que encontró en su camino; estuvieron muy cerda del ministerio (Lc. 8, 1-4). Su postura en el trato con las mujeres fue revolucionario.
Conversa con la Samaritana con la extrañeza de los apóstoles (Jn. 4, 27); cura a la hemorroisa, que se le acerca a pesar de que era legalmente impura (Mt.9, 20, 22; perdona a la mujer adúltera, que es condenada por las judíos (Jn. 8, 11); comunica su resurrección por medio de unas mujeres (Mt. 19, 3,-9; Mc. 1, 11); a los judíos les dice que las prostitutas les precederán en el reino de los cielos.
Acompañaban a Jesús en sus correrías como cuenta Lucas: Yendo por ciudades y aldeas predicaba y evangelizaba el reinado de Dios. Les acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades. María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios; y Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes, y Susana, y otras varias, que le servían con sus bienes (Lc. 8, 1-3).
Pablo hace esta afirmación fundamental, como base de la enseñanza de Jesús: Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo. No hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay varón o hembra, porque todos sois uno en Cristo, luego sois descendencia de Abrahan, herederos según la promesa (Gal. 3, 27).
Estas palabras de Pablo son revolucionarias, porque rompe las barreras de la humanidad, ya que todos somos iguales: El varón y la mujer, el esclavo y el libre, el griego y el judío. La razón es que somos hijos de Dios en la fe en Cristo en virtud del bautismo. Todos son iguales en el nuevo reino de Dios. Doctrina que iba en contra de todas las estructuras grecorromanas y judías.
El cuerpo de Cristo tiene muchos miembros y muchas funciones, pero todos los miembros convergen en la unidad y son iguales.
El hombre y la mujer son iguales en dignidad.
En la práctica esta afirmación de Pablo parece ser que no se corresponde con la realidad, ya que exigía que las mujeres se cubrieran la cabeza con velo en las funciones litúrgicas como sucedía en otras comunidades judeocristianas (1 Cor. 12, 2, 16). Esta velación tenía como finalidad que los hombres no les vieran la cara. Esta costumbre estaba muy arraigada en la época de Jesús. Las justificaciones que Pablo da a ello son poco convincentes. Creo que la explicación hay que darla en que Pablo no quiso suprimir esta costumbre de su entorno, dado que estaba tan arraigada que causaba la extrañeza de los no cristianos.
En otra ocasión dice que las mujeres se callen en la iglesia (1 Cor. 14, 33, 50 y 1 Tim. 11-14). Muchos exegetas dicen que se trata de una interpolación posterior y que estas palabras no son de Pablo, ya que de hecho las mujeres intervenían en las asambleas e incluso llegaban a profetizar (1 Cor. 11, 5). Algunos exegetas, me hace gracia, dicen que hablaban demasiado en las asambleas y por este motivo Pablo les aconseja que se callen o que no hablen tanto, como hizo el Rey con Chaves.
Las mujeres tienen una parte activa en culto, la oración, la caridad, la oración, el apostolado, la instrucción y los actos proféticos, ya que pueden profetizar (1 Cor. 11, 5). Esta actividad la desarrollan no solo las vírgenes y las viudas, que tenían más tiempo para dedicarlo al Señor, sino también la casadas como veremos posteriormente.
También es muy controvertido el texto en que San Pablo dice que la mujer es imagen del Hombre.
El texto habría que entenderlo teniendo en cuenta su original griego que viene a decirnos que el varón es imagen de Dios. La mujer es reflejo o gloria del hombre (doxa), pero es también imagen de Dios exactamente igual que el hombre como dice el libro del GéneSis 1, 27, ya que Pablo no pretendería reformar el libro sagrado.
El pensamiento de Pablo aparece más claro, cuando dice a continuación: Pero ni la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer en el Señor. Porque así como la mujer procede del varón, así también el varón viene a la existencia por la mujer, y todo viene de Dios.(11-12). Con estas palabras da la impresión que Pablo quiere rectificar su opinión. Ninguno puede vivir sin el otro. El hombre viene de la mujer y de Dios. Añade en el Señor, con lo cual puede estar refiriéndose al matrimonio cristiano.
No obstante Pablo da una gran relevancia a la mujer en sus cartas, como podemos ver a continuación.
Pablo saluda a Prisca y Aquila (Priscila): En Corinto encontró a un judío llamado Aquila, originario del Ponto, recientemente llegado de Italia con Priscila, su mujer, a causa del decreto de Claudio que ordenaba salir de Roma a todos los judíos. Pablo se unió a ellos, y como era del mismo oficio, se quedó en su casa y trabajaban juntos, pues eran ambos fabricantes de lonas (tiendas) (HH. 18, 2).
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Prisca era una judía procedente de Roma (Hech.18, 2). De Roma fueron expulsados por el emperador Claudio, por ser judíos. De Roma marcharon a Corinto, donde fueron recibidos por Pablo. El matrimonio era fabricante de tiendas. Ellos se habían convertido al cristianismo en Roma y ahora en Corinto ponen su casa a disposición de la comunidad. De Corinto marchan a Éfeso (1 Cor. 16, 19).. Allí instruyen al judío converso Apolo (Hech. 18, 26). Su casa sigue siendo el lugar de reunión de la comunidad.
Cuando cesa la persecución vuelven de nuevo a Roma. Pablo en la carta a los Romanos hace grandes alabanzas de ellos como colaboradores del evangelio y les recuerda que estuvieron en peligro de muerte por defenderle (Rom.16, 3-5; Hech. 19, 23; 1 Cor. 15, 32; 2 Cor. 1, 8-9). Son citados siete veces en los escritos de Pablo y como dato curioso, dicen los exegetas, que Pablo la nombra casi siempre la primera en los saludos antes que al marido.
Con esto quieren decir que para Pablo desempeñó un papel muy importante en la evangelización.
En la carta a los Romanos 16, 1-2, sucede lo mismo.
Febe, portadora de la carta a los romanos, es una diaconisa de la iglesia de Cencreas. Pablo les recomienda a los romanos, que la reciban en el Señor de la manera digna a los santos y la asistan en todo lo que sea necesario, pues ella ha favorecido a muchos y al mismo Pablo.
Es muy discutido el contenido de lo que significa la palabra diacono, ya que no tiene un sentido técnico y estricto. Más bien habría que entender su función como atender a los pobres, a los enfermos, y desvestir y ungir a las mujeres en el momento del bautismo.
En Rom. 16, 3 dice Pablo nos presente una galería de personas, que le ayudan en las evangelización. Hay hombres y mujeres:
Saludad a Prisca y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, los cuales, por salvar mi vida, expusieron su cabeza, a quienes no sólo estoy agradecido yo, sino todas las iglesias de la gentilidad. Saludad también a la Iglesia de su casa (Rom. 18, 3 ).
A continuación Pablo saluda a diversos grupos de personas hombres y mujeres que debieron tener una parte muy activa en la comunidad:
Saludad a mi amado Epéneto, las primicias de Cristo en Asia.
Saludad a María, que soportó muchas penas por nosotros.
Saludad a Andrómico y a Junia, mis parientes y compañeros de cautiverio, que son muy estimados entre los apóstoles y fueron en Cristo antes que yo. La palabra apóstol Pablo no la usa en un sentido estricto.
Saludad a Ampliato, a quien amo en el Señor.
Saludad a Urbano, nuestro cooperador en Cristo y Estiquis, mi amado.
Saludad a Apeles, probado en Cristo
Saludad a los de la casa de Aristóbulo
Saludad a Herodiano, mi pariente
Saludad a Trifena y Trifosa, que han pasado muchas penas en el Señor.
Saludad a Persida, muy amada, que sufrió muchas penas en el Señor.
Saludad a Asincrito y a Flemón, Hermes, Patroba, Hermas y a los hermanos que viven con ellos.
Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, y a Olimpa y a todos los hermanos que viven con ellos.
Saludad a Rufo, el elegido del Señor y a su madre, que lo es también mía.
Pablo cita a otras muchas mujeres que le ha ayudado en su labor evangélica: María, Trifena, Trifosa y Preside.
Entre los nombrados por Pablo aparece otro matrimonio, Andrónico y Junia, de los que Pablo dice que son muy estimados como apóstoles. Pablo afirma que eran cristianos antes que él.
También habla de otro matrimonio, Nereo y su hermana, posiblemente su mujer.
Lucas nos pone de relieve el gran papel desempeñado por Lidia, tintorera, , procedente de Tiatira, que en Filipos aceptó el evangelio y hospedó en su casa a los misioneros (HH.17, 4 ; y 17, 34)
En la carta 1 a los Corintios 9, 5 se pregunta:¿ No tenemos derecho a llevar en nuestras peregrinaciones una hermana, igual que los demás apóstoles y hermanos del Señor y Cefas?

En la carta a los Fil. 4, 2 dice: Ruego a Evodia y a Sintique tener los mismos sentimientos en el Señor. Y a ti también generoso colaborador, te ruego que ayudes a esas, que han luchado mucho por el evangelio conmigo y con Clemente y con los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Col. 4, 14 Salud a Laodicea y a Ninfa y a la Iglesia de su casa.
[1] Bibliografía
Instrucción de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, interinsigniores, sobre el acceso de la mujeres al sacerdocio, 15 octubre de 1976, EV.5 , nn.2110-2147.
Carta Apostólica de Juan Pablo JJ, 22 de mayo de 1994,
Carta del Cardenal Ratzinger Ordinario sacerdotales, respuesta a la duda sobre la doctrina de la Crata Apostólica Ordinario Sacerodtalis, del28 de octubre de 1995.