lunes, 3 de diciembre de 2007

SERMON DE LA MONTAÑA (XI).OCTACA BIENAVENTURANZA. LOS PERSEGUIDOS POR LA JUSTICIA

Octava bienaventuranza
15. Los perseguidos (Mt. 5, 10).
Bienaventurados los perseguidos por la causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros. Alegrá1os y regocijáos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros (Mt. 5, 10,12) .
Jesús llama bienaventurados o felices a aquellos que son injuriados, perseguidos, y oprimidos, porque de ellos es el reino de los cielos.
La persecución en nuestra sociedad se produce por el odio, la enemistad, por razones de raza o sexo, por motivos religiosos, o por razones políticas. Una sociedad no puede permitir que alguien quiera alterar su sistema político por unos nuevos valores o por una nueva concepción. El cristianismo para los judíos era una nueva concepción revolucionaria de la vida, que podía subvertir su convivencia.
La iglesia nació en la persecución
Por esto cada vez que la predicación de Jesús se implantaba en la sociedad y condenaba las vidas de las élites judías nacía la persecución.
Jesús empezó a ser perseguido y calumniado por los escribas y fariseos,
Cristo terminó en la cruz, siendo injuriado, abofeteado, y crucificado entre dos ladrones. La cruz y la persecución culminaron el camino de Jesús. Esta cruz de Cristo fue para nosotros signo de salvación y de vida.
Jesús se queja de esta persecución: Jerusalem, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados. ¡Cuantas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas, pero no quisiste (Mt. 23, 29).

Cristo avisó con tiempo a sus discípulos, diciéndoles que ellos también sufrirían persecuciones.
Delante de nosotros tenemos la historia de los miles de cristianos que han dado su sangre por Cristo y ha sido perseguidos: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? (HH. 9, 4-5)

Jesús antes de subir al Padre dijo a sus discípulos: El siervo no es más que el Señor. Si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán. Pero todo ello lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado (Jo. 15, 20-21).
La pertenencia a Jesús y al Padre es causa de persecución: El siervo no es más que su señor. Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros… Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros (Jn. 15,19-20).
Seréis odiados de todos por causa de mi nombre (Mc 13, 13).

Si a mí me han perseguido a vosotros, os perseguirán (Ju, 15, 20)
Seréis perseguidos de ciudad en ciudad (Mt. 23, 34)
El seguimiento de Cristo lleva a la persecución (Mt. 10-25).
Jesús les advierte que será perseguidos por él (Mt. 1929), por el evangelio (Mt. 19, 29)
Jesús hace ver a sus discípulos, que la cruz va a ser el signo del Cristiano: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame (Mt. 16, 24).
Los perseguidos son llamados hijos de Dios.
La persecución no hay que pagarla con la violencia: Amad a vuestros enemigos, y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos (Mt. 5, 44-45).
Ante la persecución, el amor y el perdón (Mt. 5, 44-45), ya que Cristo murió en la cruz, perdonando a sus enemigos.
No maldigáis a los que os persiguen (Rom. 12, 14)
Venced al mal con el bien (Rom.12, 21).

Jesús estimula a sus discípulos a no tener miedo ante las persecuciones, ya que Él y el Espíritu Santo estará con ellos: No tendíais miedo (Mt. 10, 26 ss.)
El Espíritu Santo estará con vosotros (Mt. 10, 20); 2 Tim. 4, 16-17).
Pablo anima a Timoteo, a que soporte todo tipo de sufrimientos: Soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio, ayudado por la fuerza de Dios (Tim. 1, 8).
El sufrimiento y el sacrificio tienen también un sentido: Ahora me alegro por los sufrimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia. (Col. 1, 24).

La recompensa estará en el cielo. No hay que esperar en la tierra la recompensa (1 Tes. 2, 14-16).
La verdadera justicia se adquiere por el camino de Jesús.
En este mundo globalizado también vemos que la justicia humana no reina entre los hombres. Hay millones de hambrientos, sedientos, refugiados, perseguidos, que anhelan la justicia. Tendríamos que proclamar con más intensidad la justicia, la libertad y la paz
Incluso en nuestras sociedades democráticas la iglesia sigue perseguida, ya que quieren quitar de la sociedad su voz y reducirla al ámbito de lo privado, ya que su mensaje sigue molestando.