COMENTARIO DE LA ENCÍCLICA SPE SALVI FACTI SUMUS, ESTO ES, EN LA ESPERANZA FUIMOS SALVADOS DEL PAPA BENEDICTO XVI SOBRE LA ESPERANZA
Aspectos bíblicos de la esperanza
La encíclica del Papa empieza con un texto de San Pablo en la carta a los Romanos (8, 24) “en la esperanza fuimos salvados.
Después de tratar de la caridad en otra encíclica, en otra nueva nos habla de de la esperanza, El hombre no puede vivir en un plano humano, sin amar y sin esperar. Un hombre sin esperanzas sería un ser fosilizado. El presupuesto de estas dos virtudes es la fe, ya que sin fe en Jesucristo, nuestra caridad y esperanza no tendría dimensiones eternas. “La plenitud de la fe” está íntimamente unida con la “firme confesión de la esperanza” (Hebr. 10, 22-23). San Pablo les dice a los efesios, que antes de convertirse, cuando estaban sin Cristo, vivían “sin esperanza y sin Dios” Para el no creyente con la muerte mueren todas las esperanzas, ya que no hay futuro. El cristiano sabe que su futuro ilumina el presente. La esperanza en nuestro con Dios no tiene razón de ser, ya que nuestra esperanza se ha consumado (1 Cor. 15).
Somos salvados en la esperanza, ya que Cristo nos ha traido la salvación en el presente y nos abre las puertas del futuro (Rom. 8, 24). Llegar a conocer y amar a Cristo nos hace entrar en una dimensión eterna y presente. .La esperanza se inserta en nuestro corazón por la fe y llena nuestra alma de luz. Por esto la fe es esperanza y la esperanza es fe, en una conexión casi divina. Los cristianos se consideran huéspedes y peregrinos en la tierra, ya que van en busca de la patria celestial. (Heb. 11, 14-16). San Pablo en la carta a los hebreos unifica la fe y la esperanza: “Ya que la fe es hypostasis ( sustancia) de lo que se espera y prueba de lo que no se ve” (Hebr. 11, 1). Lo cual equivale a decir que la fe nos da en el presente algo de la realidad esperada y esta realidad presente constituye para nosotros una prueba de lo que aún no se ve. Dicho más claramente el cielo se nos anticipa con esta esperanza soñada. En el capitulo 10, 36 Pablo nos dice que el creyente necesita saber esperar soportando pacientemente las pruebas para poder alcanzar la promesa. Esperar siempre contra toda esperanza.
En este peregrinaje por la tierra, el hombre va hacia la vida eterna que el Papa define de esta forma (12): Es “el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el momento de sumergirse en el océano de amor infinito, esto es, el tiempo-el antes y el después-, ya no existe. Podemos únicamente tratar de pensar que este momento es la vida en sentido pleno, sumergirse siempre de nuevo en la inmensidad del ser, a la vez que estamos desbordados simplemente por la alegría.”. Entramos en el cielo.
¿Es individualista la esperanza cristiana?
Se ha acusado a la iglesia de un individualismo excesivo, ya que el cristiano sólo piensa en su propia salvación y se ocupa poco de hacer un mundo más justo y humano.
Estas acusaciones son falsas, ya que la dimensión comunitaria de la fe es una realidad teológica. En los cursillos de cristiandad se dice: No nos salvamos solos, sino en racimo. En la Iglesia primitiva y en el monacato, lo comunitario tuvo mucha importancia. La iglesia se define como comunión..
El olvido de Dios
Con Bacon y el nacimiento de la nueva ciencia y el progreso se formaliza una nueva concepción del hombre. Solo interesa la concreto, lo palpable, lo que se percibe con los sentidos, lo que me ayuda a describir los misterios del mundo, que me rodea. Las otras realidades ónticas o religiosas pasan a un segundo plano. La ciencia es la diosa y el proceso su culminación. El hombre ya no espera en Dios, sólo espera en ese poder, que le va a ayudar a transformar el mundo. La esperanza en Dios se disuelve ante la utopía de un progreso sin límites.
Razón y libertad
La razón y la libertad van a tener una importancia muy grande en este devenir. La razón es lo más grande el hombre. Es como un estilete que desbroza los misterios del mundo y la libertad lo más apreciado de la nueva modernidad. Razón y libertad se van a pasear por la historia en los siguientes siglos, aunque ha recibido muchos ataques en los totalitarismos de los siglos XIX y XX.
Dios estorba a mi libertad; ya no hay valores que vengan de Dios. La libertad no tiene límites.
La revolución francesa las eleva a la categoría de diosas. Sólo se espera en la fuerza trasformadora de la razón , del progreso y de la ciencia.
La Europa de la ilustración quedó fascinada por ellas.
En 1789 se produce la revolución burguesa, y nace un capitalismo en el que solo se busca la eficacia y la explotación. .
Marx va a dar un salto cualitativo. La región aliena al hombre. Sólo interesa el ahora, el aquí. Este es el hombre nuevo, que tiene que mirar a la tierra y no al cielo. La igualdad es la utopía que va a quedar arrinconada en el cajón de la historia.. La libertad va a ser pisoteada, como paso previo a un mundo nuevo en que reine la justicia. La persona no cuenta, sino la colectividad. Ya no hay moral, pues el fin justifica los medios Desde la política es necesario hacer una revolución: Implantar un paraíso en la tierra sin Dios.
. Este desprecio del hombre trajo consigo millones de muertos.
El Papa hace una crítica muy severa. No tan negativa como han dicho algunos comentaristas, ya que el Papa actual es un abanderado de la defensa de la razón y del progreso. Veamos lo que dice: “Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad .H olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: En efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables (21)”
“Un mundo sin libertad no sería en absoluto un mundo nuevo (30).
En este contexto los cristianos tendríamos que pararnos a pensar cuál sería el sentido de nuestra esperanza.
El progreso es bueno y ha hecho la vida del hombre en la tierra más humano, pero al mismo tiempo es ambiguo, ya que puede destruir al mismo hombre. Si el hombre no es la medida del progreso, el progreso es desintegrador. El progreso tiene unos límites morales. El progreso es para el hombre y no el hombre para el progreso. El cristiano debe ayudar en esa utopía humana de que el progreso ayude a la humanidad a desterrar el hambre y la miseria. Podríamos cantar que esperamos un mundo mejor. Dice el Papa:” La ciencia puede contribuir mucho a la humanización del mundo y de la humanidad. Pero también puede destruir al hombre y al mundo si no está orientada por fuerzas externas a la misma”(25)
En cuanto a la controversia entre razón y libertad, afirma que la razón es el gran don de Dios al hombre y la victoria de la razón sobre la irracionalidad es también un objetivo de la fe cristiana. Desde el principio del cristianismo. para los santos padres, la fe y la razón estuvieron unidas. Dice el Papa: “El hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza…Por eso la razón necesita de la fe para llegar a ser totalmente ella misma: Razón y fe se necesitan mutuamente para realizar su verdadera naturaleza y su misión. (23)
Horizontes de la esperanza cristiana
¿Qué podemos esperar? .
No hay la menor duda que cada día vamos progresando y descubriendo los misterios de la naturaleza; ello es bueno y sirve al hombre de ayuda para vivir cada día mejor, con menores esfuerzos y con más comodidad.
El progreso a nivel personal ha sido menor, ya que para el hombre la libertad se ha transformado en un absoluto sin límites y sin barreras, con las consiguientes consecuencias negativas que ello ha traído.
En el ámbito de la conciencia humana y de la decisión moral, no existe una posibilidad similar de incremento, ya que la libertad de hombre es siempre nueva y tiene que estar tomando siempre nuevas decisiones. “Es necesario que el hombre tome conciencia de que esas decisiones están mediadas “por los conocimientos y experiencias de quienes nos han precedido, sí como aprovecharse del tesoro moral de toda la humanidad”.
“Cada generación tiene también que ofrecer su propia aportación para establecer ordenamientos convincentes de libertad de bien, que ayuden a la generación sucesiva, como orientación al recto uso de la libertad humana y den también así, siempre dentro de los límites humanos, una cierta garantía también para el futuro”
Dimensión comunitaria de la esperanza
Los cristianos tal vez hemos olvidado esta dimensión comunitaria de la esperanza. La esperanza cristiana no sólo abarca el más allá, tiene que estar también presente en el aquí ahora. No podemos quedarnos en la sacristía, ya que hay una dimensión social y política de la esperanza. En Papa hace una acusación muy dura sobre la situación actual de la Iglesia en este campo, que me ha impresionado: “Debemos constatar también que el cristianismo moderno, ante los éxitos de la ciencia en la progresiva estructuración del mundo, se ha concentrado en gran parte sólo en el individuo y la salvación. Con esto ha reducido el horizonte de su esperanza y no ha reconocido tampoco suficientemente la grandeza de su cometido, si bien es importante lo que ha seguido haciendo por la formación del hombre y la atención de los débiles y de los que sufren”
Olvidamos la dimensión comunitaria del amor.”No es la ciencia la que redime al hombre, sino el amor. El hombre es redimido por el amor”… ”Pero muy pronto se da cuenta también de que el amor que se le ha dado, por sí solo, no soluciona el problema de su vida. Es un amor frágil, Puede ser destruido por la muerte. El ser humano necesita un amor incondicionado.” (26)
De este pensamiento concluye: “ Es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga muchas esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (Ef. 2, 12). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza”.
Este amor a Dios no nos aparta del hombre, ya que “estar en comunión con Jesucristo no hace participar en su ser para todos, hace que éste sea nuestro modo de ser. Nos compromete a favor de los demás, pero sólo estando en comunión con Él podemos llegar a ser para los demás, para todos”.
La vida del hombre está llena de esperanzas, que día a día nos salen al camino desde que nacemos hasta que morimos. Son esperanzas pequeñas, con minúscula. La gran esperanza es Dios. “Su reino no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde Él es amado y donde su amor nos alcanza. Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por su naturaleza es imperfecto”.
La oración y la esperanza
Sin fe no es posible la oración. La oración alimenta la fe y la esperanza. Una esperanza sin oración se marchita. Los problemas, las angustias, la soledad, desde la perspectiva de la esperanza, se ven con otro color distinto. No estamos solos, porque siempre Dios está en el horizonte y en el fondo del corazón Ya no importa que se desdibujen esas esperanzas pequeñas, porque la gran esperanza llena el corazón del hombre.
La oración purifica. Sólo Dios es el absoluto en la vida del hombre. Todas las demás esperanzas se relativizan: “Rezar no significa salir de la historia y retirarse en el rincón privado de la propia felicidad. El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior, que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás.!
El sufrimiento
El dolor y el sufrimiento lo encontramos en muchos momentos de nuestra vida. No podemos suprimirlo.
Dice el Papa:” Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino su capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo que ha sufrido con amor infinito”.
Cuando la cruz sale a nuestro camino y cargamos con ella, una nueva esperanza nace en nosotros, porque el dolor nos purifica y nos une al Cristo doliente y sufriente.
El amor nos pide que salgamos al camino y nos acerquemos a los que sufren: “Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir, mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado, también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (38).
“También el amor es fuente del sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir. En efecto, no puede existir el amor sin esta renuncia también dolorosa para mi, de otro modo se convierte en puro egoísmo” (38).
Cuando doy la mano al que sufre, estoy suscitando en él un río de esperanzas,
El Papa termina haciendo esta apología del sufrimiento: “Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor a la verdad y a la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo”..
A continuación se hace estas preguntas: ¿El otro es tan importante como para que por él, yo me convierta en una persona que sufre?..Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mi mismo?
Verdad, justicia y amor son realidades de enorme trascendencia. Jesús, es la Verdad y el Amor en persona, se han hecho cruz en nosotros y por nosotros.. La compasión es una exigencia de los hijos de Dios.
Sufrir con el otro es hacer lo que hizo Cristo, sufrir por amor a la verdad es no traicionarte a ti mismo y optar por la justicia de los más desvalidos, es abrirte a una esperanza, que no puedes encontrar en la tierra, a que se han roto todos los egoísmos. Por esto el compartir el dolor y el sufrir y llorar con los que lloran es una consecuencia del amor.
El juicio como lugar de esperanza y aprendizaje
Dios nos juzgará. El papa lo fundamenta de esta manera: ·La fe en el juicio final es ante todo y sobretodo esperanza, esa esperanza, cuya necesidad se ha hecho evidente precisamente en las convulsiones de los últimos siglos. Estoy convencido de que la cuestión de la justicia es el argumento esencial o, en todo caso, el argumento más fuerte a favor de la fe en la vida eterna. La necesidad meramente individual de una satisfacción plena, que se nos niega en esta vida, de la inmortalidad, del amor que esperamos, es ciertamente un motivo importante para creer que el hombre está hecho para la inmortalidad; pero solo en relación con el reconocimiento de que la injusticia de la historia no puede ser la última palabra en absoluto, llega a ser plenamente convincente la necesidad del retorno de Cristo y de la vida nueva.
Infierno y purgatorio
En el antiguo judaísmo ya existía esta situación intermedia en virtud de la cual las almas padecen un castigo como purificación. La iglesia primitiva asumió esta concepción y la llamó purgatorio.
Dice el Papa que en nuestra vida nos encontramos con personas: “ Que han destruido totalmente en si mismas el deseo de la verdad y de la disponibilidad para el amor. Personas en las que todo se ha convertido en mentira. Personas que han vivido para el odio y que han pisoteado en si mismas el amor…En semejantes individuos no habría nada remediable y la destrucción del bien sería irrevocable (esto es lo que se indica con la palabra infierno).
Por otro lado hay personas purísimas, que se han dejado impregnar completamente de Dios; están abiertas al prójimo; personas cuya comunión con Dios orienta ya desde ahora todo su ser y cuyo caminar hacia Dio les lleva sólo a culminar lo que ya son (el cielo),.
¿Son muchos los que se salvan? Responde el Papa: “En la mayor parte de los hombres queda en los más profundo de su ser una ultima apertura interior a la verdad, al amor, a Dios.
La relación entre estas distintas situaciones el Papa la explicaron el texto de la 1ª carta a los Corintios (3, 12-16) que dice: Si sobre este fundamento (Cristo) uno edifica oro, plata, piedras preciosas o maderas, heno, paja su obra quedará de manifiesto, pues en su día el fuego lo revelará y probará cual fue la obra de cada uno. Aquel cuya obra subsista, recibirá el premio, y aquel cuya obra sea consumida sufrirá el daño; él, sin embargo se salvará, como quien pasa por el fuego.
San Pablo, con expresiones alegóricas nos explica las distintas situaciones. En el día del juicio el fuego probará, sobre que fundamento hemos edificado nuestra existencia. Aquel que ha edificado sobre Cristo (oro, piedras preciosas, plata) subsiste, y recibirá la recompensa, porque el fuego no lo quemará; por el contrario aquel, cuya edificación sea consumida por el fuego, porque estaba hecha de madera, heno o paja, sufrirá daño. No obstante el daño sufrido, subsistirá.
Los teólogos interpretan el texto diciendo ese fuego es Cristo, con el que nos encontramos en el momento decisivo de la muerte.
En el encuentro con Él, no purificamos (quemándonos), nos transformamos, y nos liberamos para llegar a ser nosotros mismo. En ese momento todo lo que se ha construido durante la propia vida. puede manifestarse como paja seca, vacua fanfarronería y derrumbarse. Pero en el dolor de ese encuentro, en el que lo impuro y malsano de nuestro ser se nos presenta con toda claridad, está la salvación. Su mirada, el toque de su corazón, nos cura a través de una transformación, ciertamente dolorosa, como a través del fuego,. Pero es un dolor bienaventurado, en el cual el poder santo de su amor nos penetra como una llama, permitiéndonos ser por fin totalmente nosotros mismos y, con ello, totalmente de Dios (Purgatorio)). Así se entiende también con toda claridad la compenetración entre justicia y gracia….El juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia.”
De estas palabras del Papa concluimos que el juicio de Dios es justicia, aunque Dios es un Dios de amor, misericordia, que nos tiende su mano con su gracia. No es el Deus terribilis.
Pidamos por los difuntos
La iglesia desde siempre ha aplicado la eucaristía por los difuntos y ha elevado a Dios plegarias por ellos y ofrecido obras de misericordia, El Papa explica la razón de estas peticiones. Creo que es el párrafo más bello de toda encíclica, que trascribo casi íntegramente: Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Nadie peca sólo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros, en lo que pienso, digo, me ocupo y hago. Y viceversa, mi vida entre en la vida lo demás, tanto en el bien como en el mal. Así mi intención en modo alguno es algo ajeno para el otro, algo eterno, ni siquiera después de la muerte. En el entramado del ser, mi gratitud para con él, mi oración por él, puede significar una pequeña etapa de su purificación (48)….Como cristianos deberíamos preguntarnos ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza?
Termina la encíclica con un canto y una oración a María, estrella de la esperanza., pidiéndole que nos enseñe a creer, esperar y amar con ella. Estrella del mar,.brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino.