lunes, 17 de diciembre de 2007

SERMÓN DE LA MONTAÑA. LAS ANTÍTESIS.(Mt.5,21-33). 1. LA JUSTICIA NUEVA. 2. LA JUSTICIA DEL REINO


18. Las antitesis (Mt.5, 21-33).
La justicia nueva es superior a la antigua. Jesús hace una antítesis entre la ley antigua y la nueva .Enfrenta sus nuevas exigencias con las de la antigua ley.
Concreción de las antítesis
Habéis visto que se dijo a los antiguos: No matarás; el que matare, será reo de juicio. Pues yo os digo; todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano imbécil, será reo ante el sanedrín y el que le llame renegado, será reo de la gehenna del fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda ante el altar, te acuerdas entonces que un hermano tuyo tiene algo que reprocharte, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presenta la ofrenda. Pónte enseguida a buenas con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al alguacil, y se te meta en la cárcel. Yo te aseguro, no saldrás de allí, hasta que hayas pagado el último céntimo.
1. La justicia nueva
Todas las antítesis hay que entenderlas en la perspectiva de la controversia de Mateo con el judaísmo de su época. La antitesis se expresa con estas palabras: Habéis oído, pero yo os digo. Mateo refiere sentencias trasmitidas por la tradición. Jesús enfrenta sus propias exigencias, con la ley antigua. A pesar de las antitesis, se pueden encontrar en la literatura rabínica y en el judaísmo primitivo sentencias afines a las expresadas por Mateo. La diferencia hay que buscarla en el nuevo ethos de Jesús, más que en el contenido. Las nuevas orientaciones de Jesús tienen su raíz y su fundamento en el anuncio del reino de Dios.[1]
La venida del nuevo reino de Dios traía consigo la perfección de la antigua alianza. En la ley antigua se promete la venida de Cristo, que va a venir a llevar a la perfección o completar la nueva ley. La antítesis, nos ayuda como decíamos anteriormente, a comprender mejor la actitud de Jesús ante la Ley. Parece ser, según los exegetas, que fue Mateo, el que construyó las antítesis, partiendo de las palabras de Jesús, para dar más relieve a su discurso. Los exegetas distinguen dos tipos de antítesis, las originarias (I, II y IV), en las que Jesús expone su pensamiento en contraposición a la ley judía, vigente en ese momento.
Las otras tres antítesis sobre divorcio, la venganza, el odio y amor a los enemigos se encuentran en Lúcas sin antítesis.
Jesús radicaliza su mensaje, indicando que el asesinato proviene de la venganza, el adulterio del pensamiento, y el perjurio de la falta de sinceridad.
Viene a hacer una reinterpretación de la ley antigua, que para los Israelitas, era inmutable, partiendo de la voluntad originaria de Dios. La ley hay que filtrarla a través de la voluntad de Dios, no en virtud de la letra, ya que Jesús es el enviado de Dios y conoce como nadie, lo que su Padre ha revelado.
En el nuevo reino la periferia o corteza de la ley, no tiene valor. La más importante es la interioridad del hombre que se redescubre en la profundidad de su ser (Mc. 7, 15). No es suficiente cumplir la literalidad del decálogo, sino que es necesario quitar las inmundicias, almacenadas en el corazón.
La casuística de los fariseos había llegado a un grado tal que había olvidado lo esencial de la ley. No se tenía en cuenta a la persona, que debe cumplir la ley en las múltiples situaciones de su vida. El ethos cristiano trae consigo una nueva radicalidad para sumergirse en la voluntad de Dios, El mal está en el corazón del hombre. Estas exigencias no pueden traslucirse en leyes, ya que estas exigencias radicales desbordan al hombre, si no se siente apoyado en la voluntad de Dios.
Las exigencias de Jesús tienen función de criterios. Sirven como elementos clarificadores para la conciencia moral en orden a la basileia. Así pueden procurar la libertad interior [2] para el recto uso del derecho. La meta es siempre el hombre nuevo; una justicia mayor.[3]
2. La justicia del reino
Jesús comienza las antítesis diciendo si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Y termina las antítesis diciendo Vosotros sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial.
Lúcas utiliza otra expresión: Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso? (Lc .6, 36)
Jesús pide estas exigencias a todos los que han sido llamados. No hay distinción entre unos, que son llamados a los estados de perfección y los cristianos normales. El Concilio Vaticano II hace una llamada general a la santidad y perfección, que consiste fundamentalmente, en vivir las exigencias del amor en toda su amplitud de acuerdo con la llamada concreta que Dios hace a cada uno.
A este propósito dice F. Blöcke: En todo caso no puede interpretarse en el sentido de que los preceptos obligan y los [4]consejos constituyen a lo sumo una invitación amistosa. La exigencia de la perfección por parte de Jesús es unitaria y vinculante. La diferencia consiste en que dicha diferencia se formula en una situación concreta y para una tarea determinada. También es problemática la distinción entre normas obligatorias y normas directivas. Con el concepto de norma directiva se quiere expresar que las exigencias de Jesús representan una especie de meta ideal, que tal vez se alcanzará al final de los tiempos, más allá de la historia, pero que en el tiempo actual debe considerarse como una utopía. Tal interpretación contradice claramente la intención de Jesús. La presencia de la basileia hace que la utopía para el creyente sea una posibilidad real y, por tanto, una oferta permanente.
3. Esta llamada universal a la santidad, se concreta en la vivencia del amor a Dios y al prójimo. En la confianza que el hombre pone en Dios, que es amor y misericordia. En ponerse a disposición de nuevo y responder a la llamada de Jesús, siguiendo su invitación, y el camino del servicio, del esfuerzo, y de la cruz (Mc.8, 34; Mt. 16, 24).Se trata de convertirse a Jesús y optar por Él, como el Señor y guía de nuestra historia.
Estas exigencias no pueden plasmarse en leyes. Ello significa dice Blocke que la exigencia es más amplia de lo que se puede enunciar, mediante una determinación legal. Es más, porque se funda en una oferta de gracia a la que el creyente debe responder con una dedicación libre.[5]
[1] (R. Schnakenburg, El mensaje moral del nuevo testamento, Herder, 1989,p. 121.



[3] . Franz Böckle, Moral Fundamental, Cristiandad,1980.

[4] F. Blöcke, Moral Fundamental, Cristiandad, 1980, p. 207).

[5] Blocke, o.c., 209.