jueves, 1 de mayo de 2008

MATRIMONIO VII


VII.-CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO EN EL MEDITERRANEO

Con anterioridad a la venida de Cristo, había distintas formas de celebrar el matrimonio en Roma. El matrimonio “cum manu o sine manu”. El matrimonio “cum manu” podía ser de tres formas: “Confarreatio, coemptio et usus”
. Estas formas fueron desapareciendo y se dio más importancia al consentimiento de los contrayentes, sin dependencia del paterfamilas.
En los tres primeros siglos, hay una unanimidad casi absoluta, partiendo de Ulpiano (+228), para él el consentimiento hace el matrimonio. Esta fórmula pasara al Digesto de Justiniano, con la célebre frase: Nupcias non concubitus, sed consensus facit (50, 17, 30). Con esta fórmula de derecho natural se da una importancia decisiva a los propios contrayentes. Los clanes son relegados a un papel secundario. Para que el consenso sea eficaz se requerirán ciertas condiciones en cuanto a la edad, ausencia de impedimentos, capacidad, autorización de los padres etc.
A partir del siglo III empiezan a tener mucha importancia los esponsales. Estos tenían lugar durante una comida a la que se invitaban a parientes y amigos. Consistía en el intercambio mutuo de promesas, como respuestas a unas preguntas que se le hacían: ¿Prometes? Prometo (Spondesne,-Spondeo). De aquí el nombre de esponsales. En este momento el novio entregaba a la novia un anillo de oro, plata, o hierro y al mismo tiempo le entregaba otros presentes. A estos ritos se había unido el beso mutuo entre ambos esposos.
Después de los esponsales venía la celebración del matrimonio en tres partes:
1. La vestición de la novia, a la que se imponía, junto con una corona de flores, el velo de las mujeres casadas, llamada flammeum, de color amarillo con reflejos rojos. La imposición del velo llegó a tener tanta importancia, que “nubere” (colocar el velo), vino a ser sinónimo de casarse.
2. El cambio del consentimiento tenía lugar a la mañana siguiente en la casa de la novia. Este rito iba precedido de la presentación de la novia hecha por una mujer casada, que hacía las veces de dama de honor (pronuba). Se hacía una consulta a los augurios (dioses) y se daba lectura al contrato (tabulae nupciales), en presencia de unos testigos, que firmaban el documento.
3. Después venía la entrega de la novia al novio, juntando ambos sus manos derechas ( dextrarum iunctio). En esta entrega se repetía la frase: Donde tú estés Cayo, allí estaré yo Caya (Ubi tu caius, ego Caia). Con esas palabras se indicaba la comunidad que se empezaba a instaurar entre ellos y cómo siempre debían estar juntos..
A continuación se ofrecía un sacrificio a los lares o dioses familiares, entrando el novio en brazos a la novia a la casa para ofrecérsela a los dioses..
Después se celebraba el banquete.
Por la noche se hacía el cortejo nupcial a la casa del marido acompañado de música, gritos y cantos licenciosos y obscenos.