domingo, 2 de diciembre de 2007

SERMÓN DE LA MONTAÑA (X). SÉPTIMA BIENAVENTURANZA. LA PAZ

Séptima bienaventuranza
14. La paz (Mt. 5, 9)

Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mt. 5, 9)

Dios es un Dios de paz, tiene designios de paz y no de aflicción (Jer. 29, 11)
Discordias y contiendas.
Jesús nos trae la paz interior.
La Paz y la reconciliación
Os dejo la paz, os doy mi paz, no os la doy como la da el mundo (Jo. 14, 27).
El Dios de la paz aplastará a Satanás (Rom. 16, 20)
La paz interior nace de lo íntimo del hombre.
Hay que ser obradores de la paz (Mt. 5, 9). Los que buscan la paz, por ello serán llamados hijos de Dios (Mt. 5, 9).
Cristo al reconciliarnos nos ha traído su paz. Jesús en la última cena dijo a sus discípulos: La paz os dejo, mi paz os doy. Yo no os la doy como la da el mundo. Esta reconciliación con Dios y con nosotros mismos nos habilita para crear una paz en nuestro entorno y entrar en una armonía y paz interior con los hermanos: En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios (2 Cor., 5. 20).
El no sentirnos reconciliados, nos puede llevar a la violencia y la ruptura con los hermano.
Estas ansias de paz en el mundo ya aparecen en la infancia de Jesús, cuando en el portal de Belén los ángeles cantan: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres, en quienes él se complace.
Cristo pide la paz para sus discípulos como signo de comunión y fraternidad entre ellos: Os dejo la paz, os doy mi paz; No os la doy como la da el mundo (Jo. 14, 27).
Que sean uno. Como tú y yo somos uno, es el deseo de Jesús (Jn. 17, 11).
Al aparecerse a sus discípulos después de la resurrección, les deseó la paz (Jo. 20, 19)
El evangelio de la paz (Ef. 6, 15)
Un solo cuerpo y un solo espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados. Un solo Señor, Una sol fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, en todos y por todos (Ef. 4, 3-6)
Que el reino de los cielos no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo (Rom. 14-17-18).
Los discípulos son mensajeros, portadores y heraldos de la paz (Lc. 10, 5 ss).
Jesús en su oración pide el don de la unidad que es la paz: Que sean uno como Tú y yo somos uno (Jn. 17, 11; Gal. 5, 2-22).
El fruto del Espíritu Santo es el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la templanza; contra tales cosas no hay ley.

Al aparecerse a sus discípulos les dijo; Paz a vosotros (Jo. 20, 19)
Paz, unidad, comunión, fraternidad: Sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios de amor y de paz, estará con vosotros (1 Cor. 13, 11).
Recomendaciones de Pablo a los discípulos:
Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación a la que habéis sido llamados: con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los a otros, procurando mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: un solo cuerpo, y un solo Espíritu; como fuisteis llamados en una esperanza de vuestra vocación: un solo Señor, un solo bautismo, y un solo Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos y en todos (Ef. 4, 3-6).

En los últimos tiempos se ha hablado del problema de la paz en el mundo, ya que el mundo está inmerso en violencia, guerra, y armamentos etc.
Los políticos se preguntan..¿Se puede conseguir la paz, con la renuncia a la violencia? ¿No nos llevaría esta postura a ser esclavos de los violentos? Estos interrogantes llevan a plantearnos otra serie de interrogantes sobre le rearme ¿Hasta donde es lícito? Debo de dejar de rearmarme, cuando mi enemigo potencial, se está armando hasta los dientes. Con estas preguntas entramos, al concepto de guerra justa o de guerra preventiva. ¿En la era atómica tiene sentido la guerra? Juan Pablo II decía que más que hablar de guerra justa había que hablar de paz justa y de intervención humanitaria.
En la época de la guerra fría los Obispos alemanes, franceses y norteamericanos escribieron unos documentos muy interesantes sobre la paz. No estaban de acuerdo ante la complejidad de los problemas. Juan XXIII en la Pacem in terris buscó el camino de la concordia, el desarme de los pueblos, la renuncia a la carrera armamentística para ayudar a los pobres del mundo. Pedía un compromiso con la justicia, que es la que genera la paz. ¿Y los tiranos?